En una reciente encuesta nueve (9) de cada diez (10) peruanos desconfía del Poder Judicial. La cifra es alarmante, ya que pocas veces antes, a pesar de los esfuerzos mediáticos realizados por la actual administración del sistema judicial, se había obtenido un resultado tan sorprendente.
Varias son las causas que originan tan abrumadoramente mayoritaria disconformidad de la ciudadanía. La morosidad o, para decirlo mejor, la lentitud con la que se atiende los requerimientos del servicio, sumada a la innecesaria complejidad de los mecanismos aplicados, pasando por las corruptelas institucionales en los diferentes estamentos que participan, hasta la imprevisibilidad en los resultados de los derechos exigidos, constituyen, probablemente, las más importantes razones que explican el fenómeno. Claro que hay otras que, sumadas, destacan la gravedad de la problemática.