Imagínese, plácido lector, que a fines de 1998, lleva más de veintiocho años de vida pública, ha cursado el bachillerato en Letras y Ciencias Humanas y el doctorado en Lingüística y Literatura Española, ha publicado siete libros de poemas, ha escrito diecisiete obras teatrales, todas ellas representadas durante varias temporadas, ha creado y publicado decenas de miles de páginas en todos los periódicos y revistas del Perú y algunos del extranjero, además de hacerlo en su propio semanario satírico, aquel que fundara su abuelo en 1905 y usted hiciera renacer hacia 1976, en plena dictadura militar y a lo largo de 541 ediciones.
Imagínese que aguarda, con ilusión casi pueril, tener entre sus manos la primera novela que ha escrito, titulada Más allá del aroma, impresa en Bogotá, Colombia, por la editorial PEISA.
De pronto, cuando eufórico se hallaba ante el regocijo del alumbramiento, aparece y se vende una edición pirata, mutilada y adulterada de su novela, Más allá del aroma, cuya impresión clandestina ha corrido por cuenta de alguien que jamás en su vida hubo escrito ni impreso nada más que su tarjeta de visita o su parte matrimonial.
Vaya ironía la que debe afrontar un ironista.
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