En principio, creo, no habría que hacer mucho esfuerzo para entender a ese 23% de peruanos que votaron por Keiko Fujimori. La presencia física de Alberto Fujimori (durante los 90), confundiéndose con los colores y gustos de la gente y dejándoles alguna obra allí donde el Estado nunca llegó, son recuerdos que ahora muchos convierten en votos. Pero también están aquellos que votaron porque recibieron mucho más que un favor del ex presidente, y por la posibilidad de volver a vivir el paraíso de aquellos años.
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La voz del Perú profundo
Las cifras obtenidas por Humala y Fujimori son una muestra clara del obligado reajuste que se debe hacer al modelo aplicado en la última década, porque si bien es cierto que el Perú creció de forma sostenida, ese crecimiento económico no lo sintieron los millones de peruanos que viven en extrema pobreza, donde los niños mueren por desnutrición infantil y no tienen acceso a agua potable ni electricidad.
La realidad del Perú profundo no se encuentra en los distritos exclusivos de Lima ni en las redes sociales. Las entrañas sociales del Perú se descubren en sus provincias, en las zonas rurales y la periferia urbana. No se puede vislumbrar el futuro del Perú desde un escritorio, porque para sentir los nervios de su presente hace falta viajar al interior del país y ver lo que ocurre por ejemplo en Huancavelica y Puno.
Una oportunidad para fortalecer la democracia
El ciudadano no ha encontrado aún propuestas para enfrentar, de una manera directa y rápida, los grandes problemas estructurales del país y las malas prácticas de una administración pública elefantiásica, poco eficiente y muy susceptible a la corrupción. La deuda social, el atraso, la desigualdad e inequidad, la pobreza y la exclusión, siguen siendo los temas prioritarios de la agenda política del próximo gobierno, además de los grandes problemas centrales de la vida cotidiana en el Perú, como son el desempleo y la inseguridad.
LA IRRACIONAL LEY SECA
Si nos preguntásemos por la finalidad de esta prohibición, tendríamos que admitir que es una doble. Por un lado, favorecer que en la mayor medida de lo posible el proceso electoral se desenvuelva con normalidad al evitar los altercados que puedan generarse por el descontrol de personas ebrias; y, además, favorecer en mayor medida la idoneidad del acto de sufragio de las personas en concreto, debido a que el voto no se emitiría válidamente si el elector se encuentra pasado de copas.
Hay razones para justificar que se trata de una medida legislativa con escasa racionalidad.