Cuando se habla de prostitución la mayoría de hombres dicen siempre lo mismo: “Mientras sea libre y consentido no me parece mal”. El problema es que esas condiciones no existen. Esta es una de las afirmaciones resultantes de una inédita investigación sobre los clientes de la prostitución en España (Que nos dice mucho sobre las mismas costumbres en Latinoamérica y el Perú).
En el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre Actitudes y prácticas sexuales, de 2008, en España, el 24,6% de los hombres reconoció haber tenido alguna vez en su vida relaciones sexuales con una persona a la que habían pagado por ello. Un porcentaje que, con toda seguridad, es más elevado y es, con bastante diferencia, el mayor de Europa. Pero lo más preocupante de todo es que está aumentando.
Águeda Gómez Suárez, profesora de sociología en la Universidad de Vigo y coautora del libro «El putero español» (Catarata), explica que las autoridades españolas han sido especialmente permisivas con la industria del sexo de pago. “A nivel jurídico en 1995 hubo una reforma que despenalizó el proxenetismo, lo que permitió que se asentasen muchas mafias que distribuían a las prostitutas por toda Europa”, explica la profesora. “Se incremento la oferta y creció el consumo”.
Cuando se habla de prostitución la mayoría de hombres dicen siempre lo mismo: “Mientras sea libre y consentido no me parece mal”. El problema es que la inmensa mayoría de las mujeres que practican la prostitución lo hace porque no les queda más remedio. Según un informe de 2007 elaborado por una comisión del Congreso de los Diputados, en España existen unas 300.000 mujeres que ejercen la prostitución, siendo la abrumadora mayoría pobres, inmigrantes e indocumentadas, mientras que casi la totalidad de los clientes, el 99,7%, son hombres.
Y es su condición de hombre lo único que define a todos los clientes de prostitución. “No es una casualidad, no es azar, tiene que ver con la socialización que recibimos y una sociedad patriarcal que da menos oportunidades a las mujeres”, asegura Gómez. Para la socióloga, el acudir a burdeles forma parte de una subcultura masculina en el que la prostitución es sólo un divertimento más. “Hay mucho cliente casual, porque es un código lúdico, acuden a un club después de una despedida de soltero, una cena de empresa, como el que va a un after”, explica Gómez. “Pero hay un porcentaje muy elevado de personas que normaliza acudir a estos lugares”. Y es gente de lo más variopinta.
“Cuando vas encuentras todo tipo de hombres”, explica la socióloga. “El perfil es heterogéneo: de todas las edades, clases, ocupaciones, formación, ideologías políticas… Pensamos en el putero como alguien casado, de sexualidad tradicional, pero no es así. Te impresiona cuando vas a los clubs y ves la gente que hay, abarcando toda la oferta. Hay gente universitaria, joven, guapa…”
¿Abolición o legalización?
Existe un gran debate en torno a cuál es la mejor forma de reducir la miseria asociada a la prostitución, porque nadie duda que hoy por hoy es una lacra insostenible. “La situación actual beneficia a los proxenetas y las mafias”, asegura tajante Gómez. “Hay una impunidad clara y una connivencia con las autoridades. Los fiscales no tienen directrices para perseguir a los proxenetas. Cualquier libro de contabilidad de los clubes es una prueba de proxenetismo pero no se persigue. La policía también consume. Todo este ambiente muestra la corrupción de una forma dramática”.
¿Cuál sería la solución? Gómez reconoce que las posturas, incluso dentro del mundo del feminismo –del que proceden la mayoría de expertas en el tema–, están completamente divididas. En su opinión, lo primero es la educación, pero teniendo en cuenta la situación, son necesarias además una serie de medidas punitivas.
Lo primero, asegura, es “acabar con el mito de que los hombres biológicamente tienen una sexualidad desenfrenada y que la prostitución cumple un bien social. Eso es una falacia totalmente ideológica”. Pero esto no es suficiente. “En nuestro momento histórico y nuestra sociedad occidental se ha visto que en los países donde se ha legalizado la prostitución han aumentado las víctimas de trata”, asegura Gómez. “Sin embargo, en los países en que se ha penalizado el cliente, como en Suecia, se ha reducido mucho. La prostitución infantil se incrementa en los países en los que se legaliza, al final beneficias al proxeneta y sus negocios turbios paralegales, y le das una cobertura mayor para que campe a sus anchas”.■
FUENTE: Resumen del artículo «Así es el putero español: ‘El sexo es de pago siempre, pero el matrimonio sale más caro’», publicado en el diario © EL CONFIDENCIAL de España, el 27/04/2015. LEER TEXTO COMPLETO.
EDICIÓN: Francisco Córdova Sánchez