El caso del candidato Julio Guzmán puede ayudarnos a comprender mejor la naturaleza dinámica del Derecho, y las posibilidades que tal naturaleza ofrece para la resolución de casos fáciles y difíciles.
Para el positivismo jurídico, el Derecho sólo es la aplicación de la ley, y en la ley están resueltos todos los conflictos que puedan suscitarse en la realidad; de manera que para ellos, el Derecho sólo consiste en pasar una plantilla preestablecida –leyes o códigos–, al caso en concreto (simple subsunción). Las discusiones sobre valores constitucionales y los conflictos entre derechos fundamentales, tienen una cierta presencia en la formación de la ley, pero dice el positivismo, la aplicación de las leyes es aséptica y sólo implica una metodología de traslado de lo general (regla) a lo particular (caso).
El Derecho se presenta así en todos sus niveles como un campo de confrontación de intereses y poderes sociales en los que la competencia individual y la lucha social continúa; lejos de ser un mundo cosificado por las leyes, el Derecho se nos muestra como una conjugación muy dinámica, y siempre cambiante; cambiante porque la sociedad y sus relaciones no se mantienen estáticas en el tiempo. De ahí que el caso de Julio Guzmán nos permita formular un modelo distinto del Derecho, un modelo dinámico, basado en el combate de razones. El derecho debe ser entendido como un producto de la realidad, como el resultado de las victorias y transacciones que resultan de esos conflictos de poderes.