Una oportunidad para fortalecer la democracia

EL PROCESO ELECTORAL, QUE HOY CIERRA SU PRIMERA ETAPA, HA REVELADO LA PROFUNDA DESCONFIANZA QUE RIGE LAS RELACIONES SOCIALES Y POLÍTICAS DE LOS PERUANOS, DERIVADA DEL INOPERANTE SISTEMA DE PARTIDOS POLÍTICOS VIGENTE EN EL PAÍS. ELITISMO, CACIQUISMO, POPULISMO (Y OTROS “ISMOS” MÁS), ASÍ COMO UNA ORGANIZACIÓN DESFASADA Y, EN MUCHOS CASOS, UN DISCURSO ARCAICO Y CANSINO, SON LAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LOS PARTIDOS Y SUS DIRIGENCIAS, QUE HA DEVENIDO EN DESPRESTIGIO Y ESCASA CREDIBILIDAD A SUS PROPUESTAS Y LIDERAZGOS.

El ciudadano no ha encontrado aún propuestas para enfrentar, de una manera directa y rápida, los grandes problemas estructurales del país y las malas prácticas de una administración pública elefantiásica, poco eficiente y muy susceptible a la corrupción. La deuda social, el atraso, la desigualdad e inequidad, la pobreza y la exclusión, siguen siendo los temas prioritarios de la agenda política del próximo gobierno, además de los grandes problemas centrales de la vida cotidiana en el Perú, como son el desempleo y la inseguridad.

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Esta situación ha generado que la mayoría de la población nacional afirme que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático. En otras palabras, a estos ciudadanos les da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático con tal que solucione los problemas más sentidos de la población (PNUD, 2006).

El problema, entonces, no es la democracia en sí misma -que a la vista de todos sigue siendo, con sus altibajos, el mejor sistema para dirigir una nación, o como dijo Churchill, el “peor sistema de gobierno excepto por todos los demás”-; sino la calidad y la eficacia con que se desarrollan, funcionan y responden las instituciones democráticas para facilitar el bienestar y mejorar la calidad de vida de la población. Calidad y eficacia que deben materializarse en mejor distribución de la riqueza, oportunidades para los más pobres, gobernabilidad democrática y paz social; todo esto gestionado por un gobierno moderno, transparente y participativo.

Pues, resulta contradictorio que en un país como el Perú, cuya economía se ubica entre las de mejor desempeño en América Latina, la incidencia de la pobreza siga siendo sumamente desigual en términos geográficos, ya que algunas regiones, como Huancavelica y Cajamarca, exhiben tasas por encima del 60 por ciento.

En este contexto, el nuevo gobierno enfrentará importantes retos en la lucha contra la pobreza, en la creación de una red de protección social amplia, en la defensa del medio ambiente, y en la reducción de la desnutrición infantil. Dado los altos niveles de desigualdad, se necesita que el nuevo gobierno trabaje decididamente en el fortalecimiento de los programas sociales -entre ellos el Programa Juntos y el Programa Vaso de Leche (para que éstos logren impactos nutricionales y sociales deseables)-, en la generación de empleo decente, en implementar un sistema educativo que desarrolle las habilidades básicas para el desarrollo de las personas, y en mejorar la efectividad de la administración pública.

Como ha señalado el Banco Mundial en su reciente informe sobre los retos del Perú para el próximo quinquenio, para que el crecimiento económico favorezca a todos los peruanos, es imprescindible que el Estado, los ciudadanos y el sector privado trabajen conjuntamente en temas clave como la desnutrición infantil, la mejora del sistema educativo o el mantenimiento de la calidad de las inversiones y del gasto público.

Para el efecto, el BM ha identificado tres grandes desafíos para que el Perú pueda mantener un ritmo de crecimiento alto, sostenido y más incluyente. En primer lugar, se necesita aumentar de forma sostenida la inversión en infraestructura física para mantener el ritmo de crecimiento y proveer mayores oportunidades a los peruanos de menores ingresos. Es igualmente necesario generar un capital humano con más posibilidades de desarrollar sus capacidades y de encontrar buenos empleos, con el fin de disminuir las brechas entre estratos sociales. Finalmente, y para que todo lo anterior guíe a buen puerto, se requiere el cojín de un Estado más efectivo y con mayor credibilidad que sirva a todos los peruanos.

El día de hoy, casi 20 millones de peruanos electores -50% de los cuales son mujeres, 32% son jóvenes menores de 29 años, y un 4% son analfabetos-, concurren a las 107,455 mesas de sufragio a algo más que cumplir con la sola obligación de votar. Los peruanos van en busca de un necesario acuerdo político y social para el fortalecimiento de la democracia, donde la confianza entre los peruanos tenga un lugar preponderante y se constituya en la base que sustente nuevos espacios para que dialoguen, con respeto mutuo, los intereses económicos, las demandas sociales y las distintas identidades culturales que conforman el país.

Hoy a todos nos cabe una gran responsabilidad, que se cumplirá al momento de ejercer el sufragio: contribuir a que este país, Dios mediante, tenga un nuevo amanecer de esperanza, de confianza y equidad. Y, parafraseando a Lincoln, que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo se preserve para el beneficio y bienestar de todos los peruanos.■

Texto del artículo «Elecciones 2011: Una oportunidad para fortalecer la democracia», escrito por ©FRANCISCO CÓRDOVA SÁNCHEZ publicado en el diario EL TIEMPO el10-04-2011.

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