Estábamos sentados en una mesa 12 personas provenientes de distintas partes del planeta: funcionarios gubernamentales, representantes del sector empresarial, profesores universitarios, líderes de la sociedad civil y algunos periodistas. A todos se nos preguntó lo siguiente: “A la luz de lo ocurrido en la Cumbre de Cambio Climático de Copenhague (COP-15), ¿cómo cree usted que se verá el mundo en el 2020 y en el 2050?”.
Curiosamente, el 2020 coincide con el 50° aniversario del Día de la Tierra mientras que en el 2050 se celebrará su 80° aniversario, vale decir, el doble de lo que celebra este año. Comparto con ustedes, por tanto, los resultados del ejercicio de futurología que hicimos aquella vez, para saber si ustedes tienen una perspectiva más optimista, o acaso más sombría, de cómo se verá el planeta en los años 2020 y 2050.
La población mundial se habrá estabilizado en alrededor de 8,000 millones. En China, las emisiones de CO2 habrán alcanzado su pico, pero en India tardarán una década más en hacerlo. No existirá aún un mercado global de certificados de reducción de emisiones, sino mercados regionales en la Unión Europea, EEUU-Canadá, Australia y Japón.
REDD+ (mecanismo impulsado por Naciones Unidas para asegurar la preservación de los bosques y, por ende, su capacidad de absorber emisiones) habrá logrado avances significativos en la lucha contra la deforestación. Asimismo, se habrán producido desarrollos notables en algunas tecnologías “verdes”, particularmente en generación de energía solar, geotérmica y nuclear (se habrá controlado la denominada “fusión nuclear”, que es distinta a la “fisión nuclear” que se emplea hoy). Sin embargo, en el campo energético ninguna solución habrá sido implementada masivamente en el mundo.
La concentración de CO2 en la atmósfera se habrá incrementado hasta niveles nunca antes vistos. El principal factor contribuyente será la enorme expansión de los parques automotores de los países emergentes (principalmente China e India), que seguirán dependiendo de los combustibles fósiles por varios años más.
La arquitectura institucional no ha sufrido mayores cambios a nivel internacional, salvo por el hecho de que casi todos los asuntos globales se discutirán en el G-20 (el G-8 habrá pasado al olvido). Naciones Unidas habrá logrado que se suscriba un acuerdo global “paraguas” que, entre otras cosas, solucionará el problema del financiamiento para la adaptación al cambio climático en los países en desarrollo.
Sin embargo, los principales avances se habrán dado como consecuencia de cambios en la legislación doméstica de los países más contaminantes. A nivel sectorial, se habrán producido diversos compromisos voluntarios a nivel del empresariado global en un claro intento por inhibir una regulación más estricta. Tales compromisos desencadenarán inversiones masivas en eficiencia energética, las cuales serán significativas pero insuficientes para que el mundo reduzca sus emisiones de CO2 en 30% para el 2020.
2050
La elevación del nivel del mar habrá hecho que varias naciones isleñas sean ahora inhabitables (las islas Maldivas y Tuvalu entre ellas). No obstante, la mayor afectación climática en términos absolutos se habrá dado en zonas costeras altamente pobladas como Bangladesh, lo cual ocasionará migraciones masivas pero, a la vez, reticencia en los países desarrollados para aceptar a los “refugiados climáticos”. Canadá y Rusia habrán florecido económicamente al verse beneficiadas por el calentamiento global.
La matriz energética global estará a medio camino de superar su adicción al carbón. Los países tendrán todos (o casi todos) objetivos ambiciosos en materia de reducción de emisiones, pero la implementación de sus estrategias será tardía y no se logrará mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2°C respecto de los niveles preindustriales. La temperatura subirá poco más de 3°C, lo cual generará severas pérdidas económicas a nivel global pero sin poner a los países al borde del colapso.
El agua se habrá convertido en el factor dominante en materia geopolítica, generando cruentas disputas en África. El Ártico será ahora una zona completamente navegable, lo cual ocasionará algunas escaramuzas entre las potencias árticas –EEUU, Canadá y Rusia- pero también ahorros importantes en la logística del comercio internacional. Los alimentos genéticamente modificados se distribuirán masivamente a nivel global, para superar problemas de seguridad alimenticia.
Se producirá un fuerte incremento en la carga tributaria como consecuencia del envejecimiento de la población mundial. El poder económico y político ahora radicará básicamente en el Asia, pero las nuevas potencias –China e India- no necesariamente serán benevolentes al ejercerlo.
Sin duda, quedan muchos temas por analizar, y espero sus comentarios para ir llenando los vacíos.
Texto del artículo «¿Cómo se verá el planeta en el 2020 y en el 2050?», de ©AUGUSTO TOWNSEND K., publicado en el portal Web de la revista ©Semana Económica. Mayo de 2010.