Niño prodigio, con talento musical superlativo, Chopin dio su primer concierto público a los 9 años, convirtiéndose en favorito de los salones de la época. Con escasas excepciones, toda la obra de Chopin está dedicada al piano y se agrupa en series de piezas cortas: mazurcas, baladas, nocturnos, polonesas, estudios, valses o rondós, más dos conciertos, tres sonatas y algunas canciones.
Son piezas de sabia arquitectura y culto a la melodía que ponen a prueba a los pianistas. El arte chopiniano huye de los excesos: es amable e íntimo, sobrio y elegante y con un desgarramiento polaco inconfundible.
A pesar de que la fecha de su nacimiento, aún no establecida, oscila entre el 22 de febrero y el 1 de marzo de 1810, el compositor siempre mencionó la segunda como el día de su cumpleaños. Eternamente enamorado de la escritora George Sand y permanentemente afectado por la tuberculosis, Chopin falleció a la temprana edad de 39 años. Sus restos descansan en el cementerio parisino de Pére-Lachaise. Pero su corazón regresó a Polonia y se encuentra en una urna de la Iglesia de la Santa Cruz de Varsovia.
Escuchemos el sentimiento de esta polonesa chopiniana (Polonaise in A, Op.40 No.1, ‘Military’)
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Extractos del artículo de ©Federico de Cárdenas, «Chopin», publicado en La República, el 28/2/2010.