La Universidad Católica y Jesuita: ‘Armonía entre las exigencias de la fe y promoción de la justicia’
Son Católicas también aquellas universidades que se definen como “católica de inspiración” en razón de un compromiso institucional hecho por las autoridades responsables de la institución. Un claro ejemplo de este tipo de institución son varias Universidades pertenecientes a la Compañía de Jesús.
La Compañía de Jesús ha tenido que bregar para ser fiel a su tradición universitaria en su carisma genuino. Decía un jesuita recientemente que “los juegos malabares estaban de moda entre nosotros”, refiriéndose a la política de equilibrios que han de hacer, intentando que no se rompan las costuras con la jerarquía. Los jesuitas en Andalucía sacan adelante el nuevo proyecto, aunque aún tienen retos pendientes en la Facultad de Teología, como en Comillas o Deusto. Las cosas no pintan bien en el ámbito docente teológico español. “La opción institucional por San Dámaso, en Madrid, o por otros institutos de corte conservador, se está haciendo a la contra de las facultades jesuíticas, con un coste que habrá que medir a la larga”. Es el comentario generalizado en boca de quienes aún creen que es posible la operación de sumar y multiplicar.
En las Universidades Católicas, como en toda Universidad, se ha de dar una especial importancia no solo a los aspectos académicos, sino también a la investigación. Pero en el caso de la Universidades Católicas se añade un interés añadido por el diálogo entre la fe y la razón y entre el Evangelio y la fe. Fruto de su identidad católica se tendrán en cuenta los principios éticos y religiosos del actuar humano así como la promoción de la justicia social. “El diálogo implica el mantenimiento de tu convicción y el reconocimiento de que hay un conflicto y que hay diversas posturas. Hay que buscar un punto de encuentro sustentado en la razón. Lo primero es agotar eso e insistir en eso como algo necesario.”comenta y prosigue José Virtuoso, S.J. Rector de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas: “El diálogo debe ir acompañado de mucha contundencia porque parte de la idea de que hay un conflicto entre principios y la forma de ver las cosas.”
La aparición de la universidad es la consecuencia de un conjunto de maestros, sacerdotes y laicos, a los que la Iglesia confiaba la enseñanza de la doctrina revelada, hasta entonces confiada a la jerarquía eclesiástica, con el fin de formar a los jóvenes en las profesiones “clericales”, la teología, el Derecho y la Medicina, como facultades mayores; como facultad menor la de artes o filosofía. Eran instituciones de la cristiandad: se reconocían por una bula papal, su lengua era el latin y los saberes que enseñaban estaban articulados sobre la concepción católica del mundo y del hombre. Sus métodos de razonamiento y discusión eran escolásticos.
Imagen: Campus de la Universidad Jesuita Andrés Bello de Caracas