P. Miguel Cruzado Silverii SJ. reconocido “Alumno Distinguido” por la PUCP

5:00 p m| 04 nov 15 (JESUITAS/BV).- La Asociación de Egresados y Graduados de la Pontificia Universidad Católica del Perú entregó el día 22 de octubre la distinción de ex “Alumno Distinguido” al padre Miguel Cruzado Silverii, actual Consejero y Asistente de América Latina Meridional del Superior General de la Compañía de Jesús en Roma. El P. Cruzado, quien antes fue Provincial de los Jesuitas en el Perú, dedicó luego unas palabras que ofrecemos en esta publicación, a modo de agradecimiento y testimonio de su experiencia vivida en la PUCP.

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Aquello valioso en que creemos. Fe en la PUCP

Tengo muchas razones por las que agradecer a la PUCP. Ella me ofreció una excelente formación profesional y humana, y además en ella encontré compañeros de ruta y maestros que han sido referentes para mi vida. Tendría que agradecer en primer lugar por la formación en ciencias sociales que ha acompañado mis opciones y trabajos hasta hoy; sin embargo, en tanto sacerdote y jesuita deseo agradecer especialmente por el modo de vivir la fe y estar en la Iglesia que recibí en la PUCP. Porque ello ha marcado mi vida cristiana y sacerdotal desde entonces; pero además creo que es especialmente relevante para el momento actual de la PUCP, referirme a esta dimensión de la formación que la universidad nos ofreció siempre.

Una fe que se discierne y reflexiona. En la PUCP la reflexión se hizo parte de la fe que recibí en familia y que ya traía en el corazón. Los creyentes en la PUCP, además de los espacios de celebración y devoción, normalmente y sobretodo ingresamos a una atmosfera que nos ofreció siempre instrumentos para saber “dar razón de nuestra esperanza” (1Pe 3, 15). En los cursos de Teología, creyentes de diversas tradiciones junto a no creyentes, de modo exigente y respetuoso dialogamos desde la tradición cristiana sobre los grandes temas de Dios y la humanidad. Sin embargo, no sólo los cursos de teología nos han ofrecido una reflexión seria sobre razón y fe. De hecho, no fue un curso de Teología aquél en el que con Alberto Flores Galindo, reflexionando sobre la compleja relación entre utopía y religión, cambió para siempre mi modo de pensar lo religioso: nunca fuera de la(s) historia(s) y la(s) cultura(s).

Un cristianismo que se discierne en la historia, que ama y no teme al conocimiento, y que busca aportar a los distintos saberes de la humanidad ha identificado esta universidad como espacio de encuentro entre razón y fe.

Una fe que se dice y se dialoga. La tradición cristiana en la universidad no se nos impuso nunca, pero tampoco se ocultó o silenció. Ella se hacía simplemente parte de la vida universitaria sin ocultarse ni imponerse, y entre cursos y conversaciones tendíamos a tener sobre ella una palabra propia. Una palabra que, como certeza o como pregunta podía hacerse experiencia de una tradición antes ajena, desconocida o heredada. La palabra hecha experiencia podía hacer de los universales de la fe una realidad personal que nutría nuestras vocaciones, y al mismo tiempo colocaba nuestras vidas y sus opciones en perspectiva de humanidad. Dn. Luis Jaime Cisneros apreciaba hacernos dialogar con experiencias análogas a las nuestras en quienes nos habían precedido. Nos buscaba contemporáneos en la historia de la PUCP. Le recuerdo con mi examen de Lengua 1 sobre la mesa y revisando notas de cuadernos antiguos, comentando mis búsquedas con las de antiguos estudiantes suyos de la PUCP y en ese momento ya poetas, políticos o científicos a los que yo podría reconocer y valorar.

Un cristianismo que se hace palabra propia y se dialoga con respeto entre personas y generaciones universitarias hace que descubramos hondura y verdad en la diversidad de búsquedas de fe. La fe y lo religioso en la universidad la vivíamos la fe como búsqueda común y experiencia de polifonía, no como silencio, imposición o simple repetición.

Una fe que exige coherencia. El espíritu crítico universitario exigía siempre coherencia entre palabra y obra. En la conversación –cuando hay otros- nos preguntamos y exigimos coherencia unos a otros.  Por ello, inevitablemente, ser cristiano en el mundo juvenil universitario suponía preguntarse por nuestras opciones concretas en la vida. Los valores cristianos debían tener implicancias para la vida ciudadana y profesional. Era normal plantearnos la pregunta por la vocación propia dentro de la Iglesia, por ello se han formado en la PUCP tantas vocaciones para diversos carismas y modos de servir en la Iglesia del Perú.

La solidez de la tradición cristiana era visible en valiosos testimonios de vida dentro de la comunidad universitaria. Todos tenemos nombres, valiosos testimonios de vida cristiana coherente, en el corazón y la memoria. Yo tengo muchos. Hoy recuerdo especialmente a Denis Sulmont.

Una fe que promueve la justicia. La formación universitaria, al confrontar los saberes con los problemas del Perú, inevitablemente interpela la bondad del Dios de Jesucristo con la realidad del mal y la injusticia. La fe en que nos formamos no podía –no puede- dejar de plantearse el problema del dolor y las diversas formas de injusticia y discriminación. La universidad nos ofrecía espacios de servicio solidario en los que los cristianos, junto con muchos otros, confirmábamos en la práctica que la humillación y la pobreza herían el centro de nuestra fe y eran resultado de opciones humanas.

En la universidad ser cristiano nos exige asumir con seriedad las preguntas que la injusticia y el dolor le plantean a la fe. Gustavo Gutiérrez llenaba el J-101 cada sábado de 9 a 12m. y nunca alcanzaba el tiempo para todas las preguntas. Las implicancias de la perspectiva del pobre para la acción y reflexión cristiana eran siempre inagotables.

Los egresados y graduados de la PUCP, creyentes y no creyentes, hemos sido parte de este modo de plantear la vida cristiana que ha enriquecido la sociedad y la Iglesia del Perú. Es cierto que no siempre somos fieles a las exigencias de esta tradición.

No siempre hemos sabido recoger todo lo que la riqueza de la tradición cristiana tiene para ofrecer.  Tampoco hemos contribuido a su desarrollo todo lo que podríamos. Los cristianos de la PUCP no siempre hemos respondido con toda la coherencia que debíamos ante situaciones difíciles de la universidad y del país; y junto con la Iglesia del Perú hay perdones que tendríamos que pedir y responsabilidades que asumir –y que aún no hemos asumido. Es cierto también que no siempre la fe ha sido un lugar de diálogo razonable y respetuoso entre nosotros. La universidad y sus egresados podríamos ofrecer un testimonio mayor con quienes más necesitan en el Perú.

Sin embargo, aún con estos límites y dificultades es mucho lo realizado y tenemos mucho por lo que agradecer. Nuestras dificultades en cierto modo confirman que sigue siendo necesario cuidar y renovar aquello que como universidad hemos deseado ofrecer y podemos seguir ofreciendo a la catolicidad del Perú: un espacio de encuentro entre razón y fe, que acoja y promueva el diálogo entre búsquedas, carismas y religiones diferentes, que nos desafíe intelectual y profesionalmente desde la compasión y la justicia evangélicas, que nos exija coherencia con aquello valioso en que creemos.

Puntuación: 5 / Votos: 4

Buena Voz

Buena Voz es un Servicio de Información y Documentación religiosa y de la Iglesia que llega a personas interesadas de nuestra comunidad universitaria. Este servicio ayuda a afianzar nuestra identidad como católicos, y es un punto de partida para conversar sobre los temas tratados en las informaciones o documentos enviados. No se trata de un vocero oficial, ni un organismo formal, sino la iniciativa libre y espontánea de un grupo de interesados.

2 pensamientos en “P. Miguel Cruzado Silverii SJ. reconocido “Alumno Distinguido” por la PUCP

  • 15 noviembre, 2016 al 9:02 am
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    Te felicito Miguel, siempre fuiste distinguido desde el colegio, siempre seras dustinguido y ejemplo para cada uno de tus compañeros del glorioso colegio San ignacio de Loyola en Piura, un abrazo amigo sigue adelante eres uno de nuestros lideres, gracias.

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  • 7 enero, 2022 al 8:06 am
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    Felicitaciones, Gaby, desde la primaria fuiste un excelente alumno, caracterizado por tu sencillez, que te llevo a elegir los caminos de Dios. Exitos, amigo, que Dios te bendiga!!!

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