El nuevo asesor de prensa del Papa
Se trata de la designación del periodista norteamericano y numerario del Opus Dei, Greg Burke, como nuevo asesor de comunicaciones de la Secretaría de Estado del Vaticano
Sin lugar a dudas es una respuesta inteligente que pretende frenar el descrédito de la alta cúpula de la Iglesia después de que se revelaran misivas entre el Santo Padre y varios Cardenales en las que se abordan asuntos poco claros del gobierno de la Santa Sede. Y ya que el escándalo nació en los medios de comunicación, el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, y su equipo de colaboradores ha optado por traer a un hombre que conoce al revés y al derecho la relación entre la prensa y el Vaticano.
Sin embargo, la gran pregunta que surge es ¿quién es este periodista? ¿Su trabajo sólo se reducirá a conseguirle entrevistas a Benedicto XVI con Oprah Winfrey o David Letterman? De su hoja de vida se desprende que Burke no es ningún improvisado. Tiene 53 años y hasta el día de su nombramiento se desempañaba como corresponsal para Europa y Oriente Medio de la conservadora cadena estadounidense Fox News. Anteriormente había trabajado para la prestigiosa revista Time y la Agencia Reuters, una de las fuentes informativas más importantes del mundo. Su interesante curriculum se ve ensombrecido por su vínculo con un sector de la Iglesia que siempre genera polémica. Luego de terminar sus estudios en un instituto jesuita de la ciudad de Saint Louis, Missouri (Estados Unidos) y poco antes de licenciarse en literatura comparada en la Universidad de Columbia, conoce y entra al Opus Dei, institución a la que después se integra como miembro numerario.
El flamante puesto que hoy ostenta Burke no será del todo sencillo. Según ha trascendido, el periodista norteamericano ocupará una de las oficinas del tercer piso del Palacio Apostólico, lugar donde labora el personal de más alto rango del Vaticano. En ese contexto surgen dos posiciones: O los cardenales y obispos aprueban la llegada de un periodista o simplemente la rechazan. Por su procedencia ultraconservadora y ser un “laico consagrado” que adopta una vida similar a la de un religioso con votos, Burke podría ser bien recibido e incluso ser considerado uno más. Por el otro lado, el norteamericano podría generar sospechas en un lugar donde se toman muchas decisiones importantes de la Iglesia. En los ambientes eclesiales suele existir mucha desconfianza frente al ingreso de personas nuevas, en especial de laicos, por el temor de que puedan filtrar o revelar informaciones que se manejan con mucho celo y discreción. En ambos escenarios, el trabajo de Burke requerirá de un manejo estratégico y muy dedicado de sus relaciones con la alta jerarquía.
En ese sentido, el periodista ha afirmado en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera que ve “la comunicación de la Santa Sede como un gran barco que maniobra lentamente. No entraré en esa máquina al estilo de los ‘marines’, sino que lo haré con prudencia. Para mí es un desafío. No tengo planes, pero espero poder dar una mano para que esa antigua máquina comunicadora pueda dar un paso hacia adelante”.
Otras dudas que han nacido con la llegada de Burke son ¿cuál será su rol teniendo en cuenta que la Santa Sede ya cuenta con una Oficina de Prensa y una serie de organismos que velan por las comunicaciones de la Iglesia? ¿Cómo queda la figura del Padre Lombardi? En síntesis: ¿Quién manda a quién? Del comunicado oficial de su nombramiento se concluye que él será el vínculo entre la Secretaría de Estado y la Oficina de Prensa y las otras instituciones. ¿Esto quiere decir que el Padre Lombardi pasa a ser sólo el vocero mientras que Burke elaborará la estrategia comunicacional en momentos críticos y de gran impacto para la Iglesia? Al menos eso se infiere de las palabras del norteamericano. “Yo sé que buscan los periodistas. Estoy acostumbrado a seguir el mundo informativo y me creo capacitado para darme cuenta que puede ocurrir con una palabra que se diga o con una noticia que se da. Puedo decir: tengamos cuidado con esto, recordemos aquello, etc”. Y asegura también que su misión será aconsejar y que no tendrá competencias sobre decisiones. Sólo el tiempo dirá hasta dónde puede llegar la influencia de Burke en el Vaticano. Porque todo periodista que asesora a altos dignatarios o autoridades políticas se puede sentir frustrado si sus opiniones no son recogidas o tomadas en cuenta por sus jefes.
La llegada de Burke marca el regreso de los laicos al manejo de la prensa eclesial. Recordemos a Joaquín Navarro Valls, periodista español que fue portavoz del Papa Juan Pablo II durante 22 años. Como nos recuerda John Allen, corresponsal del National Catholic Reporter en Roma, Navarro-Valls antes de su llegada a la Santa Sede había sido corresponsal en Roma para el diario español ABC y luego fue elegido presidente de la Asociación de Prensa Extranjera de Roma. De la misma forma Burke también tiene las credenciales de los medios de comunicación serios del mundo.
Allen también comenta que así como Navarro-Valls era popular entre los otros periodistas de su época, Burke también es muy querido en el actual cuerpo de prensa del Vaticano. Él conoce a casi todos los reporteros y corresponsales en la Santa Sede, ya que cubre informaciones allí desde hace más de 20 años. Por ese motivo su trabajo sería sencillo porque ante una crisis informativa podría hablar con ellos como un colega y amigo.
Al parecer la pertenencia al Opus Dei también fue un punto a favor de Burke a la hora de su contratación. Al igual que Navarro-Valls, el norteamericano es un numerario del Opus Dei, es decir, una persona que reconoce al celibato y al Opus Dei como el centro de su vida. En ambos casos, como sostiene Allen, su pertenencia a un grupo conocido por su ortodoxia doctrinal y lealtad al Papa, sin duda, añade un “sello de aprobación” que abre las puertas del Vaticano.
Por lo pronto, el norteamericano ha dicho que “no se puede arreglar todo y yo no soy hacedor de milagros”. Si bien no es capaz de mover cielo y tierra, al menos su trabajo debe concentrarse en que los laicos recuperen la confianza en la Iglesia y sus principales líderes, quienes parecen repartirse el poder ante la especulada salida de Bertone en octubre próximo.
Imagen: (Reuters) Greg Burke