Laicos se preparan para más responsabilidades

1:00 p.m. | 5 mar 20 (RD/AYO).- Durante tres días se reunieron cerca de dos mil laicos de todas las diócesis españolas, acompañados de obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas. ¿El objetivo? Motivar a los laicos para que analicen su responsabilidad en la Iglesia, cuando hay una intención renovada de seguir el camino del Concilio Vaticano II. Eso se puede sintetizar en dos ideas: sinodalidad (caminar juntos y corresponsabilidad) y llegada a las periferias.

Los cientos de delegados, que llegaron preparados para compartir experiencias de diversas realidades, han quedado satisfechos por lo vivido. Según comentaron, el Congreso ya era un logro en sí, pero fue la plena interacción entre obispos y laicos, y el reconocimiento de la riqueza de la diversidad lo que más ilusiona. Ha sido un paso importante para involucrar al laicado y ahora se espera una continuidad del proceso. Reunimos reseñas de las actividades, reflexiones y reacciones de los participantes.

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Tres días encapsulados para aplicar la primera experiencia sinodal que involucra a toda la Iglesia española. Del 14 al 16 de febrero. En el Pabellón de Cristal de la madrileña Casa de Campo. Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. Sin discriminación o privilegio por la acreditación vocacional colgada al cuello. Ni a la hora de buscar silla en una ponencia, ni a la hora de tomar la palabra en un grupo de reflexión… El pastor, entre su rebaño. Para configurar el Congreso Nacional de Laicos. El lema: “Pueblo de Dios en salida”.

Cerca de dos mil enviados por sus diócesis, familias carismásticas, movimientos, asociaciones y realidades eclesiásticas de todo cuño. El perfil del congresista: variado, con zapato gastado y fe trabajada. No llegaban como paracaidistas. Delegados con un “documento de trabajo” bajo el brazo y el compromiso de ser vaso comunicante de ida y vuelta, para ser portavoces del sentir de su gente y retornar a su lugar de origen con el encargo de aplicar lo allí vivido.

Pluralidad en la diversidad en el núcleo duro, que se trasladaría a un evento sin favoritos ni excluidos. Una memoria difusa obliga a remontarse quince años atrás para encontrar una convocatoria similar sobre el apostolado seglar, que se ideó con buenas intenciones, pero que acabó en la dinámica del “un elegido habla y los demás acatan”. Esta vez, el sueño no se truncaría.

Sesión de apertura. Con impronta femenina. La de una voz en off para una puesta en escena que anuncia un renovado Pentecostés. La de la mayoría de los testimonios a pie de obra recogidos en un vídeo que repasaba cómo se mojan los laicos de norte a sur, sin historias vitales estrambóticas.

Ella dio paso a un listado de hombres que coparían la jornada de estreno. Primero, el nuncio Bernardito Auza, con un mensaje del Papa bajo el brazo. Nada protocolario. Alerta para evitar las “tentaciones” del laico en la Iglesia: “El clericalismo, que es una plaga y los encierra en la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la rigidez y la negatividad, que asfixian lo específico de su llamada a la santidad en el mundo actual”. Unido a esto, Francisco marcaba el objetivo del postcongreso: “No tengan miedo de patear las calles, de tocar las heridas de nuestra gente”.

ENLACE. Papa a laicos españoles: “No tengan miedo de patear las calles y entrar en sus rincones”

Desde Roma se desplazó el prefecto para el laicado, Kevin Farrell, para señalar que la apuesta por los seglares no es una moda de Bergoglio, sino que se trata de “volver a la pureza de los orígenes del cristianismo, que se caracterizó por la presencia de los fieles laicos”. Y, como si de un laico se tratara, se sumó a la reivindicación de “la plena participación en la vida y la misión de la Iglesia a la hora de evangelizar, gobernar y en el ámbito social”.

“Persiste el paternalismo y el clericalismo”

Tras la presentación del Congreso, la primera ponencia, desarrollada por José Luis Restán, hizo un repaso por el recorrido del laicado español, sus problemas y sus retos de futuro. Según los datos que maneja la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, hay un total de 400.000 laicos activos-militantes. Con luces y con sombras.

Entre las primeras, el hecho de que “ha crecido la conciencia de nuestra identidad eclesial y de la vocación y misión a la que estamos llamados los fieles laicos”. Y que, “como Iglesia, reconozcamos los pecados de algunos de sus miembros en lugar de ocultarlos y nos comprometamos a sanar las heridas por ellos provocadas”.

Del mismo modo, “también aumenta la conciencia de que el servicio a los más pobres y vulnerables es una dimensión esencial de la misión y de que nuestras comunidades deben salir al encuentro y acoger a las personas migrantes, personas separadas y divorciadas, personas que sienten atracción por el mismo sexo, enfermos, personas que viven en soledad”.

“Es importante el reconocimiento general de que nos encontramos en un contexto cultural muy plural y el hecho de que muchas franjas sociales están profundamente alejadas de la fe”, leyó Restán, quien tuvo que reconocer, como sombras, que “todavía tiene un peso relevante el “clericalismo”.

“Se detecta una visión de la relación sacerdote-laico basada en la oposición y en el paternalismo que dificulta el crecimiento de los fieles laicos y afecta negativamente a nuestro papel en la Iglesia y en el mundo”, clamaron los laicos, que admitieron “el efecto de la secularización y del relativismo, que también provocan confusión en relación con las verdades de nuestra fe, y una ruptura entre fe y vida que conduce a la erosión de nuestra identidad”.

“Faltan líderes cristianos de referencia y una mejor comprensión de las implicaciones socio-políticas de la fe”, insistieron los laicos, que apuntaron a “una resistencia al cambio derivada de nuestra instalación en viejos esquemas, y por otra parte existe miedo a los nuevos retos”. Unos retos importantes. Un desafío ilusionante.

“Es nuestro momento, y nosotros somos los elegidos”

“Sabemos que el camino no es sencillo”, pero “salimos con el compromiso compartido de seguir potenciando el papel del laicado en la Iglesia”, leyeron, en la ponencia final, una periodista y el obispo auxiliar de Barcelona, como “conclusiones” del Congreso, con representantes de todas las realidades laicales de la Iglesia española. “Un Pentecostés renovado”, como quisieron titular su manifiesto final.

A lo largo de tres días, se han abordado toda clase de problemáticas, retos, deseos y frustraciones de los fieles laicos españoles. La ponencia final presenta las aportaciones de todos los grupos de reflexión, en un “ejercicio de sinodalidad” difícil de encontrar en nuestra Iglesia. Un buen paso adelante.

La reflexión parte de una premisa: “La Iglesia es el pueblo de Dios, misionero y santo”, formado por “hombres y mujeres, cristianos que venían del judaísmo y cristianos que venían del paganismo, apóstoles y maestros, profetas y diáconos, pastores y fieles”. “La Iglesia es Iglesia en salida y, por eso, en toda época la misión renueva a la Iglesia”, y necesitamos renovación.

“Somos una misión” en mitad de “una sociedad secularizada y plurireligiosa” que, nos guste o no, es el que hay. “No hay otro lugar para la misión que este mundo con toda su complejidad”, explica la ponencia. El Congreso se ha vivido como “una experiencia de sinodalidad”, que significa “caminar juntos”, con varias características: La escucha, el discernimiento, la corresponsabilidad y la participación.

Entre los retos de futuro, la ponencia destacó “algunos desafíos antropológicos y culturales a los que estamos llamados a enfrentarnos en nuestro tiempo: el cuerpo, la afectividad y la sexualidad, el papel de la mujer en la Iglesia y en la sociedad; los nuevos paradigmas cognitivos y la búsqueda de la verdad; los efectos antropológicos del mundo digital; la decepción institucional y las nuevas formas de participación; la parálisis en la toma de decisiones por la superabundancia de propuestas; ir más allá de la secularización”.

ENLACE. Ponencia final que sintetiza lo conversado en el Congreso

Palabras de los protagonistas

Angels (Barcelona): “Creo que fue una oportunidad muy importante de encontrarnos a nivel estatal laicos de distintas realidades, y compartir un proyecto común. Me gustó mucho la ponencia de Agustín Domingo Moratalla en el itinerario de vida pública. Habló sobre qué tipo de vínculos tenemos con la sociedad e hizo hincapié en que no somos solo administradores o ayudantes, sino que tenemos un papel misionero y una vocación profética. En muchos sitios hay situaciones complicadas y hay que crear espacios de diálogo para entendernos e intentar no juzgar al otro”.

Antonio (León): “Participé en el congreso representando a los profesores de Religión de León. Siempre viene bien aclarar y reforzar cuál es nuestra identidad y nuestra misión, conocer qué se está haciendo y qué hay que cambiar. En nuestro trabajo previo salió que no siempre tenemos una idea de qué lugar ocupamos dentro de la Iglesia. Yo he tenido la suerte de estar siempre en grupos, y me siento uno más. Vivo mi identidad de laico con total disponibilidad a lo que se pueda necesitar de mí”.

Dulce María (Ciudad Real): “Soy exalumna, profesora y madre del colegio calasancio Hijas de la Divina Pastora, y vengo del grupo que tenemos de misión compartida, además de haber preparado el congreso también desde la parroquia. Empezamos con la misión compartida en 2005, y ahora tenemos un grupo consolidado con las religiosas, dos postulantas y once laicos que nos reunimos cada semana. No somos solo profesores, también hay padres del colegio. De las reuniones luego salen acciones en la escuela, en la parroquia, y cada uno transmitimos ese carisma en el lugar donde estamos; por ejemplo, madres que trabajan en una clínica o en una farmacia. Es también lo que he visto aquí, en la línea de formación a profesionales: el laico no debe estar solamente en la Iglesia, sino que, al sentirse identificado con ella y acompañado, es capaz de transmitirlo luego en cualquier ambiente”.

Juan Manuel y Manuela (Almería): “Llevamos de compromiso eclesial con Cursillos de Cristiandad los mismos 33 años que llevamos casados. Si quieres que haya un itinerario catequético o de adultos, o cualquier proceso dentro de la Iglesia, tiene que haber antes un primer anuncio que vaya abriendo camino. Hay que anunciar que Jesús es el Señor, que se encarnó, nació y murió por todos y luego, enviamos a la gente a sus parroquias para trabajar en la parcela en la que Dios la ha plantado. Lo importante de este congreso es que los obispos nos oigan, porque todavía no tenemos el papel tan relevante que debemos, y del que ni siquiera muchos laicos son conscientes. Debemos aportar nuestra visión de las cosas y del lenguaje que debe utilizar la Iglesia. La gente pasa de los documentos eclesiales, quiere testimonios y las cosas claras, con un lenguaje cercano”.

Rodrigo y Arantxa (Madrid): “Venimos representando al Movimiento Familiar Cristiano de nuestra diócesis. Esperamos que, como fruto de este encuentro, se reconozca la importancia de la familia, y que haya una atención especial, porque se la está atacando mucho. La familia es donde se recibe, se cultiva y se cuida la fe. Hay que ser testigos en nuestro día a día: con nuestros hijos, en el cole, en casa, con nuestro grupo de matrimonios y llevando luz donde no la hay. También es muy importante abrirnos a los demás. La familia no puede quedarse en sí misma, tiene que ser como el vaso que se llena y desborda, para expandirse y transmitir esa gran belleza y regalo de Dios y que las demás familias puedan vivirlo de la misma manera. Estando solo, te apagas”.

Instituir el Congreso de Laicos Permanente

El Congreso de Laicos 2020 celebrado en Madrid se ha convertido en el evento más importante de la Iglesia española en lo que llevamos de siglo XXI y una suerte de catalizador del rumbo de profundización conciliar del Vaticano II que sigue la Iglesia con el papado de Francisco. La experiencia del Congreso ha sido muy buena para prácticamente todos los que hemos estado allí. Fue una vivencia de alegría, inspiradora, conciliadora y conciliar.

En las conversaciones y talleres había un gran consenso sobre la necesidad de emprender de un modo más decidido un modo sinodal de ser Iglesia en España y sus diócesis. El propio Congreso de Laicos puede no ser un hito sino un método, camino. ¿Por qué no constituirlo como un organismo permanente que se reúna cada dos años? Además, habría que constituir congresos diocesanos de laicos, que se reúnan en los años alternos, pero que tengan una estructura que funcione de modo permanente.

Creo que este sería el punto más importante que debería impulsar la Conferencia Episcopal Española en estos momentos de la historia de la Iglesia en España. Hay dos cuestiones clave en ese Congreso de Laicos Permanente: la comunión y la participación… (leer aquí artículo completo).

Información relacionada:
Fuentes:

Religión Digital / Alfa y Omega / Pueblo de Dios en Salida / Vida Nueva

 

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Buena Voz

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