Francisco cambia el nombre de los archivos del Vaticano: ya no serán “secretos”
5:00 p.m. | 15 nov 19 (RD/VN).- Según se informó desde el Vaticano, el Papa estableció, a través de un motu proprio (documento papal), que el Archivo Secreto Vaticano pase a denominarse Archivo Apostólico Vaticano. Un cambio aparentemente mínimo, pero muy significativo, por todo el significado que encierra la palabra “secreto”, y más tratándose del conocimiento de la Historia. Este anuncio se suma a otro de marzo, sobre la documentación referente al pontificado de Pío XII -cuestionado por su actuación durante el nazismo- que se desclasificará a partir del 2 de marzo de 2020.
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Una actualización importante para el Archivo Vaticano
Nacido hace 400 años “del núcleo documental de la Cámara Apostólica y de la propia Biblioteca Apostólica (la llamada Bibliotheca Secreta)”, el archivo papal adquirió su hasta ahora nomenclatura, Archivum Secretum Vaticanum, a mediados del siglo XVII, unos 30 años después de su nacimiento, cuando se integró “en salas adecuadas del Palacio Apostólico” y “creció con el tiempo en notable consistencia e inmediatamente se abrió a solicitudes de documentos que llegaron al Romano Pontífice, al Cardenal Camerlengo y luego al Cardenal Archivista y Bibliotecario de cada uno”.
El primer cambio de relevancia se dio a finales del siglo XIX, en 1881, cuando se produjo la apertura oficial del archivo a historiadores de todo el mundo. Antes, era una práctica habitual la colaboración con muchos historiadores por parte de “custodios y prefectos del Archivo Secreto del Vaticano”, que facilitaban copias y originales. Pero la apertura oficial, como tal, solo se dio entonces.
Como enfatiza Bergoglio, ha sido en esta etapa contemporánea cuando más se ha ahondado en esta vía de colaboración, siendo una práctica habitual de los papas las aperturas parciales de los tiempos que marcaron los pontificados de sus predecesores. Así, si bien es algo que se ha dado “cada vez más, desde León XIII hasta nuestros días”, el mismo pontífice argentino confirma que, “a partir del próximo 2 de marzo de 2020”, se desclasificará toda la documentación “hasta el final del pontificado de Pío XII”; una época sin duda muy demandada por muchos historiadores para poner luz, definitivamente, en su posición frente al nazismo y a favor del pueblo judío.
Para el Santo Padre, si bien se ha ido actualizando “este meritorio servicio eclesial y cultural”, dotándolo los respectivos papas “de personas, medios e incluso nuevas tecnologías”, faltaba profundizar en un matiz: “La misma denominación del instituto”.
“El término ‘secretum’ –detalla Francisco–, que llegó a formar la denominación propia de la institución, prevaleció en los últimos siglos y estaba justificado porque indicaba que el nuevo archivo, buscado por mi predecesor, Pablo V, alrededor de 1610-1612, no era más que el archivo privado, separado, reservado por el Papa”.
Actualmente, debido a “los cambios semánticos progresivos que se han producido en los idiomas modernos y en las culturas y sensibilidades sociales de diferentes naciones, en mayor o menor medida, el término ‘secretum’, vinculado al Archivo Vaticano, comenzó a ser malentendido, a teñirse de tonos ambiguos e incluso negativos”, asumiendo “el significado perjudicial de estar oculto, no ser revelado y estar reservado para unos pocos”.
Puesto que esto representa “todo lo contrario de lo que siempre ha sido y pretende ser el Archivo Secreto del Vaticano”, Bergoglio concluye que, “de ahora en adelante, el Archivo Secreto Vaticano actual, sin nada que cambie su identidad, su estructura y su misión, se llama Archivo Apostólico Vaticano”.
El Archivo atraviesa 85 kilómetros de estanterías en un edificio de dos pisos, ubicado en el sótano del Cortile della Pigna de los Museos Vaticanos. El patrimonio documental conservado en sus vastos depósitos cubre un lapso cronológico de unos doce siglos (siglos VIII al XX). Contiene los archivos históricos de varias instituciones públicas y privadas.
Cada año, el Archivo da la bienvenida a unos 1.500 académicos de más de 60 países. “Este largo servicio prestado a la Iglesia, a la cultura y a los estudiosos de todo el mundo –escribe el Papa en el motu proprio- lo hizo acreedor de estima y gratitud al Archivo Secreto Vaticano, sobre todo desde la muerte de León XIII hasta nuestros días, tanto por la progresiva ‘apertura’ de la documentación puesta a disposición para su consulta (que a partir del 2 de marzo de 2020, por disposición mía, se extenderá hasta el final del pontificado de Pío XII), como por el aumento del número de investigadores que son admitidos diariamente en dicho Archivo y ayudados en todo lo posible en sus investigaciones”.
Francisco abrirá archivo secreto sobre Pío XII: “La Iglesia no tiene miedo de la historia”
Ochenta años después de calzarse las sandalias del Pescador (el 2 de marzo de 1939), el mundo entero podrá, al fin, conocer toda la verdad de uno de los papas más controvertidos de la era contemporánea: Pío XII. Así lo anunció el Papa en marzo de este año, en un encuentro en la Sala Clementina con los superiores, empleados y colaboradores del Archivo Secreto Vaticano. Para el 2 de marzo de 2020 se abrirá de un modo íntegro todo el cuerpo documental relativo al pontificado de Eugenio Pacelli.
Se trata, sin duda, de algo muy esperado por los historiadores especializados, pero también por el gran público, pues sobre Pío XII aún sobrevuela en ciertos ámbitos la sospecha de que no hizo todo lo posible por defender a los judíos frente al Holocausto perpetrado por el nazismo. Sospecha, por cierto, que jamás se dio en vida de Pacelli, que murió en 1958 (sucediéndole Juan XXIII) y al que numerosas comunidades judías agradecieron su apoyo silencioso en un momento ciertamente convulso.
Todo cambió cinco años después, en 1963, cuando se estrenó la obra teatral “El vicario”, en la que su autor, Rolf Hochhuth, acusa al Pontífice que haberse mostrado pasivo ante Hitler. La polémica que se generó entonces puso en la picota la imagen de Pío XII, aceptando muchos sin más la denuncia del dramaturgo. Una controversia que se acentuó en 2002, cuando Costa Gavras llevó al cine la obra teatral.
Con este gesto, Francisco parece querer poner luz de un modo definitivo al pontificado de su predecesor más cuestionado, a quien ha glosado con especial reverencia, recordando que “se encontró guiando la Barca de Pedro en uno de los momentos más tristes y oscuros del siglo XX, agitado y en buena parte rasgado por el último conflicto mundial, con el consiguiente período de reorganización de las naciones y de reconstrucción de la posguerra”.
“Esta figura –explicó Bergoglio– ya ha sido indagada y estudiada en muchos aspectos, a veces discutida e incluso criticada (podría decirse, con algún prejuicio o exageración). Hoy en día, se reevalúa oportunamente y, todavía más, se coloca bajo la luz adecuada por sus cualidades multifacéticas: sobre todo pastorales, pero también teológicas, ascéticas y diplomáticas”.
En este sentido, el papa jesuita ha recordado que, “por deseo de Benedicto XVI”, los responsables del Archivo Secreto Vaticano y los del Archivo Histórico de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano ya venían trabajando, desde 2006, “en un proyecto común de inventario y preparación de la abundante documentación producida durante el pontificado de Pío XII, parte de la cual ya hicieron consultable mis venerables predecesores san Pablo VI y san Juan Pablo II”.
Tras agradecerles su labor, es cuando Francisco ha anunciado “mi decisión de abrir a la consulta de los investigadores la documentación archivística relacionada con el pontificado de Pío XII, hasta su muerte, en Castel Gandolfo, el 9 de octubre de 1958”. “He decidido –ha añadido– que la apertura de los Archivos Vaticanos del pontificado de Pío XII tenga lugar el 2 de marzo de 2020, exactamente un año después del ochenta aniversario de la elección al Solio de Pedro de Eugenio Pacelli”.
“Asumo esta decisión –ha recalcado– después de escuchar el parecer de mis colaboradores más cercanos, con ánimo sereno y confiado, seguro de que la investigación histórica seria y objetiva podrá evaluar, en su justa luz, con la crítica apropiada, los momentos de exaltación de aquel pontífice y, sin duda, también los momentos de graves dificultades, de decisiones atormentadas, de prudencia humana y cristiana, que a algunos podrían haber parecido reticencia y que, en cambio, fueron intentos, humanamente también muy combatidos, por mantener encendida durante los períodos de la oscuridad más intensa y de crueldad la llama de las iniciativas humanitarias, de la diplomacia oculta pero activa, de la esperanza en las posibles buenas aperturas de los corazones”.
“La Iglesia –ha concluido Bergoglio– no tiene miedo de la historia; al contrario, la ama y le gustaría amarla más y mejor, ¡como Dios la ama!”.
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Fuentes:
Vida Nueva / Religión Digital / AICA