Adiós a Rada, la hija de Nikita Kruschev que se reunió con Juan XXIII
8:00 a m| 17 ago 16 (VATICAN INSIDER/BV).- El Papa Juan XXIII recibió en marzo de 1963 a Rada Kruscheva, hija de Nikita Kruschev -quien en ese momento era primer ministro soviético-, junto con su esposo Alexis Adjubej, en un encuentro diplomático que se convirtió en un momento simbólico y positivo hacia el deshielo de las relaciones entre el Kremlin y la Santa Sede. Fue la primera vez que se reunía un papa católico y un representante de la Unión Soviética. Hace pocos días, Rada murió en un hospital de Moscú a los 87 años.
Años antes, en 1961 y de manera inesperada, el mismo Nikita Kruschev envió un saludo al Papa Juan XXIII con una felicitación por su cumpleaños número 80. Loris Capovilla, quien era su secretario, cuenta que el Papa reaccionó con el siguiente comentario: “Podría ser una ilusión, o un engaño, o una instrumentalización; pero si fuese un hilo que la Providencia me ofrece, no tengo derecho a romperlo”.
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La historia ha demostrado la importancia de un gesto inesperado. La “diplomacia de las relaciones personales” de Juan XXIII dió comienzo en el año 1963 al deshielo con el Kremlin cuando la joven rusa fue recibida en el Vaticano con su esposo, Alexis Adjubej. Incluso, según la agencia AP, la pareja fue sido asignada a un grupo más grande que se recibió en audiencia, sin embargo el Papa luego los invitó a conversar en un ambiente privado.
“Para disolver la rigidez de la geopolítica, servía la sonrisa del Papa bueno –explica el historiador católico Agostino Giovagnoli-. La Ostpolitik se basaba en el respeto hacia la persona, consideraba a los comunistas como individuos y no como expresión de una ideología o movimiento político. Afectos y uniones familiares apaciguaron los vientos de la Guerra Fría”. A partir de ahí la diplomacia de la Santa Sede se acercó a Europa del Este obteniendo espacios de libertad después de décadas de feroz opresión de la Iglesia.
La Secretaría de Estado traducía en pasos formales las “conquistas del diálogo” aplicando la lección de Angelo Roncalli: valorizar lo que une y no lo que divide. Un cambio histórico.
También L’Osservatore Romano recuerda el encuentro entre Juan XXIII a través de la reconstrucción de Rada. “Mi esposo y yo estábamos presentes en la entrega del premio Balzan y, al final de la ceremonia, fuimos acompañados a la biblioteca donde el Papa nos esperaba”. Asistidos por un traductor, “le entregamos un mensaje de mi padre que expresaba aprecio por sus esfuerzos en favor de la paz”. Y “en respuesta el Pontífice nos dio una carta donde deseaba con esperanza futuros pasos en favor de un acercamiento”.
Con emoción, escribe el periódico vaticano, Rada recordaba también cómo Juan XXIII había puesto en evidencia “los orígenes campesinos comunes con mi padre”, -a lo que ella le comentó “Usted tiene las manos grandes y nudosas de los campesinos, como las de mi padre”-, y las dramáticas esperiencias comunes en las dos guerras mundiales. Después “quiso escuchar de mi voz los nombres de mis tres hijos: Alexei, Nikita, ‘como el abuelo’ dijo el Papa, e Ivan, ‘es decir Juan, como yo’, volvió a decir sonriendo”.
Juan XXIII regaló a Rada un rosario y a su esposo las medallas del Concilio. Tres meses después Roncalli muere. Kruschev envía un telegrama de “profundas condolencias”. Y promete: “Conservaremos buena memoria”. El Vaticano II y la Ostpolitik crean ocasiones de conocimiento personal, tiran muros de desconfianza y hostilidad. Hace dos años Rada se mostró emocionada por la canonización de Roncalli.
Describió el carisma de “un partidario de la renovación en su institución, y en una visión más amplia, de la paz en el mundo”. Y reveló: “Sabíamos que en el Vaticano había dos facciones, una a favor y la otra en contra a nuestra petición de un encuentro con el Papa”. El calor de una mano extendida contra la lógica de los bloques contrapuestos. “Al final el Papa nos acompañó a la puerta. Lo que sucedió después es ya conocido”. Roma y Moscú. La calidez del comedor de casa en lugar de la escarcha de las cancillerías.
Rada nació en Kiev en 1929. Después de graduarse de la Universidad Estatal de Moscú, trabajó como periodista en la prensa soviética y rusa, trabajando 50 años para la revista “Ciencia y Vida”. Su esposo, Alexis Adjubej, entre 1950-1960 fue jefe de redacción de Komsomolskaya Pravda e Izvestia.
Fragmentos del libro: “Juan XIII. En el recuerdo de su secretario Loris F. Capovilla”. Entrevista de Marco Roncalli
–Hay quien no cede con estas acusaciones de ingenuidad. Sobre todo, por su actitud ante el Este. ¿El Papa Juan podía haber imaginado el nuevo mapa surgido de la fragmentada Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas?
El Papa Juan venía del campo y era realista. El campesino conoce el ritmo de las estaciones, nadie puede engañarle, sabe que la naturaleza no se puede forzar. Cuando, el 25 de noviembre de 1961, en su ochenta cumpleaños, recibió inexplicablemente la felicitación de Nikita Kruschev, hizo un comentario con aliento bíblico: “Podría ser una ilusión, o un engaño, o una instrumentalización; pero si fuese un hilo que la Providencia me ofrece, no tengo derecho a romperlo”.
La respuesta a la felicitación de Kruschev es del 26 de noviembre y fue enviada al señor Kozyrev de la nunciatura de la Santa Sede en Italia: “Su Santidad el Papa Juan XXIII agradece su felicitación y expresa por su parte, también a todo el pueblo ruso, cordiales votos para que crezca y se consolide la paz universal, a través de felices entendimientos de humana fraternidad. Con ese fin eleva fervientes oraciones”.
–El encuentro en el Vaticano el 7 de marzo de 1963 con Adjubej, yerno de Kruschev, ha sido reconstruido de muchos modos, incluso recientemente. ¿Cuál es la verdad?
El encuentro con Alexis Adjubej y Rada Kruscheva, criticado por algunos sectores de la opinión pública, fue un preclaro ejemplo de diplomacia pastoral. La lectura del informe redactado por el jesuita Koulic, que hizo de intérprete de la conversación, sitúa el asunto en su verdadero marco, lo libera de artificiosos comentarios, lo coloca entre los signos proféticos de nuestro tiempo.
Ante algunos tímidos tanteos de Adjubej sobre la posibilidad de llegar a relaciones directas entre el Vaticano y el Kremlim, el Papa Juan respondió: “… por hoy, ¡la luz de mis ojos en los vuestros! Es ya mucho. Si está en los planes del Omnipotente, daremos otros pasos, inspirándonos en el criterio de la prudencia, que es la primera de las virtudes cardinales, según oportunos acuerdo con mis más inmediatos colaboradores. Dios empleó seis días en crear el mundo; nosotros, que somos menos poderosos que Él, debemos proceder por etapas, sin precipitaciones, preparar a la opinión pública a estos respetuosos contactos. Actualmente, un paso así no sería comprendido. Continuemos, mientras tanto, trabajando en la reconciliación de todos los pueblos con discreción y confianza”.
Fuente:
Vatican Insider