El Cardenal Kasper sobre nueva esperanza para el ecumenismo
5.00 p m| 4 jun 15 (AMERICA/BV).- El cardenal Walter Kasper, presidente emérito del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos fue el orador principal en una conferencia que exploró el impacto ecuménico e interreligioso del Concilio Vaticano II. Este evento además fue parte del noveno encuentro anual organizado por la Red Internacional de Investigaciones Eclesiológicas que reúne teólogos de un amplio espectro de diferentes iglesias y comunidades de fe.
El cardenal alemán expuso sobre una nueva esperanza para la unidad de los cristianos en el siglo 21. Citando a Isaías 43: “Mira que realizo algo nuevo”, el cardenal explicó que el ecumenismo tradicional está siendo transformado por el auge de las iglesias evangélicas y pentecostales, que comparadas con la católica, ortodoxa y protestante, son en su mayoría, expresiones del Evangelio menos institucionalizadas y no dogmáticas.
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Estas iglesias más jóvenes y en pleno crecimiento son más emocionales en sus estilos de adoración y más voluntarista en su organización. No es tanto así como que sus miembros pertenecen a una iglesia, como los de las más antiguas lo hacen, sino que la eligen. En ese sentido representan un desarrollo social contemporáneo en el que las identidades religiosas son más transitorias y las fronteras entre iglesias son más porosas.
Todas las iglesias deben entender esa porosidad como un signo de los tiempos, sugirió Kasper; y las más antiguas deben examinarse a sí mismas respecto a lo que pueden aprender de la evangélica y la pentecostal, que son más recientes. La creciente importancia de estas últimas, comentó, darán nueva forma y renovarán el ecumenismo del siglo 21.
El ascenso de los evangélicos y pentecostales, dijo el cardenal, constituye una cuarta etapa en la historia de las iglesias. La primera fue la divergencia de las iglesias Orientales de las iglesias del Mediterráneo (griegos y latinos) después de los Concilios de Nicea y Calcedonia. Estas antiguas iglesias de Oriente Medio, que se encontraban más allá de los límites del Imperio Romano, nunca aceptaron las doctrinas de los grandes concilios, y es así que a veces se denominan no Calcedonias.
La segunda fase fue la ruptura del Oriente ortodoxo con el Occidente latino en el Gran Cisma en 1054. La tercera fue la Reforma Protestante del siglo 16, que dividió el cristianismo occidental en las ramas protestante y católica.
En dos años (el 2017) las iglesias “conmemoran” el 500 aniversario de la Reforma, pero el significado de ese aniversario para el ecumenismo cristiano es incierto, con un número de participantes reunidos en grupos pequeños, que presentan dudas sobre su función y significado.
El 1999 con la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación” por parte de la Iglesia católica y de la Federación luterana mundial, se superó la principal controversia doctrinal entre católicos y luteranos; y se espera que en algún momento lleguen a alguna forma de observancia conjunta.
Un punto de acuerdo parece ser la antigua fórmula Ecclesia semper reformanda (la iglesia debe estar siempre reformándose) que establece una agenda para todas las iglesias. El cardenal Kasper en su discurso agregó un nuevo giro al pensamiento católico sobre esta cuestión. En el pasado reciente, los pronunciamientos oficiales hicieron una distinción entre los pecados de “los hijos e hijas de la Iglesia” y la santidad de la Iglesia (institucional). Kasper propuso que debemos ir más allá de esa distinción, y “reconocer estructuras de pecado en la iglesia”, lo que implica una necesidad de examinar las estructuras eclesiales y reformarlas, al igual que las personas examinan sus propias vidas y tienen la posibilidad de rectificar lo que no están haciendo bien.
La conferencia del cardenal Kasper fue seguida por una liturgia inspirada en un servicio ecuménico de la Palabra del Papa Pablo VI en la Basílica de San Pablo Extramuros el 4 de diciembre de 1965, que marcó la conclusión del Concilio Vaticano II. Fue la primera vez que un Papa había participado en un servicio ecuménico. Las oraciones de acción de gracias y de petición fueron extraídos de libros de oración anglicanos, luteranos y reformados; las lecturas se tomaron de los documentos del Concilio Vaticano II.
El ecumenismo a futuro recordando el Evangelio
Una forma en que cristianos de diferentes denominaciones pueden acercarse al futuro es siguiendo el ejemplo del Papa Francisco y recordando el Evangelio, fue la propuesta del cardenal Kasper. Luego dijo: “Una iglesia que se remonta a sus orígenes apostólicos va también hacia el futuro.”
En la historia del cristianismo, el Evangelio siempre fue “el motivo fundamental de los movimientos de renovación”, dijo el cardenal. En este sentido, añadió, el Papa Francisco “está posicionado en la mejor tradición de los movimientos de renovación de la iglesia”.
El cardenal Kasper describe al Evangelio como “el mismo en todo momento y en todo lugar”, pero “siempre nuevo”. Francisco “habla de la eterna novedad del Evangelio, que se refiere a sus riquezas inagotables”, dijo el cardenal. El Papa quiere decir, además, que el Evangelio “en su frescura original, rompe con todas las etiquetas y clichés”.
Regresar al Evangelio implica más que regresar al Jesús histórico, también conduce a un enfoque en el Señor resucitado, que nos envía el Espírtu. El cardenal Kasper subrayó que el Evangelio ofrece una base común para el ecumenismo.
El cardenal alemán también volvió la atención al bautismo, señalando su importancia como un sacramento que los cristianos compartimos. Señaló que a través de “un solo bautismo, todos los bautizados somos miembros del cuerpo de Cristo”, aun si está “profundamente herido por las divisiones existentes”.
El “fruto más importante” del ecumenismo no se encuentra en “la multitud de documentos” que surgieron en los últimos 50 años, sino en “el reconocimiento mutuo de unos a otros como cristianos”, dijo. “Lo que tenemos en común es más que lo que nos separa”.
“Eso ya ha dado lugar a una nueva realidad eclesial que no ha sido muy considerada hasta ahora: una aún incompleta, pero sin embargo profunda, comunidad espiritual en un solo Dios y Padre, en el Señor Jesucristo y en el cuerpo de Jesucristo”, concluyó.
Fuentes:
America Magazine / Catholic Herald / Radio Vaticana