Sánchez de Toca: ‘En la historia de la Iglesia han hecho más daño los puritanismos que las herejías’
8.00 p m| 19 mar 15 (VIDA NUEVA/BV).- Aprovechando su visita a tierras españolas, el subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura, Melchor Sánchez de Toca y Alameda, fue entrevistado por la revista Vida Nueva para conversar sobre las distintas tendencias culturales y religiosas del mundo actual. Correcto, pero sobre todo muy sencillo, este sacerdote nacido en Jaca en 1966 conoce bien el anhelo de fe en los hombres, por lo que no duda en pedir una Iglesia abierta a esa sed de trascendencia, tanto de los puros como de los impuros.
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– ¿Hemos desgastado el término “Nueva Evangelización”?
Actualmente no hay palabra que escape a esta ley de la usura, del exceso de uso. Muchas se convierten en fórmulas que no quieren decir nada, y en este caso, la “Nueva Evangelización”, más que una expresión o un lema, debería ser algo que se vive. La evangelización es siempre nueva porque tiene que reiventarse, repensar cómo mostrar el Evangelio a los hombres de hoy. Si no, corremos el peligro de ofrecer respuestas a preguntas que la gente no se hace.
– ¿Y cómo dar respuesta a esas preguntas?
Es muy necesario lo que en el Consejo Pontificio para la Cultura llamamos el “discernimiento cultural”: analizar, examinar las culturas de los hombres, ver en ellas las raíces, esperanzas, anhelos, que pueden servir de puntos de enganche para el anuncio del Evangelio. Esto es importante porque podemos acabar diciendo: hoy en día los jóvenes no van a misa, vivimos en un mundo relativista, secularista, laicista… Empezamos a meter ismos e istas para justificar que nosotros somos los buenos y los demás los malos. Nos refugiamos en un gueto donde decimos: menos mal que aquí estamos los puros. Y eso es lo que el Papa Francisco está tratando de dinamizar.
– Dinamizar… ¿de qué manera?
El Papa lo expresa de muchas maneras, es una fábrica de metáforas, la más conocida es “quiero una Iglesia en salida”, que no se encierre en sí misma. Cuando una comunidad se cierra, el aire se vicia. Hay una tentación permanente de distinguir entre los puros y los otros, y a lo largo de la historia de la Iglesia, han hecho más daño los puritanismos que las herejías. En el siglo III, quienes habían soportado torturas por defender la fe, fueron los que se opusieron más radicalmente a la readmisión de los que habían apostatado por debilidad. Querer una Iglesia de puros es lo que Jesús echaba en cara a los fariseos, y es una ilusión, porque somos unos pobres desgraciados. La Iglesia debe tener entrañas de misericordia y acoger a quien a ella se acerca.
– ¿Cual debería ser el papel de la mujer en la Iglesia?
Las mujeres siempre han sido la columna vertebral de la Iglesia: las voluntarias, las que trabajan en Cáritas, las catequistas… Sin embargo, empieza a darse un fenómeno de huida de estas aliadas tradicionales, y es que son las hijas de las hijas del 68, incapaces de transmitir una fe que ellas mismas no tienen. ¿Qué debemos hacer? La solución no pasa por el sacerdocio femenino, el mismo Papa dice que por ahí no va la discusión… Es necesaria una verdadera incorporación de los laicos a la vida de la Iglesia, sean hombres o mujeres, capaces de tomar decisiones. Si los sacerdotes todavía seguimos considerando a los laicos un poco en minoría de edad (dejamos que lean las lecturas, que lleven la comunión de los enfermos y que organicen la Cáritas parroquial), pero al final el que manda es el párroco… no empezamos a ponerles en valor.
– ¿Por qué las encuestas reflejan un descenso de la práctica religiosa?
Las estadísticas puramente cuantitativas parecen dar razón a la teoría de la secularización: en las sociedades modernas, a medida que aumenta el progreso económico y científico, las cifras de practica religiosa descienden. Y esto es verdad, basta con mirar el caso de España. Lo que ocurre es que esto se da solo en el mundo occidental; en África y Asia, el problema de la secularización no se plantea porque no se entiende que un cristiano no practique. Y si miramos los datos cualitativos, vemos que, efectivamente, hay una búsqueda religiosa: la difusión de fenómenos como la Nueva Era, cultos de tipo pentecostal, carismático, sincretista… son indicios de un despertar religioso. De hecho, estamos viendo que, en sociedades muy ricas y tecnológicamente avanzadas como los países del Golfo, hay un aumento de la religión. Aumento preocupante, porque ha aumentado la forma más intransigente y más radical del islam.
– ¿Es realmente posible el diálogo entre islam y cristianismo?
Yo creo que sí, y realmente hay ejemplos a lo largo de la historia. El problema es con qué tipo de islam dialogamos: cuando la religión se convierte en una ideología o un pretexto, como ciertas formas del islam fundamentalista, se convierte en un abuso de la religión, en una forma patológica. Sin embargo, los verdaderos creyentes se entienden entre ellos: cuando una persona tiene una profunda experiencia de Dios, reconoce la experiencia de Dios en otro, aunque esta sea diferente. Es posible el diálogo entre los que van buscando la Verdad, sin quererla poseer.
– ¿En qué momento la libertad de expresión se convierte en ofensa?
La opinión común en una sociedad pluralista moderna dice que la libertad de expresión es un valor constitutivo en el que no puede haber restricciones, y si alguien se siente ofendido tiene que acudir a los tribunales. Pero esto no es verdad. Si un periódico publicara artículos antisemitistas o racistas, sería retirado porque incita a la violencia; de hecho, si Charlie Hebdo hubiese publicado viñetas ofensivas contra los homosexuales, habría sido censurado. Parece que hay dos criterios de medida: en nombre de la libertad de expresión se puede ridiculizar la religión, pero no se puede incitar al odio racial. La sátira y la crítica a las personas y a las instituciones, aunque sean instituciones sacras, siempre es buena. Pero aquí se estaba hablando de ofensas a Dios mismo, de blasfemia.
Nueva Evangelización en Getafe
Fuente:
Revista Vida Nueva