Mujeres en diálogo con la Santa Sede
11.00 p m| 14 nov 13 (AMERICA/BV).- En la JMJ en Brasil, el Papa Francisco se reunió con los obispos nacionales el 28 de julio y describió los desafíos que enfrenta ahí la Iglesia: “No debemos reducir la participación de la mujer en la Iglesia, sino promover su participación activa en la comunidad eclesial”. Si se pierde la participación de la mujer, dijo Francisco, la Iglesia “corre el riesgo de convertirse en estéril”.
Cinco colegas mujeres en la filantropía católica y quien escribe, hemos tenido el raro privilegio de reunirnos en privado con los prefectos de las congregaciones pontificias y los presidentes de los consejos pontificios. El propósito de nuestras reuniones con los cardenales en Roma, los líderes de más alto rango en la Iglesia Católica, es específico en su simplicidad: para discutir el papel de la mujer en la Iglesia y oportunidades para elevarlas a posiciones de liderazgo significativo en la Curia romana. Artículo de Kerry Alys Robinson publicado en America Magazine.
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Somos mujeres profesionales que se preocupan por la Iglesia y representamos familias con décadas de servicio a la Iglesia global. Hemos estudiado la teología católica en maestrías y doctorados, inmersas en la eclesiología y el derecho canónico, criamos a nuestros hijos en nuestra fe y nuestra vida dedicada a servir a la Iglesia filantrópica. Hemos visto a la Iglesia en su mejor momento: mujeres y hombres, religiosos y laicos, que viven una vida de santidad impresionante, defendiendo la justicia, aliviando el sufrimiento, proporcionando la catequesis, la educación y la salud, ofreciendo misericordia y esperanza, y promoviendo la paz.
Estos hombres y mujeres se asemejan a Cristo, y a través de ellos el mundo está al tanto de la presencia de Dios. Y porque estamos dedicados radicalmente en ayudar a la Iglesia a prosperar, prestamos especial atención cuando no está a la altura de su potencial o manifiesta cualidades innobles: la arrogancia, la exclusividad, el miedo, el control, el clericalismo o mala gestión. Cuando estas cualidades quiebran la confianza, se margina a la gente hambrienta por el Evangelio, se compromete la vida sacramental y el resultado es una gran cantidad de personas que se alejan de la Iglesia.
Una conversación se inicia
Chantal Götz, la eficaz y visionaria presidenta de la Fundación Fidel Götz con sede en Liechtenstein, ha continuado la tradición familiar de cultivar relaciones con los líderes del Vaticano para informar mejor los efectos de su filantropía. La familia Götz sabiamente observó que sería de beneficio mutuo para las mujeres jóvenes que representan a las fundaciones católicas de su familia y para los cardenales que representan a la Curia romana, conocerse y establecer relaciones para servir mejor a la Iglesia. En octubre de 2007 nos embarcamos en nuestra primera serie de reuniones privadas con los cardenales en Roma (durante una semana) para abogar por las mujeres.
No fue fortuito que al principio de su pontificado, el Papa Benedicto XVI lamentara la escasez de mujeres en puestos de alto nivel en la Curia romana. Teníamos muchas ganas de responder a su pesar y promover ejemplos concretos de su llamado profético subsiguiente para los laicos para que sean corresponsables de la Iglesia.
Mis colegas y yo aprendimos hace mucho tiempo que no hacer nada es ser cómplice, por lo que acogimos con beneplácito la oportunidad de ir a Roma para promover el rol de la mujer. Nuestra pasión por este objetivo viene, en parte, de la creencia de que las mujeres merecen ser igualmente valoradas, el experimentar ser igualmente valoradas y que se les confíe liderazgo y responsabilidades de toma de decisiones en la Iglesia.
La dignidad de la persona humana es el corazón del cristianismo, y nuestro interés por estas conversaciones también está profundamente arraigada en nuestra convicción de que el valioso liderazgo femenino es lo que merece y necesita la Iglesia para poder crecer en su potencial y ser más eficaz en su misión. Al no atender adecuadamente el liderazgo de las mujeres, la Iglesia se pierde del talento de la mitad de las personas hechas a imagen y semejanza de Dios. Las mujeres aportan experiencias únicas y enfoques alternativos a los desafíos. Cuando las empresas y los gobiernos aumentan el porcentaje de mujeres en el liderazgo, aumenta la prosperidad. La Iglesia se beneficiará también de ello, en términos de riqueza espiritual.
Como prueba de la receptividad de los cardenales, hemos sido invitadas de nuevo en varias ocasiones. La reunión más reciente se llevó a cabo este mes. Se nos ha recibido con calidez y genuino interés en el análisis de los retos y recomendaciones concomitantes. Nos reunimos con cada presidente en su dicasterio, y muchas veces pudimos conocer a su personal más cercano. Nos invitaron al palacio papal y celebramos la Eucaristía en la cripta de la Basílica de San Pedro, y quedamos muy agradecidas por la sinceridad con que los cardenales escucharon y tomaron en serio estas discusiones.
Nos hemos reunido con los Secretarios de Estado, entre ellos el recién nombrado arzobispo Pietro Parolin, los prefectos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para los Obispos, los presidentes de los Consejos: para la Justicia y la Paz, para la Promoción de la Unidad Cristiana, para el Diálogo Interreligioso, para la Cultura y para las Comunicaciones Sociales, y también con el presidente de Caritas Internationalis, el secretario de la Congregación para el Culto Divino, el director general de Radio Vaticano y el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, entre otros.
Nuestra tesis es la siguiente: Cuando una joven católica, sobre todo de Occidente, se ve en el paisaje de su vida profesional, sabe que puede alcanzar altos niveles de liderazgo en cualquier sector o industria. Pero cuando esa misma mujer discierne una vocación de servicio a la Iglesia que ama, se encuentra muy a menudo con limitaciones en su desarrollo. No puede mostrar a plenitud sus competencias en el servicio que desea brindar a su Iglesia, y es así que orienta su atención hacia el mundo secular, donde pueda sobresalir, ser promovida y apreciada, dirigir y servir a plenitud. La Iglesia se convierte en cada vez menos relevante para ella y, por extensión, cada vez menos relevante para sus hijos, tanto niños y niñas.
Soluciones prácticas
Durante nuestras visitas, algunas soluciones prácticas son discutidas seriamente y en detalle: Ampliar el número de mujeres en puestos profesionales en cada dicasterio. Aumentar el número de mujeres que se desempeñan en los consejos consultivos de cada congregación pontificia, y ampliar el número de candidatas llamadas a servir en las funciones de asesoramiento. Restaurar las mujeres en el ministerio diaconal. Nombrar mujeres para el cuerpo diplomático y al apostolado de las comunicaciones. Garantizar que en la selección de obispos, uno de los criterios a ser tomado en cuenta en los candidatos incluya la capacidad de relacionarse bien con las mujeres. Revisar el Leccionario actual y recuperar los pasajes de las Escrituras con las mujeres como protagonistas que han quedado fuera de las lecturas escuchadas en Misa. Ponderar el efecto y el impacto que dicha exclusión ha tenido a través del tiempo en la catequesis y en la participación de las mujeres y las niñas en la vida de la Iglesia.
También abordamos las percepciones que muchos tienen de la Iglesia con respecto a su trato a las mujeres. Una sugerencia es considerarlo como tema para la próxima celebración del Papa de la Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero, “La Iglesia en solidaridad con las mujeres y las niñas”. Las percepciones importan. Si muchos perciben que la Iglesia se inclina hacia la exclusión, la Iglesia debe abordar y corregir esa percepción. Nos enamoramos de la Iglesia, en gran parte debido a su profundo testimonio sobre la dignidad de la persona humana y la defensa de los más necesitados. Las mujeres y los niños se ven desproporcionadamente afectados por la pobreza, la enfermedad, la guerra y la hambruna. Ellos, los más vulnerables, son el rostro de la humanidad para el que la Iglesia extienda la opción preferencial.
Hablamos sobre el suministro de recursos para los periodistas de Radio Vaticano y otros medios de comunicación para cubrir iniciativas realizadas por las mujeres en todo el mundo para reducir la pobreza, erradicar la trata de personas y educar a los pobres, al igual que las mujeres heroicas religiosas en Siria, que eligen quedarse en el país para atender a los huérfanos. Estas son las historias de fe, las historias de misericordia y el coraje que nos inspiran a ser mejores personas.
En nuestras reuniones con funcionarios del Vaticano hemos sido defensoras apasionados de las religiosas. Durante las décadas de filantropía colectiva de nuestras familias, son las religiosas las que han sido el centro del escenario de ministerios convincentes, valientes y eficaces a nivel mundial. Promover, celebrar y expresar gratitud por sus vidas, liderazgo y ejemplo es justo.
Nuestros debates y recomendaciones son a nivel aspiracional y práctico. Ofrecemos pasos sencillos e inmediatos que se pueden tomar y proyectos más detallados que requieren trabajo duro y perseverancia. Una propuesta práctica que hemos defendido es proporcionar cuidado diurno en el Vaticano para que los padres y especialmente las madres de los niños que trabajan tengan un lugar seguro y confiable donde dejarlos. Del mismo modo, hemos recomendado que se forme una red de mujeres que trabajan en el Vaticano para se apoyen y promuevan una a la otra.
Somos conscientes de que hay muchas más ideas dignas de consideración, y animamos a una discusión a nivel mundial entre los fieles. ¿Cuáles son los obstáculos que pueden eliminarse con el fin de nombrar a mujeres laicos al Colegio Cardenalicio? Tal vez el Papa Francisco podría invitar a las mujeres a unirse a su comité de asesores sobre la reforma de la Curia. Tal vez podría crear un Consejo para la Promoción de la Mujer en la Iglesia, y reclutar mujeres (y hombres) de todos los continentes para servir.
La Iglesia debe aprovechar la experiencia de las religiosas que han contribuído con su liderazgo a sus congregaciones a nivel internacional. Estrategias para la evangelización se reforzarían significativamente con el aporte de las mujeres. Las mujeres pueden ayudar a nuestra amada Iglesia a que sea más santa, más eficaz, más relevante, más acogedora y más fiel en su misión.
Resaltamos los exitosos esfuerzos que promuevan la participación activa de las mujeres en la Iglesia. A menudo nos han hecho conscientes de estos ejemplos a través de nuestra filantropía. Evaluamos como tendencias positivas el creciente número de mujeres que se desempeñan como cancilleres y como otros líderes diocesanos de alta dirección. Un precepto fundamental es la importancia de quienes son invitados a sentarse en la mesa de la responsabilidad y la toma de decisiones. La diversidad en la perspectiva y experiencia resulta ventajoso. Nos asalta la convicción de que teniendo padres, especialmente madres, presentes cuando se tomaron las decisiones durante la crisis de los abusos sexuales de la Iglesia, los resultados habrían sido diferentes.
En los Estados Unidos, la Mesa Nacional de Liderazgo sobre Gestión de la Iglesia, en la cual me desempeño como directora ejecutiva, aboga por el papel de los laicos, sobretodo de aquellos líderes ejecutivos de alto nivel en todo el mundo secular cuya perspicacia financiera, experiencia en gestión y en recursos humanos, y con habilidades de comunicación, podrían beneficiar a la Iglesia. Desafíos temporales y complejos que enfrentan los líderes eclesiásticos se resuelven con la ayuda de estos líderes con experiencia y compromiso.
En la década transcurrida desde que la mesa se formó, hemos sido muy conscientes de un subproducto de la participación de los laicos: la evangelización. Esta es una lección importante. Cuando una mujer profesional es reconocida por la habilidad, experiencia y competencias que posee y es invitada a compartir esos talentos al servicio de la Iglesia, es mucho más probable que se involucre y comprometa.
Ansias de liderar
No son sólo las mujeres ejecutivas de alto nivel las que la Iglesia se arriesga a perder. Hay muchas mujeres jóvenes bien educados que son capaces y están deseosas de aplicar su liderazgo al servicio de la Iglesia. Muchos jóvenes adultos tienen una experiencia positiva de la Iglesia, mientras están en la universidad, después de la gradución su relación con la Iglesia queda a la deriva. Durante años se ha argumentado que volverán cuando se casen, tengan hijos o experimenten una crisis. Sin importar la pobreza estratégica de ese plan, el hecho es que no está funcionando.
Para hacer frente a este reto directamente, el “Saint Thomas More Catholic Chapel and Center” de la Universidad de Yale, junto con la Mesa de Liderazgo, crearon “Esteem” (Engaging Students to Enliven the Ecclesial Mission = Abordando estudiantes para animar la misión eclesial), un programa de formación de líderes para jóvenes adultos actualmente presente en 12 universidades en los Estados Unidos. Guiados por un plan de estudios de un año de duración y ubicados con mentores en sus respectivos campos profesionales de interés, los mejores y más brillantes estudiantes católicos se preparan para aportar con su liderazgo en los consejos pastorales parroquiales, consejos de finanzas diocesanas y en las juntas de las organizaciones católicas no lucrativas, inmediatamente después de su graduación. Preparando e invitando a los jóvenes a dar lo que mejor saben hacer en el servicio a la Iglesia en roles de liderazgo, los mantiene comprometidos más profundamente y durante mucho más tiempo. Esa exposición ante otros jóvenes adultos, comunica a su vez que son valorados. Y la Iglesia se beneficia.
Queremos animar a todos los que tienen el mejor interés de corazón en la Iglesia, a que se unan y contribuyan con esta amplia conversación, iniciada por las generaciones que nos precedieron, y ofrecer ideas creativas, soluciones prácticas y perspectivas diversas. Concedamos una voz, con fe, elocuencia y profética a la importancia de los derechos bautismales y responsabilidades de cada miembro de la Iglesia, y seamos parte de la transformación global de la conciencia que celebra, invita, afirma y fomenta el liderazgo de las mujeres al servicio de la misión de la Iglesia.
Kerry Alys Robinson is directora ejecutiva de la “National Leadership Roundtable on Church Management”.
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