Divorciados vueltos a casar: centro del Sínodo sobre la familia
9.00 p m| 15 oct 13 (ALETEIA/BV).- En la conferencia de prensa que Jorge Bergoglio brindó en el vuelo de regreso de Río de Janeiro a Roma, en julio pasado, una de las preguntas versó sobre el tema de los divorciados vueltos a casar que, hasta ahora, están privados de participar de la comunión. La respuesta del Papa fue que ese tema sería tratado en el marco “de la totalidad de la pastoral matrimonial”.
El complemento a esa respuesta llegó con la convocatoria a un Sínodo, anunciado hace algunos días, de carácter “extraordinario” y estará dedicado a “los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. Tendrá lugar dentro de un año, del 5 al 19 de octubre de 2014.
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Una de las decisiones importantes que se tomaron en la reunión de Francisco con los ocho cardenales elegidos por él para ayudarle en el gobierno de la Iglesia, ha sido, además de renovar el funcionamiento del Sínodo de los Obispos, plantear la pastoral familiar y los problemas que sufre, donde el divorcio es uno de los temas más resaltantes. Además de la convocatoria al Sínodo, alertó que podría tener un funcionamiento permanente, incluso on-line, con reuniones en etapas para mejor decidir sobre los problemas que se estudian y a los que se quiere responder con acciones y actitudes pastorales de una Iglesia que tiene como misión curar, salvar, mostrarse como madre llena de misericordia.
“Todos sabemos que cuando un matrimonio se rompe no es un paseo, y también conocemos la importancia de algunos vínculos familiares reconstruidos y nuevos matrimonios. Hay que acabar con el prejuicio de que los divorciados están fuera de la Iglesia, no es verdad en absoluto, ante todo porque son bautizados”. Lo ha afirmado monseñor Vincenzo Paglia, presidente del Consejo Pontificio de la Familia a propósito del anuncio por parte del Papa Francisco de un nuevo Sínodo sobre la familia previsto para octubre de 2014. El de los divorciados vueltos a casar es uno de los temas más controvertidos sobre los que se centra el debate sobre la familia ante las situaciones cada vez más “variadas” que afectan a los núcleos familiares.
Los divorciados vueltos a casar, como es sabido, no pueden volver a casarse por la Iglesia y no pueden comulgar. Sin embargo, “si bien en nombre de la verdad, la Iglesia anuncia, defiende, promueve el valor (bien) indisoluble de la unión conyugal, no puede dejar de manifestar y hacer presente la misericordia y el perdón de su Señor a cuantos -por causas diversas- han faltado a su designio de amor”. Por esto, la Iglesia se ha preocupado de explicar que la prohibición de la comunión eucarística “no tiene nada de vengativo o de punitivo”, y de indicar “los caminos que están abiertos: la participación en la liturgia penitencial y eucarística (arrepentimiento interior y comunión espiritual); la participación en la vida de la Iglesia y en las iniciativas de caridad y de justicia en el mundo” (Famiglia cristiana, 17 septiembre).
El tema lo lleva muy en el corazón el Papa Francisco, que ha recomendado en más de una ocasión la necesidad de una actitud de “acogida cordial” para que los fieles “se sientan en casa”. Además de las declaraciones antes mencionadas en el avión después de la JMJ, en septiembre, ante los sacerdotes de Roma, declaró que el deber de la Iglesia era “encontrar otra vía, dentro de la justicia”, para estos creyentes.
Un salto adelante ha llegado de la diócesis de Friburgo, que ha publicado recientemente un documento para la pastoral de los divorciados vueltos a casar, titulado “Ayuda para el acompañamiento espiritual” en el que están previstos recorridos de discernimiento espiritual en virtud de los cuales, en determinadas condiciones (la prueba de que una vuelta al primer cónyuge no es verdaderamente posible, y que el primer matrimonio, con la mejor voluntad, no es vivible; el reconocimiento de la propia parte de la culpabilidad en la separación; el compromiso en una nueva relación conyugal sólida) se abriría la posibilidad de acceder a los sacramentos (www.lavie.fr, 8 octubre).
Pero los obispos alemanes han expresado sus reservas sobre este documento, y el propio arzobispo de Friburgo y presidente de la Conferencia Episcopal alemana Robert Zollitsch (el cual ha afirmado que el documento fue publicado “sin él saberlo”) lo define una “contribución a la discusión para las consultas de la Conferencia Episcopal alemana”, pero que en ningún caso debe “anticipar las reflexiones a nivel federal” y para el que son necesarias “aclaraciones fundamentales a nivel de la Iglesia universal” (www.konradsblatt-online.de, 10 octubre).
También desde la Santa Sede ha llegado una cierta distancia. “Proponer particulares soluciones pastorales por parte de personas o de entes locales -afirmó el portavoz vaticano padre Federico Lombardi- corre el riesgo de generar confusión”, mientras que el Papa al convocar al Sínodo sobre la familia resalta la forma como “debe llevar adelante la reflexión y el camino de la comunidad de la Iglesia, con la participación responsable del episcopado en las distintas partes del mundo”.
Y no termina aquí: “El de los divorciados vueltos a casar -añadió monseñor Paglia- así como el de la convivencia, son temas que el Papa quiere que se afronten. Después del Sínodo de 2014 habrá una segunda cita en 2015 con un grupo aún más amplio de obispos para tomar decisiones sobre este tema” (Asca, 10 octubre).
Fuentes:
Aleteia / Infobae