Encuentro del Padre General Adolfo Nicolás S.J. con los jóvenes en Lima
Durante el Coloquio los jóvenes se dividieron en grupos para reflexionar los retos que significan los espacios de conflicto, las fronteras, a los que La Compañía está llamada a atender. La reunión tuvo dos momentos claves, el primero fue la intervención de cinco jóvenes, participantes del Coloquio, que presentaron al Padre General las dudas y los retos les suscitó la reflexión sobre cinco de las fronteras que tiene la sociedad peruana: religiosa, cultural, política, económica-social y ecológica. La segunda parte contó con la respuesta y el mensaje del Padre General a los jóvenes.
El encargado de presentar al Padre General fue el jesuita Tito García, quien también presentó a los jóvenes que hablaron sobre las fronteras trabajadas durante el Coloquio. La presentación sobre la frontera religiosa la realizó la joven cusqueña de la pastoral de Quispicanchis, Karem Farfán, quien propuso como tema la preocupación por la escisión que existe entre la vida personal de los creyentes y la fe, y el reto que la inculturación representa dentro de la Iglesia.
Sobre la frontera cultural, Dianne Cornejo de la CVX de Arequipa, señaló la falta de reconocimiento de las diferentes identidades en nuestra sociedad, y a la vez propuso que la Pastoral juvenil jesuita se convierta en un espacio de convivencia, encuentro e intercambio entre las diversas realidades culturales de nuestro país. La exposición sobre la frontera socio-económica estuvo a cargo de Freddy Solano, joven integrante de la comunidad Sal Terrae de Lima, quien mencionó que a pesar del crecimiento económico del país, aún persiste la desigualdad, las carencias educativas y la mala calidad de la salud. Ante esa realidad deshumanizadora, afirmó, los jóvenes podemos aprender a salir de la vida cotidiana para salir al encuentro generoso con los demás compartiendo nuestra vida.
La frontera política fue abordada por Javier Dávila de la CVX de Chiclayo, quien expuso el reto que representa la corrupción, el nepotismo, la injusticia y toda forma de abuso del poder que forman parte del quehacer político actual. Los jóvenes, aseveró, tienen que involucrarse en toda forma de acción política, y en el caso de los jóvenes ignacianos, desde el compromiso ético cristiano guiado por el discernimiento y el magis. Finalmente, la frontera ecológica fue presentada por Rubén Paredes de la CVX de Chiclayo, quien presentó la preocupación por la vulnerabilidad de las poblaciones más pobres frente a los retos ambientales a pesar de que que la naturaleza debería representar el hogar común de los hombres, y también la presencia amorosa de Dios Padre.
El Padre General respondió con claridad y generoso ánimo a las presentaciones que los jóvenes hicieron sobre las fronteras. En este sentido, afirmó que vivimos en un mundo atravesado por la crisis, el cambio y el caos que, al igual que las fronteras mencionadas, representa un reto para el conjunto de los hombres y las mujeres. Resaltó que en el caos también se abren tiempos de nuevas y grandes oportunidades para la creatividad, característica propia de los jóvenes.
El Padre Adolfo Nicolás, mencionó que para los jóvenes el camino tiene tentaciones y dificultades, y que no debe primar la impaciencia, el desánimo y la desesperanza cuando quisiéramos que las cosas fueran de otra manera. La paciencia es la fortaleza del débil y el amor la respuesta que transforma todas las cosas. Este es el motor de todo cambio y está en el centro de la experiencia cristiana, tal como lo recordó Benedicto XVI en su primera encíclica Deus Caritas Est.
El Padre Adolfo Nicolás afirmó que los jóvenes tienen que prestar atención a lo que Dios va haciendo en sus corazones, cómo va entrando en la vida de cada quién y transformándola. En esta línea, señaló que lo más importante es saber por dónde actúa Dios en el corazón y la historia propia. Dios puede hacer la vida más humana, más alegre y con más esperanza. Para ello, cada joven debe darlo todo en lo que le ha tocado estar, en aquello a lo que está llamado a ser. Todo joven tiene el derecho a realizarse en los aspectos que mejor hace, siempre de manera generosa y abierta a los demás. Esta dedicación va de la mano con la creatividad para responder a los retos que el mundo actual presente. Todo acto creativo debe también ser sabio, perseverante y crítico.
El Padre General recordó que los jóvenes tienen la misión de desarrollar un gran sentido de humanidad que los haga capaces de sentir, en las buenas y malas, con los demás; de poder estar en el lugar de los otros y poder escuchar, comprender y servir. La amplitud humana, recordó, permite vivir sincera y espontáneamente con los otros. El P. Adolfo Nicolás terminó su charla señalando que más allá de las oscuridades y las luces de la vida siempre hay personas, “el rostro de mis hermanos”, que esperan algo de cada uno.
Texto de Rolando Iberico Ruiz.