P. Pagola: ‘Jesús estaría hoy con los que se están quedando sin nada’
La conferencia del P. Pagola, “No podéis servir a Dios y al dinero”, fue un llamado con desesperación para despertar a los cristianos, para que dejemos de ser solamente “mirones pasivos de la desnutrición del mundo” porque sin duda en estos días “Jesús estaría con los que se están quedando sin nada”. Dio a entender que si las soluciones no las vamos a encontrar en las instituciones, debemos sentir la iniciativa de tender la mano a quien lo necesite.
El tema de los valores éticos en tiempos de crisis también recibió atención y en el penúltimo día se proyectó la película “Elefante blanco”, dirigida por Pablo Trapero y que cuenta la historia de dos sacerdotes que anteponen el bienestar de los necesitados (en una barriada de Buenos Aires) por encima de los intereses de autoridades políticas y eclesiásticas, aún rodeados de una abrumadora corrupción, consolidando un apostolado que los llevará hasta arriesgar sus vidas.
En el último día del Congreso, el P. José Antonio Pagola presentó la conferencia “No podéis servir a Dios y al dinero” y es esa la presentación en que vamos a centrarnos para finalizar este post. Inició su exposición con tres gritos proféticos de Jesús: un rechazo tajante al capitalismo neoliberal que se ha convertido en una dictadura casi mundial, un llamado a la compasión, y el necesario recordatorio de que “los últimos tienen que ser los primeros”.
En realidad, toda su ponencia es un grito profético en sí misma, una acusación de las que no dudan en blandir el dedo índice, porque es necesario señalar la degradación “de nuestra tierra pequeña”, el concepto de bienestar “insensato y deshumanizador” que no nos hace vivir mejor sino perseguir cifras mejores, y las “falsas soluciones” que anulan toda posibilidad de cooperación y sólo pretenden salvar el sistema.
“Veremos cuánto aguante tenemos”, suspira Pagola. Pero a continuación recuerda que en la miserable Galilea de los impuestos y las sinagogas, un hombre “que caminaba como un indigente, libre”, apareció de pronto a romper los esquemas: “No es verdad que la historia tenga que discurrir inexorablemente por los caminos del sufrimiento que pretenden los poderosos”, afirma, y entonces, cuando los oyentes parecen haber recuperado la esperanza, Pagola anima a todos “los profetas del Reino, los centinelas incansables, los hombres y las mujeres indignados” a atreverse a actuar fuera del sistema. “De la religión del templo, de la ley del sábado”.
Aquel hombre de Nazaret insultó a los ricos de su tiempo por el ansia de acumular, que también es la misma desde entonces: “la lógica del capitalismo, seguir llenando graneros irracionalmente”. La misma riqueza inicua, el mismo dinero injusto, “que cada vez exige más víctimas”, que “sustituye a los seres humanos por cifras” y les hace pensar que todo es poco para estar satisfecho.
“La Iglesia ha dramatizado la culpa, se ha vuelto hipersensible al pecado y, sin embargo, ha relativizado el sufrimiento”, se queja Pagola, para luego criticar el “aislacionismo mental” que nos permite vivir “como mirones pasivos de la desnutrición del mundo”. Pagola se hace estos reproches como ser humano, pero en particular como cristiano:”Hemos logrado adorar al crucificado ignorando a los crucificados de hoy”.
Por último, Pagola encara la parte decisiva de la conferencia, en la que se ha comprometido a proponer salidas a la crisis más allá de este tipo de congresos. Habla sin tapujos de una vida más pobre, más sobria, de que es previsible el crecimiento del “egoísmo social”, pero que también es el momento de compartir, de ser responsables al consumir, de redefinir el bienestar.
“Jesús estaría hoy con los que se están quedando sin nada”, afirma Pagola antes de despedirse, “con los ciudadanos de segunda categoría que a partir de ahora van a distinguirse porque no podrán pagar”. Y lamenta, como Jon Sobrino, que no haya en la Iglesia una voz para quienes se están quedando sin voz, ni tan siquiera una voz “contra los que tienen demasiada voz”. “La jerarquía católica tendría que salir como por instinto a defender a los que sufren”, culmina el teólogo. “Pero para ello tendría que quererlos”.
Con la exposición del P. Pagola y un espontáneo homenaje al recientemente fallecido cardenal Martini se dio por culminado el Congreso. Según describen los mismos organizadores, la motivación que mantiene vivo año a año este encuentro es contar con el testimonio de personas que relaten experiencias, que puedan exponer los problemas candentes de la calle.
Se vuelve una necesidad dialogar sobre estos momentos tan dramáticos producidos por la crisis global, contar con especialistas que analicen la realidad críticamente, sin embellecerla, y teólogos y teólogas que aporten luz y esperanza con propuestas y alternativas en la oscuridad del presente.
Por Irene López Alonso. Extracto de artículo publicado en el Blog Religión Digital.