Un trío que cuenta con la confianza del Papa
El alemán, Monseñor Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y Presidente de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, de la Comisión Teológica Internacional y de la Pontificia Comisión Bíblica, fue el último (de los tres mencionados) que recibió el cargo. Más estos nombramientos se inscriben en la dinámica de la amistad y de la confianza. El Papa confía a fondo en Müller, Koch y Ouellet y puede tratar en secreto y directamente los temás más delicados e importantes de los dicasterios romanos.
Cierto es que en 2008, declaraba que “la teología de Gustavo Gutiérrez es plenamente ortodoxa”. Y, de hecho, es casi la única a la que el ex Santo Oficio no ha puesto pega alguna durante todos estos años de condenas de casi todos los demás teólogos de la Liberación.
Para Müller, siguiendo la estela de su maestro, el Papa Ratzinger, hay “varias teologías de la Liberación”. Y, como el Papa, siempre condenó la teología de la liberación marxista o contaminada de marxismo, para defender, igual que el Papa, la “auténtica Teología de la Liberación”.
El suizo, Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, fue creado cardenal por Benedicto XVI en 2010. Es doctor en teología y también trabaja en la comisión de Justicia y Paz de la Conferencia de Obispos Suizos sobre las cuestiones de bioética de la sociedad y ha escrito la tesis: “El Dios de la historia. La teología de la historia en Wolfhart Pannenberg como un paradigma de la teología filosófica en una perspectiva ecuménica”.
Marc Ouellet, canadiense y Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, estudió filosofía y teología en Italias y enseñó en el seminario mayor de Bogotá y Manizales. En 2002 es nombrado arzobispo de Québec y primado de Canadá, por el papa Juan Pablo II, quien lo eleva a cardenal en 2003.
Alguno de ellos (probablemente Ouellet) podría ser el sucesor del Papa Ratzinger. Pero eso es harina de otro costal, porque al Papa, frágil y aparentemente débil, ya se le compara en Roma con León XIII, que murió con 93 años. ¿Podrá culminar la tan ansiada reforma de la Curia y recentrar el timón eclesial? ¡Dios lo quiera!