El libro de Benedicto XVI
Las responsabilidades eclesiásticas han modulado mucho su pensamiento, pero nunca han sofocado el interés intelectual del teólogo Ratzinger. En fin, este Papa jamás ha ocultado su voluntad de hacerse presente en lo más vivo del debate cultural europeo y, particularmente de ir a las raíces ideológicas de las cuestiones eclesiales.
Para ello se sirve de su gran arma, la que caracteriza su pontificado y es, probablemente, su más grande valor: su palabra escrita, clara, bien trabada, que no rehúye el debate y pretende llegar hasta el fondo de los problemas. Esta palabra está al servicio de la verdad, la gran pasión de Benedicto XVI, que ve en el relativismo de los valores el mal que está socavando la cultura europea.
No tiene precedente cercano el que un Papa salga a la arena pública con un libro sobre Jesús escrito bajo su responsabilidad personal, como Joseph Ratzinger, sin comprometer la autoridad de su cargo. Como dice en el prólogo de su primer libro, «cada uno es libre de contradecirme. Sólo pido a los lectores y lectoras esa simpatía previa sin la cual no es posible la comprensión».
En el nuevo libro, que acaba de aparecer, abarca desde la entrada de Jesús en Jerusalén hasta su muerte y resurrección. Este período obliga al autor a afrontar problemas históricos y teológicos especialmente delicados: las razones de la crucifixión de Jesús y sus responsables últimos; cómo encaró Jesús su muerte; su relación con el Templo y con el culto; el papel de los discípulos y de las mujeres; qué se entiende por resurrección y su relación con la historia.
El primer libro marcó ya el género literario al que, según todos los indicios, se acomoda este segundo. Ratzinger conoce la investigación histórica, pero pretende ir más allá y realizar una reflexión teológica y espiritual sobre su vida, contemplar el pasado con los ojos de la fe y mostrar su sentido en el presente. La obra de Ratzinger-Benedicto XVI sobre Jesús es un estudio muy bello, que refleja la sensibilidad del autor y subraya unos aspectos más que otros, y deja inevitablemente un espacio amplio para visiones complementarias y para subrayados diferentes.
El estudio del pasado es históricamente inacabable y el misterio de Dios inefable. Y hay una cuestión no menor: creo que la expectación causada por el libro no se debe sólo, ni en primer lugar, a quien es su autor, sino al tema que aborda. Jesús de Nazaret interesa y, además, tiene buena prensa. Es encomiable que Ratzinger presente una visión de Jesús desde la fe de la Iglesia. El gran reto es que esa Iglesia se deje cuestionar por el Jesús al que mira y no sofoque su fuerza de innovación y libertad.
Imagen: (Getty) Libro Jesús de Nazareth.