LAS PROTESTAS ANTIRACISTAS EN EE.UU QUE HACEN RECORDAR EL DÍA QUE EL PERÚ HUMILLÓ A HITLER
Mientras Estados Unidos se estremece por la ola expansiva de las violentas protestas antiraciales, en rechazo a la absurda muerte del ciudadano negro George Floyd en Minneapolis el lunes 25 de mayo, bien vale recordar nuevamente el pedido que hiciera el uruguayo Eduardo Galeano el 2012, de resaltar e incluir en las aulas y libros del Perú esa “historia de dignidad”, escrita cuando la delegación peruana se retiró de las Olimpiadas de Berlín de 1936 luego de anulársele el partido en que goleó a Austria -el país donde nació Adolf Hitler- por 4-2, anulación que se atribuye a la injerencia del dictador nazi, molesto porque su teoría de la superioridad racial no se expresara en el campo de juego ni en el resultado.
Y es que resulta irónico que el país que derrotó a Alemania y su doctrina totalitaria, supremacista y racista en la Segunda Guerra Mundial, 75 años después sea todavía una sociedad que no ha exorcizado sus propios fantasmas racistas, especialmente contra la población afroamericana. Aunque en esta era Trump prácticamente alcanza a todos los colectivos raciales no blancos.
Se ha contado mucho del partido Perú – Austria del 8 de agosto de 1936. Perú venía de golear 7-3 a Finlandia y la selección peruana, integrada por mestizos y negros, tenía entre sus referentes a Lolo Fernández, Alejandro “Manguera” Villanueva y el “Mago” Juan Valdivieso. Los primeros 90 minutos terminaron 2-2. En el tiempo adicional, el seleccionado nacional le metió 5 goles y el árbitro le anuló tres, quedando el definitivo e inapelable 4-2. El Perú ganó con una clase magistral de futbol que los austriacos no pudieron parar, y lo que es peor, con el propio Hitler de espectador en el palco principal.
Lo que los europeos no pudieron ganar en cancha lo quisieron obtener en mesa. La FIFA anuló el partido y ordenó se repita a puerta cerrada, tribunas vacías y con la policía alemana. Indignada por el fallo, la delegación peruana se retiró de los Juegos Olímpicos, siendo recibidos como héroes el 17 de setiembre de 1936 a su retorno a la capital.
En este caso también hubo muchas fake news (noticias falsas) luego de la decisión peruana. Pero hay tres hechos que fueron irrefutables porque constaron por escrito.
El primero fue que los dirigentes peruanos fueron notificados del reclamo austriaco (hecho después del partido el sábado 8) recién el lunes 10 de agosto a las 8:00 a.m. con citación para las 10:00 a.m. para conocer la respuesta peruana. Llegaron a las 11:30 porque la competencia de ciclismo paralizó el tráfico en el trayecto, y no fue escuchada la respuesta peruana. Los dirigentes peruanos estaban seguros de que el Jurado FIFA rechazaría los írritos fundamentos austriacos.
El segundo fue el fallo del jurado de apelación firmado por el francés Jules Rimet que a la letra decía: “Ha sido imposible impedir que los espectadores entren al terreno de juego y que particularmente uno de ellos ha podido dar un golpe a uno de los jugadores. Estas circunstancias pueden ser consideradas como causantes de haber colocado a los equipos en estado de inferioridad”. ¿Es en serio? ¿“Ha podido dar un golpe”? Eso no es una certeza, es una conjetura. Por cierto, nunca se dijo qué jugador fue agredido.
El lunes 10 de agosto de celebró una reunión extraordinaria del Comité Olímpico Peruano en Lima, que consta en el Libro de Actas del Comité Olímpico Peruano, y se ratificó la decisión de retiro con un saludo al Presidente Oscar Benavides “por su actitud de patrocinar oficialmente el retiro de nuestra delegación como la única solución compatible con la dignidad del país”.
Epílogo. No han faltado quienes han querido desvirtuar la posición peruana. Incluso hay algunos que han puesto en duda la intromisión de Hitler. Pero no hay que olvidar que muchos historiadores europeos han definido los Juegos Olímpicos de Berlín como la vitrina alemana para mostrar al planeta la superioridad del régimen político nazi y su ideología. Además, estaba en pleno vigor la política del Anschluss, que culminaría con la anexión de Austria a Alemania en marzo de 1938. Para Hitler, las Olimpiadas tenían básicamente un significado político, y “darle la mano” a su próximo bocado territorial no era en absoluto descabellado.
Está claro que en este tema el sentimiento nacional fue más relevante que el componente racial. Pero tratándose de un régimen que proclamaba la superioridad de la raza aria en todo orden de cosas (incluso en los deportes), no hay duda que la goleada de 4-2 fue la segunda bofetada que recibió Hitler en menos de una semana. El atleta norteamericano Jesse Owens le propinó la primera al ganar sus tres primeras medallas de oro del 3 al 5 de agosto. Jesse Owens era negro.
En cualquier lugar del mundo, el racismo es despreciable e inaceptable.