Nuevamente el tema ambiental estuvo ausente en el Discurso Presidencial de Fiestas Patrias. De nada ha servido la creciente cobertura que los medios han dado al cambio climático global, ni los constantes pronunciamientos de la Defensoría del Pueblo sobre la relación directa entre la ausencia de una política ambiental fuerte y gran parte de los conflictos sociales que vive el país, ni menos la reciente “ambientalización” del Acuerdo de Promoción Comercial con los Estados Unidos, que ha llevado a que la política nacional en un tema tan importante como la política forestal no haya partido de los propios peruanos. Tampoco ha servido que un Informe del Banco Mundial haya señalado que cada año perdemos un 3.9% de nuestro PBI por costos ambientales, mientras que nuestro Estado (en sus tres niveles de gobierno) no gasta más de 150 millones de dólares al año en prevenir los impactos ambientales o en aprovechar sosteniblemente nuestros importantes recursos naturales. Ni siquiera ha ayudado el hecho de que tres de los cuatro motivos de orgullo nacional, según reciente encuesta de Apoyo, estén vinculados con la gestión ambiental: Machu Picchu, los recursos naturales y los paisajes.

Por todo lo anterior queda claro que el Perú necesita con urgencia un acuerdo nacional sobre este tema basado al menos en los siguientes seis puntos:

1. Constituir una Autoridad Ambiental Nacional con las funciones y recursos que le permita cumplir eficazmente con la definición y aplicación de las políticas y normas ambientales, ganándose la confianza de la población. Dejar la regulación ambiental a cada Ministerio no ha dado resultado.

2. Cubrir la ausencia de regulación ambiental en muchas áreas de las actividades económicas (pesquería, industria, agricultura, saneamiento, etc.), y mejorar la calidad en otras (minería por ejemplo, o con mejores instrumentos de gestión ambiental) así como contar con información confiable sobre el estado del ambiente (aire, agua, suelo, biodiversidad, etc.).

3. Generar capacidades en los gobiernos regionales para encargarse de la regulación ambiental de la mediana actividad económica; y en las municipalidades, para resolver los problemas de los residuos sólidos, la contaminación del aire urbano y por ruido, el tratamiento de las aguas residuales urbanas, y el buen manejo de las áreas verdes.

4. Alentar una ciudadanía ambiental activa, vinculando las políticas educativas, de ciencia y tecnología, de información pública, de participación y la de resolución de conflictos.

5. Definir ciertas metas concretas: rellenos sanitarios y plantas de tratamiento de aguas residuales en todas las ciudades importantes del país, alcanzar los estándares de calidad del aire a nivel nacional, descontaminación de los ríos, mejoras en las tasas de forestación y reducción de la deforestación, y llegar al menos a los 350 millones de dólares de gasto público anual en gestión ambiental.

6. Y finalmente, pero no menos importante, vincular de manera más estrecha y justa los beneficios de las actividades que explotan los recursos naturales y la población peruana.

¿Quién puede liderar ésta iniciativa? Pues el Presidente de la República debería asumir esta tarea (y el discurso del 28 fue una oportunidad perdida). Tambien corresponde a los Presidentes Regionales, al Congreso de la República y al Acuerdo Nacional (repotenciado) aceptar este desafío y brindarnos un acuerdo que agradecerán las actuales y futuras generaciones.

Ivan Lanegra