Los niños preguntan, Francisco responde
6:00 p m| 18 mar 16 (AGENCIAS/BV).- “Querido Papa Francisco” es el título del libro del Santo Padre dirigido a los niños. Con este volumen por primera vez el Pontífice entra en diálogo con niños de todo el mundo. Como un padre, el Papa, escucha sus preguntas (que los niños enviaron en cartas), confiando a los más pequeños sus reflexiones sobre la vida y la fe, con palabras simples, concretas y a veces sorprendentes.
Incluso algunas preguntas han podido resultar difíciles, porque surgen de la ingenuidad y espontaneidad de 30 niños de diferentes lugares del planeta: “¿Es difícil tu profesión? ¿Le caías bien a la gente? ¿Qué querías ser cuando tenías mi edad? ¿Mi abuelo que no es católico irá al cielo cuando se muera?”, son algunos ejemplos. Las respuestas del Papa van acompañadas de dibujos realizados por los pequeños.
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Familiar encuentro del Papa con los niños protagonistas del libro “Querido Papa Francisco”
“¡Buona sera! ¡Good afternoon! ¡Buenas tardes!” En tres lenguas distintas y con la simpatía que lo caracteriza el Papa saludó a los niños, para dirigirse luego a todos los presentes con estas palabras:
“Yo les quisiera decir una cosa, a los chicos y a los grandes, las preguntas más difíciles que me han hecho, no fueron en los exámenes los profesores, sino las que me hicieron los chicos”.
El Papa explica entonces que “contestar a una pregunta de un chico a uno lo pone en dificultad”, “porque el chico tiene algo que ve lo esencial y lo pregunta directamente, y eso produce un efecto en quien escucha la pregunta de maduración interior. O sea, los chicos hacen madurar a los grandes con sus preguntas”.
Con atención Francisco recibió después los regalos que los niños le habían traído: chocolatines belgas, un silbato irlandés, unas botas de Australia, dulces de Sicilia, una estatuilla de Kenia, alfajores de Argentina. A la niña china de She Shan el Papa le cuenta que en su oratorio tiene una imagen en la que está la Virgen de She Shan y que a Ella le reza todos los días por China.
Y cuando la niña argentina le pregunta “si no fuera Papa, qué quisiera ser”, responde:
¿Digo la verdad? Cuando yo tenía tu edad, si más o menos, la tuya. Cuando tenía la edad de ustedes iba con mi mamá o con mi abuela al mercado a comprar las cosas. En aquella época no había supermarket sino que había el mercado en la calle, se llamaba feria, y estaba el puesto de la verdura, de la fruta, de la carne. Y a mí me gustaba ver cómo el carnicero cortaba la carne, con que arte. Entonces, yo dije que quería ser carnicero. Después estudié química, pero esa fue la primera vocación.
¿Qué Santo usted admira más?, le pregunta un niño. Y el Papa responde:
“Tengo varios santos amigos, no sé a cuál admiro más, pero soy amigo de Santa Teresita del Niño Jesús, soy amigo de San Ignacio, soy amigo de San Francisco -yo no sé si ellos son amigos míos- y los admiro a cada cual por alguna cosa. Pero yo diría que son los tres, quizás, que más me llegan al corazón”.
Luego la pregunta espontánea de otra niña: ¿Cómo se siente “ser Papa”?
“Me siento tranquilo y Dios me dio la gracia de no perder la paz, es una gracia de Dios. Y me siento como que estoy terminando mi vida así, con mucha paz. Me siento bien por eso, porque siento que Dios me da paz. Y también me da alegría, por ejemplo, este encuentro con ustedes me da mucha alegría”.
Y cuando le preguntan si es difícil ser el Papa, Francisco responde con sencillez:
“Es fácil y es difícil, como la vida de cualquier persona. Es fácil porque tienes mucha gente que te ayuda. Por ejemplo, ustedes, me están ayudando a mi ahora, porque mi corazón está más feliz y voy a poder trabajar mejor y hacer mejores cosas”.
De buen humor, durante una hora, Francisco no sólo abrazó y besó a cada uno de los niños, que le cantaron una canción. Con ellos sentados a su alrededor, sobre un alfombra, como un abuelo sabio, se divirtió conversando y contestando más preguntas.
Al final del encuentro, las palabras de agradecimiento del Pontífice por la visita, “porque para Jesús los niños eran como el reflejo del camino hacia el Padre, y cuando me encuentro con chicos salgo rejuvenecido, dan vida, y rezo por ellos, para que la vida de ellos sea buena”.
Sobre las preguntas en el libro
La editorial española Mensajero, de la Compañía de Jesús, adelantó a Efe algunos detalles de la próxima publicación. Las respuestas del Papa, acompañadas de los dibujos realizados por los pequeños, muestran a un Jorge Bergoglio inédito que confiesa cómo le encantaba bailar el tango o conmovido cuando reconoce que si pudiera obrar un milagro curaría a todos los niños enfermos.
“Querido Papa Francisco: Querría saber más sobre Jesús. ¿Cómo ha caminado sobre el agua?”, pregunta Natasha, de 8 años, desde Kenia, y a quien el Papa responde bromeando que “no voló, ni hizo volteretas nadando. Caminó como caminas tú (…). Jesús es Dios y él puede hacer de todo”.
El Papa también responde a Luca (Australia, 7 años) que le pregunta sobre si su madre fallecida es ahora un ángel con alas. “No le han crecido las alas. Es como la conociste. Ella te mira y sonríe y cada vez que te ve está contenta”, responde.
Francisco se confiesa ante las preguntas sin vergüenza de los pequeños cuando explica que no ha logrado aún entender por qué “sufren los niños” y que si pudiera hacer un milagro “curaría a todos”.
Los niños interrogan al Papa sobre algunas de las realidades dolorosas que los rodean, como Michael, de Nigeria, que pregunta cómo acabar con las guerras. “Yo no puedo resolver los conflictos del mundo, pero tú y yo podemos probar a hacer de esta Tierra un mundo mejor. Hay que convencer a todos de que el modo mejor para ganar una guerra es no hacerla. No es fácil. Lo sé. Pero lo intento. Inténtalo tú también”, señala el pontífice.
En el libro aparece también el Papa más humano, el que cuenta que le encanta el fútbol, pero que nunca ha aprendido a jugar bien y cómo le gusta ver los partidos porque el juego en equipo es un ejemplo sobre cómo “tendría que ser la Iglesia”. O el Francisco que cuenta a una niña albanesa, Prajla, de 6 años, que le encantaba bailar el tango, porque “bailar es expresar la alegría”, y recomienda bailar a los niños para que no sean “demasiado serios” cuando sean mayores.
O la historia de por qué cuando era pequeño quería ser carnicero: “Iba con mi abuela al mercado y había un carnicero que era muy simpático conmigo. Era grande y gordo y tenía un delantal largo con un bolsillo grande delante. Cuando mi abuela pagaba, él metía las manos en el bolsillo grande. Estaba lleno de dinero y daba el cambio a la abuela. Yo pensaba que era un hombre muy rico”, revela.
Alguna de las preguntas no se le hubieran ocurrido ni al más sagaz periodista, como la que pide al Papa que responda “cuál ha sido su decisión más difícil desde que es sumo pontífice”. El argentino admite que son muchas, pero que sobre todo la más difícil ha sido la de “quitar a alguien de un puesto de responsabilidad o de confianza o apartarle de un camino que estaba realizando porque lo consideraba no apto”.
Otra de las cartas que componen el libro e, igualmente significativa, es la que firma Ivan, un niño chino de 13 años: “Mi abuelito, que no es católico pero que tampoco está dispuesto a hacer el mal, ¿irá al cielo cuando muera?”. Como es de esperar, Francisco le responde desde una perspectiva de esperanza: “Jesús nos ama muchísimo y quiere que todos vayamos al cielo. La voluntad de Dios es que todos nos salvemos. Hay quien imagina que si uno no sigue todas las reglas de la Iglesia al pie de la letra irá con certeza al infierno. Pero, en cambio, Jesús está junto a nosotros hasta el último momento de nuestra vida para salvarnos”.
Por si quedara alguna duda, el Papa le ilustra a Ivan con un ejemplo: “Una vez, una señora acudió a un sacerdote santo que se llamaba Juan María Vianney, párroco de Ars en Francia. Se puso a llorar porque su marido se había suicidado tirándose de un puente. Estaba desesperada porque imaginaba que su marido estaba seguramente en el infierno. Y, sin embargo, el padre Juan María, que era un santo, le dijo: Mira que entre el puente y el río está la misericordia de Dios”.
Entre las 30 cartas, escritas en 14 idiomas y desde 26 países distintos, están las de niños procedentes de República Dominicana, Perú, Argentina y Nicaragua. El director de la revista ‘Civilta Católica’, el padre jesuita Antonio Spadaro, fue el promotor de la idea y quien se acercó a la residencia del Papa para leerle las 30 cartas elegidas de los centenares que llegaron y recoger las respuestas. Y tras responder a todas, cuenta el sacerdote jesuita, “Francisco, pensativo, añadió: Es maravilloso responder a las preguntas de estos niños, pero debería haberlos tenido conmigo aquí, ¡a todos ellos!”.
Otras preguntas del libro
– “Antes de crear el mundo, Dios amaba”, “Dios ama siempre. Dios es amor”, es una de las respuestas que da el Obispo de Roma a Ryan, un niño canadiense que le pregunta, ¿Qué es lo que hacia Dios antes de crear el mundo?
– A Josephine, británica de 7 años, que le pregunta cuáles son sus lugares favoritos para rezar, Francisco le confiesa que le gusta rezar donde sea, pero especialmente ante el Santísimo. Aunque revela: “También puedo rezar mientras camino, o incluso cuando voy al dentista”.
– Una niña de 10 años, originaria de Filipinas, preguntó: “¿Usted sabe por qué algunos padres se pelean entre ellos?”. El Papa Francisco contestó: “Todos nos peleamos, todos somos humanos, también yo me he peleado (…) Estate cerca de tu papá y tu mamá, habla bien de ellos. Eso sería bueno para todos”.
– Mohamed, de 10 años, de Siria quería saber si el mundo volvería a ser como era antes. El Papa le señaló que luego de que Jesús murió y ascendió al cielo, prometió que regresaría y que cuando lo haga, “todo será nuevo: un nuevo cielo, una nueva tierra”. Por esto “el mundo actual no será como era antes”. Lamentó que existan “personas malignas” que producen y vender armas para fomentar guerras, personas que odian, y otras que están tan atadas al dinero que “incluso venden a otras personas” para obtener más. Aunque “esto sea terrible”, el Papa enfatiza “que este sufrimiento tendrá su final. No es eterno. El sufrimiento se vive con esperanza, a pesar de todo”.
Fuentes:
Radio Vaticana / Telam / La Nación / Vida Nueva