Una de las principales funciones del banco central de cualquier país es la regulación de la moneda y el crédito del sistema financiero. En la mayoría de países, el principal mecanismo de intervención que usan los bancos centrales es el de las tasas de interés. No es ninguna novedad decir que la Reserva Federal de los EEUU, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón, por ejemplo, periódicamente publican las variaciones que hacen en las tasas de referencia que fijan y las razones que las sustentan.
Normalmente, una de dichas tasas de referencia es el centro de un corredor fijado por la autoridad monetaria para las realización de las operaciones del mercado interbancario. Es decir, el banco central establece en qué nivel debería estar el precio de las operaciones crediticias de muy corto plazo entre las diferentes entidades financieras. Para ello, los bancos centrales establecen precios para sus operaciones activas y pasivas, según se trate de otorgar préstamos a dichas entidades o de recibir depósitos de ellas, respectivamente. La lógica elemental indica que las operaciones activas deben de tener una tasa de interés mayor que las operaciones pasivas, y ambas a su vez deben ser más caras y menos rentables que sus análogas del mercado, respectivamente, a menos que se trate de una intervención puntual de la autoridad monetaria en el mercado. Leer más