¿Ha escuchado alguna vez de los bonos de alto rendimiento? Probablemente no, pero de los “bonos basura” o de los “bonos chatarra” tal vez sí. En cualquier caso, normalmente no son bonos emitidos por empresas invisibles ni por empresas que puedan desaparecer de un día para otro. Se trata más bien de instrumentos emitidos por empresas que han crecido en forma desproporcionada o enfrentan un drástico debilitamiento en la demanda de los productos de venden.
Los bonos de alto rendimiento, llamados también bonos basura o chatarra, son instrumentos de financiación distintos a los instrumentos de deuda tradicionales. Suelen ser instrumentos híbridos porque tienen implícito un componente exótico de capital, además del componente de deuda. Las modalidades más usadas son deuda subordinada convertible en acciones, bonos subordinados ordinarios más opciones de compra de acciones, bonos subordinados con amortización condicionada a la generación de ganancias, entre otras.Debido a su naturaleza híbrida, este tipo de deuda se comporta más como el mercado de acciones que como el mercado de deuda pública. También se le llama financiación de entresuelo porque está debajo de la financiación con deuda y encima de la financiación con capital. En muchos aspectos se parecen a las acciones preferentes, que tienen menor riesgo que las acciones comunes y preferencia en el cobro de dividendos, pero tienen menor prelación de pago que el resto de la deuda en una liquidación empresarial.
Este tipo de financiamientos también se usa para expandir compañías, mediante fusiones o adquisiciones, a través de compras apalancadas y para todo tipo de reestructuraciones empresariales. En el Perú, algunos fondos de inversión, cada vez menos regulados, utilizan algunas de estas modalidades para efectuar sus inversiones, de modo similar a como lo hacen también algunos bancos de inversión. La diferencia está en que a los administradores de fondos no se les exige un capital mínimo, acorde al riesgo involucrado, como se supone que sucedía con algunos difuntos bancos de inversión. Esto conlleva un mucho mayor riesgo fiduciario para sus inversionistas.
En tiempos adversos, como los actuales, los bonos basura entran en auge debido a que, como en crisis anteriores, la caída de las tasas de interés de las deudas tradicionales en los países desarrollados hace que los mismos fondos de inversión globales incrementan su apetito por tales instrumentos ¿La razón? Quieren mantener el alto rendimiento que tenía en los tiempos anteriores a la crisis. Son, pues, una apuesta (especulación) mucho mayor que una simple deuda. Por eso no tienen grado de inversión, ni tiene la intensión de que así sea.
Ninguno de estos instrumentos tiene una calificación internacional mayor a BB+, cuando la tienen, ni en Norteamérica, ni Europa ni Asia. Se emiten con tasas de interés elevadas para compensar el riesgo involucrado y, por eso mismo, los inversionistas les exigen mayores rentabilidades que a cualquier deuda tradicional. Durante los últimos 20 años, el rendimiento promedio de los bonos basura más seguros ha estado entre un 5% y un 8% por encima del rendimiento comparable de un bono del gobierno.
El mejor momento para comprar bonos de alto rendimiento es, como en el caso de las acciones, cuando todo el mercado está en pánico, siempre que se compren los bonos que efectivamente se van a pagar. A principios de 2009 los diferenciales llegaron a rondar el 20% por encima de la deuda de gobierno, tanto en Norteamérica, como en Europa y Asia. Así, con los precios de los bonos de alto rendimiento en mínimos históricos, sus rentabilidades se habían disparado a máximos, hasta superar un probable punto de equilibrio entre el riesgo que se asume en la inversión y la rentabilidad que se obtiene. Por lo mismo, se invierte (y especula) con más euforia en las regiones o sectores en donde existe mayor potencial de pronta apreciación futura luego de la crisis. ¿Qué región saldrá primero de la crisis? Corren las apuestas.