No es cuento: las empresas ubicadas en el Perú enfrentan riesgos adicionales a los que enfrentan empresas similares ubicadas en otros países. En particular, las primeras enfrentan un riesgo cambiario y un riesgo de tasas de interés que las segundas, ubicadas en países “normales”, no tienen que enfrentar. Por tanto, es evidente que tales riesgos no son propios de los respectivos riesgo de negocio de las empresas. Desde el punto de vista macroeconómico, esta precisión es fundamental para entender el efecto agregado perverso de estos factores de riesgo sobre la sostenibilidad del crecimiento, base del desarrollo económico.
Por ejemplo, las empresas ubicadas en Marruecos saben que, si ganan 3 dirhams marroquíes por cada unidad de producto vendido, en un año tendrán que vender 22,000 unidades de producto para ganar lo suficiente como para pagar un préstamo de 60,000 dirhams marroquíes más el 10% de intereses generados. Algo análogo le sucede a las empresas ubicadas en México, que ganan en pesos mexicanos y se endeudan en pesos mexicanos. Y así sucesivamente ocurre con las empresas ubicadas en Colombia, Brasil y otros países vecinos financieramente más “normales”, no sólo en los países desarrollados. Es decir, los préstamos o deudas financieras que toman las empresas son “ciertos” (como en los libros de texto) y no son fuente de riesgo ni de incertidumbre.Asimismo, debido a que la arquitectura financiera de esos países es más adecuada que la del Perú, cuando el banco central de dichos países percibe que la economía se está recalentando, y a la mayoría de empresas les va ya demasiado bien, se aplica una política monetaria contractiva que en los mercados financieros se traduce en mayores tasas de interés. Pero también sucede lo contrario: cuando se estima que la economía puede estar a punto de entrar en una recesión, y a la mayoría de empresas les va cada vez peor, se aplica una política monetaria expansiva que se traduce en menores tasas de interés para las empresas deudoras, lo cual a su vez les alivia sus cargas financieras.
En cambio, a la mayoría de empresas ubicadas en el Perú les sucede todo lo contrario: buena parte de sus deudas y pasivos financieros son fuente permanente de riesgo adicional. Cuando a la economía le va demasiado bien, el valor de sus deudas se reduce debido a que el tipo de cambio y las tasas de interés que tienen que pagar también se reducen por las exacerbadas expectativas en la economía. Sin embargo, cuando el ciclo de la economía se empieza a revertir y se empieza a dibujar una recesión, el costo financiero para las empresas también se incrementa abruptamente, tanto porque sube el tipo de cambio como porque también suben las tasas de interés. La historia de inestabilidad financiera en el Perú es sumamente elocuente al respecto.
Por ejemplo, si hacemos un promedio ponderado muy grueso de todas los intereses que se pagan por todas los préstamos o deudas vigentes en el sistema bancario, se puede observar que en el Perú el costo real de las deudas no sube 400 o 500 puntos básicos (4% o 5%) bien repartidos a lo largo de 3 años o 4 años de forma plenamente anticipada y durante la parte expansiva del ciclo económico, como sucede en otros países normales. Al contrario, en el Perú, en un periodo similar, el costo real de las deudas puede subir 1,000 o 1,200 puntos básicos (10% o 12%) pero justamente en la parte contractiva del ciclo, o también puede bajar 800 o 900 puntos básicos (8% o 9%) justo en la parte expansiva. En la actualidad, la nueva fase expansiva vuelve a coincidir con una caída del costo real de las deudas, caída que es mayor y más prolongada si se considera el progresivo cambio en la composición de deudores derivado del creciente acceso de las empresas corporativas a los mercados financieros.
Así, las empresas ubicadas en países normales tienen tiempo para hacer lo que sí deben saber hacer: gestionar los riesgos propios de su negocio (comprar, producir y vender). En cambio, las empresas ubicadas en el Perú, no: en los tiempos buenos les va tan bien que subestiman la cantidad de productos que deben vender para pagar las crecientes deudas en las que empiezan eufóricamente a incurrir, mientras que en los tiempos malos son sorprendidos por las escasas ganancias que muchas veces ni siquiera alcanzan para pagar los mayores intereses de sus deudas, las mismas que siguen creciendo pero ahora también por el mayor tipo de cambio. O sea, que en el Perú la empresa que deseara sobrevivir tendría que obligarse a compartir el tiempo de gestión de su negocio con la gestión del riesgo cambiario y el riesgo de tasas de interés de sus deudas financieras.
En el largo plazo este efecto de forma agregada no hace más que reducir la competitividad de todas las empresas en el Perú. En efecto, en forma generalizada, e imprevista, a todas las empresas se les incrementa su punto de equilibrio en los tiempos malos, en lugar de mantenerlo o reducirlo y viceversa. Y esto se traduce en un efecto cíclico agregado perverso: cuando todo va bien, a las empresas les va mejor, pero cuando todo va mal, a las empresas les va peor. Por ello, las empresas que más se resistan a una implementación efectiva de la gestión del riesgo, menos eficaces serán en su desempeño y, en el tiempo, más rápidamente serán superadas por sus competidores, ya sean nacionales o extranjeros. Peor aún en tiempos de mayor apertura y globalización. Una conclusión similar se puede generalizar para todo el país, el Perú se vuelve menos competitivo, menos eficiente.
Por esa razón cada empresa tiene la obligación de cuestionarse e identificar cuáles sí son riesgos propios de su negocio y cuáles riesgos no lo son. Los primeros son los riesgos a los que les debe dedicar tiempo y los cuáles debe saber gestionar. Los segundos son los que debe procurar evitar o cubrir. Una gestión del riesgo exitosa no es más la capacidad de la empresa para graduar estratégicamente su exposición al riesgo de su negocio, de modo que logre obtener el mayor rendimiento posible. Y es que el objetivo de la gestión del riesgo en general no es más que la optimización del binomio riesgo / rentabilidad.
… y pensar que los problemas generados por estos riesgos adicionales tienen soluciones regulatorias que son socialmente es más eficientes y desde hace tiempo se aplican en otros países. Puede que ésta no sea una condición suficiente para alcanzar el desarrollo económico, pero con absoluta seguridad sí es una condición necesaria para que un crecimiento sostenible, para que el país sea más competitivo y menos riesgoso… tanto en el corto como en el largo plazo.
Hola rjimenez, me parece interesante el análisis entregado y la advertencia financiera a priori sobre realizar inversiones en Perú, pero supongo que no todo es catástrofe, y aunque he podido vivir en parte los efectos económicos del país creo que desde afuera hay cierto optimismo rentable que inversionistas ven a sus costos de capital. Que podríamos destacar sobre los retornos económicos de una inversión en Perú?. Pregunta personal de alguien que vive afuera.
Saludos!.
Flavio Escudero
flavio@innova-gn.com
INNOVA GROUP NETWORK.
Ciertamente no todo es catástrofe, pero los hechos mostrados ayudan a entender la estructura de las empresas, demasiados vulnerables al ciclo. Actualmente vivimos las bondades de estos mayores riesgos, pero lamentablemente no son sostenibles en el largo plazo. El que desee buenos retornos económicos de una inversión en el Perú, y los quiera de manera sostenible, debiera considerar evitar los riesgos indicados.
Saludos,
BUENO ES INTERESANTE VER LAS COSAS Y PERO ES NECESARIO CONOCER Q HAY MICRO EMPRESAS DEDICADOS A LOS SERVICIOS PERO ES DIFERENTE. Q VENDER Q SERVIR