En su artículo “El Gulag americano” , José Ignacio Torreblanca (El País, 5 octubre 2012, p. 4),llama la atención sobre la situación carcelaria de Estados Unidos: en 1980, la población carcelaria era de 220 personas por cada 100.000 norteamericanos, y en el 2010, creció a 731 reclusos por cada 100.000 habitantes (En Noruega es de 66 personas por cada 100.000 y España, de 144 por 100.000). Según el autor, Si se juntaran los más de 6 millones de personas encarceladas en un mismo lugar, serían la segunda ciudad de Estados Unidos.
Otro dato muy preocupante es el impacto a nivel de presupuestos del sostenimiento del sistema carcelario en Estados Unidos:
“E igualmente escandalosa es la dimensión económica pues el sistema penitenciario, en manos de compañías privadas, léase con ánimo de lucro, se ha convertido en un inmenso negocio y un grupo de interés con un enorme poder de cabildeo (lobby) en los pasillos del Congreso en contra de la relajación de las disposiciones legales (especialmente en relación al menudeo de droga) que garantizan un flujo de “clientes” estable. Véase el caso del Estado de California, en quiebra presupuestaria, que gasta 50.000 dólares al año por recluso, una cifra siete veces superior a lo que invierte en cada estudiante de primaria. Las prioridades están claras: hace dos décadas, el gasto en universidades de California duplicaba al gasto en prisiones. Hoy, por el contrario, el gasto en prisiones (10.000 millones de dólares para atender a los casi 150.000 reclusos), duplica al gasto universitario.”
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