La película animada Wall-E de Andrew Stanton nos coloca ante un panorama crítico en la relación entre la tecnología, la naturaleza y el ser humano. Wall-E es
un pequeño robot muy autosuficiente encargado de recoger, empaquetar y apilar la basura en un mundo donde ya no habitan seres humanos sino desechos. Los seres humanos que quedaron están en el espacio viajando en una nave cuyas comodidades los hace vivir una vida extremadamente sedentaria. De allí, la obesidad de los niños y adultos de la nave. En ese sentido, son varios los temas que la película nos invita a observar, desde el tema ambiental hasta los estilos de vida sedentarios…y por supuesto el tema del amor que se refleja en la relación que van construyendo Wall-E y Eva, la robot enviada por la nave espacial para detectar si queda algo de vida en el planeta. Y, en efecto, quedaba todavía una planta….y el amor de Wall-E.
Sin duda, las imágenes que la animación logra producir para revelarnos un mundo lleno de desechos, con edificios de basura apilada, nos invita a una mayor conciencia sobre uno de los problemas más graves que ya estamos viviendo: la crisis ambiental. Esta es agudizada no solo por el calentamiento global sino también por nuestras conductas frente a los desechos.
La mitificación del crecimiento económico sin consideraciones ambientales para el largo plazo ha hecho que veamos el PBI como un indicador puramente económico. ¿Cuáles son los costos ambientales del PBI que terminamos pagándolos en nuestra propia salud y debilitamiento de los ecosistemas? El paradigma economicista del desarrollo no ha sido capaz de asumir con responsabilidad una de las dimensiones claves de nuestras sociedades: todas producen, consumen pero también desechan, emiten residuos, los que a su vez vuelven a recargar el medio ambiente con todos los elementos tóxicos que muchos de ellos contienen. Un segmento importante de los productos no son biodegradables lo que hace que después de su uso, pasan a convertirse en un verdadero problema ambiental, como es el caso de la llantas de los vehículos.
La revolución tecnológica que vivimos hoy en día tiene su correlato en la generación de un nuevo tipo de basura (e-trash) que tiene dos problemas centrales: su nivel de toxicidad y dónde ubicarla. Sobre esto último, Grossman (1) sostiene que el 80% de la basura electrónica – restos de computadoras, celulares, televisores y otros- de Estados Unidos es enviada al Asía y al África. Pero el gran vertedero de todos los desechos electrónicos del mundo es China, a donde va , según sus autoridades, el 70 por ciento (2).
A nivel educativo, debiéramos intencionar una mayor conciencia sobre los desechos que las organizaciones educativas producen, que los distritos producen, que las regiones producen, que el país y el mundo produce. Varias veces he preguntado en alumnos de posgrado si saben a dónde van los residuos líquidos y sólidos humanos, y los desechos de otros tipos y las respuestas son vagas. Igualmente desde el punto de vista de la educación del consumidor debiéramos fomentar un consumidor más interesado en optar por productos reciclables. Wall-E nos permite hacer del tema de los desechos un tema que solo podemos resolverlo intergeneracionalmente y con otro paradigma de desarrollo.
(1) Grossman, E. (2006) High Tech Trash: Digital devices, hidden toxics and human health. Island Press
(2) http://www.lostiempos.com/noticias/10-01-07/10_01_07_ultimas_vyf2.php
Mayor información sobre e-trash ver:
http://www2.uca.es/grup-invest/cit/Reciclado.htm
Creo que deberían visitar http://www.desechos.cl y luego comentar