Sebastià Giralt: Escuts dels estudiants, Archiginnasio, Bologna
Una cierta visión autocomplaciente sobre la universidad, propone la idea de que en occidente el desarrollo de la sabiduría y el conocimiento verdadero y útil es el privilegio de esta institución. Y de una forma específica de ella: la universitas magistrorum et scholarium; la autónoma corporación de todos los profesores y alumnos cuyo único producto, comercio y horizonte son el conocimiento y la verdad.
Esta idea es respaldada por algunas historias de la universidad. Así, por ejemplo, la autonomía universitaria sería conquistada muy temprano por la corporación frente a los poderes locales y a los de la iglesia y el imperio, y las instituciones universitarias sobrevivientes al intento de control por fundación y/o financiamiento adquirirían la forma modélica de la universidad de París (universitas magistrorum); institución que encontraría su forma moderna en el modelo humboldtiano de la universidad de Berlín; y que aterrizaría en América latina con la revolución de Córdoba (universitas magistrorum et scholarium). Este sería el tipo ideal de la institución y solo este el modelo que garantizaría la continua producción de saber y conocimiento que ha distinguido a occidente.
Historiadores académicos de la universidad desafían continuamente, sin embargo, esta narrativa. Especialmente quienes se ocupan de los procesos de reforma de la institución. Así por ejemplo, las etapas con que organiza su reciente artículo sobre el tema Harold Perkin son:
1. el surgimiento de la universidad europea cosmopolita y su papel en la destrucción del orden del mundo medieval con la Reforma (siglo XII-1530s);
2. la “nacionalización” de la universidad por los incipientes estados-nación de las guerras de religión, y su declive durante la Ilustración en el siglo XVIII (1530s-1789);
3. la reactivación de la universidad después de la Revolución Francesa y su papel tardío pero creciente en la sociedad industrial (1789-1939);
4. la migración de la universidad al mundo no europeo y su adaptación a las necesidades de las sociedades en desarrollo y la reacción anticolonial (1538-1960), y
5. la transición de la elite a la educación superior de masas y el papel de la universidad y sus retoños en la sociedad post-industrial (1945-presente).
(Perkin 2006, p.161; traducción libre del inglés).
Entre otros hechos poco destacados en la narrativa de la corporación autónoma, se pueden mencionar por ejemplo, que:
a) tanto “el Humanismo y el renacimiento” como “Las Luces y la Ilustración” fueron fenómenos largamente extra universitarios.
b) la incorporación de las ingenierías y el desarrollo de las ciencias naturales pasó por la abolición de la universidad de París y la creación de la Universidad de Francia por Napoleón.
c) desde que se inventaron en Francia, los Institutos Nacionales de Investigación, desarrollados, financiados y controlados por el Estado, colocaron gran parte de la investigación básica y tecnológica fuera de la corporación autónoma universitaria.
d) en gran medida debido a la distinción idealista entre ciencia y tecnología los desarrollos tecnológicos que dieron lugar a la revolución industrial fueron producto de iniciativas largamente extrauniversitarias.
e) la universidad humboldtiana no impidió el triunfo del Drittes Reich sino que cooperó en su nacimiento y desarrollo.
f) gran parte de la investigación actual se ha trasladado a iniciativas privadas extrauniversitarias.
g) la universidad latinoamericana solo fue una corporación autónoma episódicamente, pero además cuando lo fue perdió el liderazgo en la producción de conocimiento por ensimismamiento de los profesores (situación denunciada por Córdoba) o politización de los alumnos (post Cordoba).
h) la reforma liberal de la universidad colonial latinoamericana resultó de iniciativas políticas extrauniversitarias y que incluso la rebelión estudiantil paradigmática de la iniciativa latinoamericana que motivó la reforma de Córdoba realiza una crítica extraacadémica de la universidad.
El juicio de los rebeldes de Córdoba respecto de la universidad (universitas magistrorum) que pretenden cambiar no puede ser más feroz:
“Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria”. (Manifiesto Liminar)
El remedio no parece, sin embargo, muy eficaz. Manuel Burga llega a decir, respecto del Perú:
“la segunda Reforma (la de Córdoba), por su carácter, la masificación que promueve, la búsqueda de hegemonismo político, aprista, primero, y de izquierda después, la intolerancia ideológica y la inestabilidad institucional, creó el escenario propicio para el surgimiento de la universidad de las clases medias a partir de 1961. Las décadas de 1960, 1970 y 1980, dentro de la universidad pública, serán de convulsión, luchas intensas de los diversos movimientos estudiantiles por el hegemonismo, ataque al Estado, crítica radical a la sociedad tradicional, desarrollo de la intolerancia ideológica, acompañado del mesianismo programático, todo lo cual, conjugado, conducirá a la crisis profunda de esta institución. Dicha crisis será más evidente a inicios de la década de 1990, cuando llega el fin de la Guerra Fría, el colapso de los socialismos de Europa Oriental y la desaparición de la Unión Soviética…”. (Manuel Burga, 2008)
Pero los límites de la autoregulación para asegurar la sabiduría política o la innovación científica y cultural no son los únicos. Resulta también que los programas de investigación más desafiantes superan las escalas a la que operan las universidades individuales; ninguna universidad es capaz de solventar los recursos necesarios para llevar adelante esa investigación. Los ejemplos más evidentes son para el estudio de lo muy grande o lo muy pequeño en ciencias naturales. Las herramientas tienen una escala que desborda largamente la de cualquier universidad: ninguna sería capaz de colocar en el espacio un telescopio como el Hubble o de construir el Large Hadron Collider. También el programa de secuenciación del Genoma Humano estuvo por encima de la escala de las universidades individuales, mientras que Craig Venter pudo montar como un emprendimiento privado el laboratorio y los medios para competir con el programa internacional. Sobre este tema hemos puesto ya algunas notas sobre los Sistemas de conocimiento, el financiamiento en las universidades de clase mundial y el financiamiento de la investigación y desarrollo en USA, sin embargo esta historia merecerá otros post.
¿Qué podríamos aprender de estos hechos? En breve, humildad, y voluntad de cooperación y apertura a los demás actores sociales:
1) la producción de sabiduría y conocimiento sucede en muy distintos frentes dentro del colectivo social.
2) el modelo de corporación autónoma no garantiza la búsqueda de la verdad.
3) la universidad debe explícitamente buscar relaciones con los otros actores de su entorno que producen también innovaciones culturales, políticas, científicas y tecnológicas.
Pero esto no implica, por supuesto, ceder en la exigencia de autonomía. La autonomía soberbia de los que saben no solo no garantiza sino impide la búsqueda de la verdad; pero también lo hace la subordinación servil al mandato del poder; cualquier poder. La humildad en la búsqueda libre de la verdad forjará una institucionalidad más abierta al diálogo y la crítica, y más sensible a la posibilidad de equivocarse.
“En general, la capacidad de las universidades para cambiarse a sí mismas no despierta mayores entusiasmos. (…), dice Ash (1996: 41, nuestra traducción): ‘Como ya lo mencionamos, las universidades, junto con la Iglesia Católica, se encuentran entre las más viejas instituciones de existencia continuada en la sociedad moderna. Quizá sea poco razonable suponer que instituciones tan estables -por no decir inerciales- puedan ser reformadas o transformadas desde adentro’.” (Arocena, 2001; p.311)
Acceso a los textos
• Manifiesto Liminar de la reforma universitaria. Córdoba (Argentina) el 21 de junio de 1918.
• Nota breve sobre el modelo universitas magistrorum et alumnorum. Jesús Gómez Fregoso, 2005. Notas sobre la historia de la universidad.
• Harold Perkin, 2006. History of Universities. En International Handbook Of Higher Education. Springer International Handbooks of Education, 2006, Volume 18, I, 159-205.
• Texto breve sobre la historia y retos de la universidad en el Perú. Manuel Burga, 2008. Palabras previas. En La Reforma silenciosa, Descentralización, desarrollo y universidad regional. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, Lima, 2008.
• Texto sobre la reforma liberal en México. Armando Martínez Moya, 2005. De la universidad colonial a la universidad napoleónica: la educación ilustrada del Instituto de Ciencias promovida por Prisciliano Sánchez en Guadalajara. 1824-1827. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, ISSN 0122-7238, Nº. 7, 2005 , págs. 257-272.
• José Ginés Mora, 2005. La necesidad del cambio educativo para la Sociedad del Conocimiento. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, No 7 (2005).
• Rodrigo Arocena y Judith Sutz. La Universidad Latinoamericana del Futuro. Tendencias – Escenarios – Alternativas. Universidad de la República Oriental del Uruguay. Colección UDUAL 11. Primera edición: 2001.
• Ash, M. G. (1996): “Common and Disparate Dilemmas of German and American Universities”, en Muller edit., 37-46. (citado en Arocena 2001).
Juan Fernando Vega Ganoza
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