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Educación Superior: panorama 2009

UNESCO acaba de publicar, entre otros muchos datos y análisis, 2 estupendos y llamativos planisferios que ilustran sendas ideas:

1. En general, los Sistemas de Educación Superior no son más sistemas educativos de élite. Esta es una tendencia que hemos anunciado en post anteriores siguiendo la sorprendente intuición de Martin Trow; pero hasta ahora no había una ilustración tan clara. Solo los países más rezagados tienen coberturas de educación superior inferiores a 20% (color azulino). Trow postula que un sistema educativo de élite no puede superar al 15%. Ver los paises en amarillo (más de 80%); son los que han prácticamente universalizado su educación superior. En celeste como el Perú, los países de cobertura entre mayor de 20% y 50%. Celeste más claro como Argentina, los que tienen entre 50 y 80. Gris = sin información.
Tasa bruta de cobertura en Educación Superior 2009

2. En general,existe un predominio de la matrícula femenina en la Educación Superior. Los países con predominio masculino son en general los rezagados. En amarillo los países de predomio femenino. En verde los que tienen población equilibrada. En celeste los de predominio masculino. Gris = sin información.
Paridad de género Educación Superior 2009

Sin embargo, hay que decir también que no se ha revertido el hecho de que las carreras de Ingenierías (gráfico superior derecho) y Ciencias (gráfico inferior izquierdo) siguen teniendo, en general, un predominio masculino (concentración en el cuadrante azulino). En Educación (gráfico superior izquierdo) y en Ciencias sociales, Empresa y Derecho (gráfico inferior derecho) hay predominio femenino (cuadrante naranja)-
Género por especialidades 2009

La información proviene del más reciente informe de UNESCO cuyo tema no es la Educación Superior sino la equidad de Género en educación. El título del libro es Atlas Mundial de la igualdad de género.

MATERIALES
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Evolución de la institucionalidad universitaria. Historia y perspectivas.

Universidad medieval.
Imagen tomada de GRAFOSFERA- Bitácora sobre Cultura Escrita

La universidad es antigua y ha sido durante la mayor parte de su historia una institución europea. Forjada allí al inicio del segundo milenio, su vida desde entonces expresa y procesa los conflictos de la cultura occidental.

Varias circunstancias de la Europa medieval hicieron posible su nacimiento y orientaron su naturaleza y carácter. La vocación universalista de la cristiandad latina y el Sacro Imperio Romano Germánico la hicieron supranacional; la recuperación de las ciudades y la creciente necesidad social de funcionarios para la gestión pública (eclesial, imperial, municipal, comercial) le dieron carácter selectivo y elitista; la competencia entre poderes feudales y autonomías gremiales la hicieron una corporación con privilegios y autonomías; la confianza en la capacidad humana para el conocimiento de la verdad, revelada y natural -propia del cristianismo latino y su raíz grecorromana- le impuso la agenda desmesurada de la cultura occidental: conocer la verdad, toda la verdad, física y metafísica, natural y teológica.

Al inicio, y durante un tiempo, lo que distinguió a alumnos y profesores fue su carácter errante. Los alumnos viajaban de ciudad en ciudad buscando los profesores más competentes (o el entorno más divertido) y los profesores (en el norte) se desplazaban según el prestigio, acogida y recursos de la ciudad. Las instituciones educativas eran llamadas Studium, no universidad, y en esa ecología habían studia de diversos tipos; municipales (en el sur), monásticos, catedralicios y, más tarde, de órdenes mendicantes. El más complejo, que ofrecía varias disciplinas, el Studium Generale, es lo que hoy denominamos universidad. En un sentido no banal, las universidades tienen que ser Estudios Generales.

Los primeros Estudios Generales no son creados por alguna autoridad que las financia, como hoy, sino que surgen de procesos relativamente espontáneos por los que en alguna ciudad se concentran alumnos y profesores que acaban obteniendo reconocimiento y privilegios de alguna autoridad (papa, emperador, rey, obispo, municipio). Los privilegios son principalmente tres: autogobierno, ser juzgados en fuero propio, y otorgar certificados de reconocimiento universal: licentia ubique docendi. Eran privilegios concedidos al grupo humano, a la corporación como un todo: a la universitas.

Universitas designa al colectivo que obtiene monopolios y privilegios
, y que en cuanto gremio cuenta con una organización “jurada” que obliga a sus miembros; sean vidrieros, comerciantes, profesores o alumnos. Universitas scholarium y universitas magistrorum no significa entonces “la universidad” de alumnos o profesores sino “el conjunto de todos” o “corporación” de alumnos o profesores. Solo más tarde el uso se desplazará a Universitas Studii o “el conjunto de todos los estudios” que se parece más al uso actual.

La universidad medieval tuvo al menos tres modelos; tres orígenes. Las del sur, como la de Salerno (s.X – medicina) y Boloña (1155/1189 – derecho), son más antiguas y nacen de la tradición de escuelas municipales de la antigüedad tardía. Fueron universidades profesionalizantes, y su corporación (universitas scholarium) surgió de la necesidad de los alumnos, personas mayores y adineradas que financiaban el studium y procedían de muchas partes, de protegerse de ciudadanos y autoridades de la ciudad que los alojaba.

Las universidades del norte, como París (1208) en primerísimo lugar y poco más tarde Oxford (1231) (artes-filosofía y teología), surgen del esfuerzo de iglesia y estado por recuperar las tradiciones académicas abandonadas por los gobernantes que sustituyeron a la burocracia romana. Este modelo resultó el estándar de la universidad medieval: el Studium Generale con cuatro facultades jerarquizadas: la facultad inferior de artes (responsable de las siete artes liberales del trivium y quadrivium), y las superiores de medicina, derecho y, en el vértice, la teología. Su corporación (universitas magistrorum) estaba controlada por los profesores de la facultad de artes -por la que todos los alumnos debían pasar antes de seguir a las facultades superiores y contaba con el grupo más numeroso de profesores- que podía imponer juramentos que obligaban más tarde en la vida.

El tercer modelo es al que se remontan la universidad de Nápoles, creada por el emperador (1224), y la universidad La Sapienza de Roma cuyos antecedentes son el studium curiae (1245) y studium urbis (1303) creados por el papado. Son studia para formar funcionarios: sus patrocinadores controlaban todo el proceso. Aunque los proyectos evolucionaron hacia el estándar, este modelo rebrota cada cierto tiempo. Es el caso de la universidad napoleónica, y de las universidades comunistas, facistas y nazis, y de la tentación estatal de intervenir las universidades públicas que crea y financia.

Con su énfasis en la filosofía/teología, el método escolástico y el gobierno de los profesores, la universidad de París marcará el futuro de la institución; aunque muchas de las universidades, sobre todo del sur, no lleguen a tener las cuatro facultades.

La consolidación del modelo crea nuevos problemas. Todo paradigma académico tiende a resistir al cambio, como estableció Kuhn, y todo colectivo tiende a desarrollar intereses de grupo, construir prácticas endogámicas y convertir su reproducción en fin, sustituyendo el propósito inicial. La historia de la corporación universitaria confirma una y otra vez estas tendencias.

El humanismo (los studia humanitatis) y el renacimiento fueron fenómenos extrauniversitarios resistidos por una corporación cómoda en el paradigma escolástico. Mecenas y autoridades crearon cátedras humanistas dentro de las universidades, pero también enriquecieron la ecología institucional con establecimientos extrauniversitarios como el Collegium Trilingue de Lovaina (1518) y numerosas academias. Este episodio coincidió con el vendaval que trajo la Reforma a la universidad y quebró por largo tiempo la comunidad académica universal, dividiéndola entre universidades confesionales católicas y protestantes. De la contrareforma surgen los seminarios eclesiásticos y los jesuitas. En el proceso incluirán el paradigma humanista.

Cuando el humanismo logró alojamiento en la universidad incorporándola a su respublica litteraria internacional, dos nuevos paradigmas se desarrollaron fuera de la universidad: la Ilustración y la Revolución Científica. Nuevas instituciones extra universitarias son sumadas a la ecología académica para cultivar el nuevo espíritu de los tiempos: academias de nobles para las artes militares (balística e ingeniería), escuelas de administración y comercio, sociedades reales, sociedades científicas, observatorios, etc. El despotismo ilustrado borbónico intentó adelantar la agenda de secularización -eliminar el control clerical y pasar al estado los recursos eclesiales- mediante la expulsión y luego extinción de los jesuitas (1773), principales promotores de muchas de las instituciones educativas de la época, especialmente en Latinoamérica.

Tarde. Poco tiempo después estalla la revolución francesa. Junto a la monarquía, la universidad confesional del antiguo régimen, remozada por los humanistas, es abolida. En su lugar Napoleón creará l’Université de France (1808) con un nuevo modelo basado en escuelas profesionales disciplinares para formar los funcionarios requeridos para el desarrollo y defensa del estado. Los alumnos, militarizados, son tratados como funcionarios. Los profesores son funcionarios públicos y el plan de estudios es controlado por el Ministerio. La investigación es asignada a instituciones especializadas. Aunque este modelo será modificado para incorporar elementos del modelo alemán, representa un parteaguas: inventa la educación pública a cargo del Estado y los diplomas a nombre de la nación, impone la educación laica –en adelante la teología se replegará a los seminarios-, e incorpora ciencias e ingenierías a la universidad. La creación de instituciones educativas y de investigación sectoriales, dependientes de ministerios, sigue también este modelo.

El otro modelo europeo surgido del terremoto de la época nace en Prusia. Lo impulsa Wilhem von Humboldt (hermano de Alexander el naturalista) y se conocerá como el modelo alemán o Universidad de Humboldt. La universidad de Berlín (1810) se crea desde cero con un propósito completamente diferente: no se trata de enseñar conocimientos directamente aplicables sino mostrar cómo se descubre el conocimiento para desarrollar en los alumnos el espíritu científico. Los alumnos aprenderán compartiendo con sus profesores esfuerzos de investigación pura, única investigación digna de la universidad. Los eruditos de la universidad humanista son sustituidos por investigadores especialistas organizados en facultades disciplinares. El estado asegura a los profesores libertad para investigar. Aunque el modelo encarna el espíritu de la revolución científica, reivindica para la filosofía la función de la antigua facultad de Arte, condición previa a los estudios especializados, de modo que obtiene un estatus semejante –si no más importante- al de las demás facultades. El modelo mantiene la facultad de teología; una por cada vertiente: católica y luterana. La graduación requiere la sustentación de una tesis, resultado de una investigación que aporte conocimientos originales basados en evidencia. El sistema alemán es descentralizado; profesores y alumnos pueden moverse entre las distintas universidades. Aunque este modelo acabará influyendo sobre todo el sistema universitario, la universidad latinoamericana será más influida por el modelo francés. Sobre todo por la versión de la restauración que devuelve la más alta prioridad a las letras y humanidades.

La Iglesia católica reacciona a la nacionalización y estatización de las universidades confesionales (secularización) para instituir la universidad pública, creando las Universidades Católicas (y la universidad privada). Su misión es polemizar con la modernidad y defender el pensamiento eclesial. La primera de todas es la Universidad Católica de Lovaina, creada en 1834 en Malines como Universitas catholica Belgii. La mayoría de las universidades católicas se crearán en América del norte y del sur.

Un rasgo común a la etapa, anticipado por la ilustración, es el desarrollo del carácter nacional y nacionalista del sistema universitario. Se pierde el latín como lingua franca. El desarrollo nacionalista y las guerras europeas atentan contra la tradición internacionalista recuperada por los humanistas. Los extremos de este desarrollo llevarán a la exacerbación suprematista de la universidad fascista y sobre todo de la universidad nazi.

A pesar de su éxito, o quizás debido a él, nuevas dinámicas quedan fuera de la universidad o pugnan por entrar. La revolución industrial sucede extramuros: Watt desarrolla la máquina de vapor y luego los científicos desarrollan la termodinámica (para hacerla más eficiente); otras novedades extrauniversitarias estarán referidas a la electricidad, el teléfono, el automóvil, etc. La ecología académica sigue cambiando. A este lado del Atlántico se desarrolla el modelo de las universidades de investigación norteamericanas; las land grant universities cuya ley (1862) obliga a enseñar agricultura y artes mecánicas a las clases industriales. Las escuelas de ingeniería, que producen tecnología, van logrando reconocimiento universitario. Y entre las instituciones extrauniversitarias, las industrias desarrollan laboratorios de investigación propios y los estados crean nuevas instituciones para implementar proyectos estratégicos de escala superior a la de sus universidades. Los laboratorios orientados a solución de problemas o creación de productos generan crecientemente prácticas interdisciplinarias; los problemas no son disciplinarios. Crecientemente el desarrollo de innovaciones (productos y servicios) se deriva de los resultados de la investigación realizada por joint ventures entre el estado, la empresa y la universidad.

Sucede también que luego de la segunda guerra mundial la universidad deja de ser el espacio de formación de la élite del pensamiento, de la élite gobernante. Primero asomó el fenómeno de la universidad de masas (1960) y hoy se habla de universalización de la universidad. Por supuesto los cambios de escala traen consigo cambios en todo orden de cosas: misión, financiamiento, accountability, administración, estándares; en una palabra, diversificación. Con la masificación surgen por todas partes universidades privadas (de enseñanza) en manos de empresarios.

Finalmente, respecto a los paradigmas, las universidades católicas acompañan el cambio en las relaciones de la Iglesia con la modernidad establecido por el Concilio Vaticano II (1962-1965) caracterizado por el respeto a la autonomía de las realidades seculares y al método propio de las disciplinas que las estudian, y por la actitud de diálogo con la cultura. El avance científico abre continuamente intersecciones disciplinares como las que, basadas en la mecánica cuántica, existen entre física atómica, química molecular, biología y teoría de la información. La computación y la internet crean nuevos entornos, globales, virtuales. Y por otro lado, un grupo sustantivo de la academia declara que ningún discurso debe ser considerado superior a otro y coloca a la universidad como una cultura entre otras en un diálogo de saberes.

La universidad del siglo XXI es cada vez más un menú con universidades de naturaleza variada: de pregrado (de enseñanza) masivas; de posgrado e investigación pura (de investigación – modelo Humboldt) de élite; de innovación o emprendedoras (tercera misión: generar y difundir innovaciones a partir de los resultados de investigación – anglosajonas) top research universities para la élite de la élite; profesionalizantes de pregrado y posgrado (modelo francés); eclesiásticas vaticanas y seminarios (modelo escolástico–humanista medieval); indígenas descolonizadoras; virtuales…

¿Cuál será la siguiente etapa?

REFERENCIAS
KUHN, Thomas S. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica, 2005.
RUEGG, Walter (General editor). A History of the University in Europe. 4 volumes. Cambridge University Press, 1992 – 2004.
TROW, Martin. “Reflections on the Transition from Elite to Mass to Universal Access: Forms and Phases of Higher Education in Modern Societies since WWII”, en el “International Handbook of Higher Education”. Editado por James J.F. Forest and Philip G. Altbach. Springer 2006.

MATERIALES
– Este artículo fue publicado en el número 12 de la revista Mural de Letras de Estudios Generales Letras de la PUCP. Para obtener una copia de la revista hacer click AQUÍ
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Juan Fernando Vega Ganoza
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