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IDILIO MUERTO es un poema que nunca deja de impresionar. Inspirado en un amor que se ha perdido, es igualmente un canto al desarraigo, a la lejanía y la distancia entre dos mundos que se muestran intensamente distintos: la gran ciudad costeña capitalina y el pueblito rural enclavado en los Andes. Su contenido breve, pero tan coloquialmente fresco y sincero, conmueve de inmediato.
Fue publicado por CESAR VALLEJO en 1919, aunque con fecha de 1918, dentro de su primer poemario titulado LOS HERALDOS NEGROS, casi dos años después de haber dejado su tierra natal y arribar a Lima. Ello se desprende de los datos que nos proporciona Juan Espejo Asturrizaga, integrante del Grupo Norte de Trujillo y gran amigo de Vallejo, quien escribió una biografía de nuestro poeta [1], referida a los años 1892 a 1923, el periodo previo a la partida de Vallejo rumbo a Europa.
Ha sido preocupación de muchos, saber si la “andina y dulce RITA” es un personaje de carne y hueso. Es decir si vivió en la realidad. Al respecto existen varias hipótesis. Los biógrafos y estudiosos de CESAR VALLEJO han señalado hasta seis personas que pudieron haber sido RITA. En los últimos tiempos, ha cobrado bastante fuerza la presunción de que la añorada RITA a la cual se refiere Vallejo en este poema tan singular, fue Rita Uceda Callirgos, joven hija de una de las familias más poderosas de la región norteña donde nació nuestro poeta, la misma que luego se casó con Juan de Dios de la Puente Ganoza, y fueron padres de Luis de la Puente Uceda, el que posteriormente encabezó una asonada insurreccional en el Perú del siglo XX. Avalarían este descubrimiento de la identidad de Rita, las versiones de muchos testigos de los hechos, tales como los familiares y descendientes vivos de César Vallejo e incluso las palabras en vida del mismo Luis de la Puente Uceda y de amigos de éste último, que conocieron a su familia. (Sobre este punto, leer el documentado artículo de Paredes Carbonell[2] que enlazamos al pie de esta página.)
Por nuestra parte, consideramos totalmente inoficioso verificar si esta obra de arte se inspiró o no en una persona real. La poesía jamás puede ser entendida como el relato biográfico de alguien, sino como creación literaria. Hecho el poema, éste cobra vida propia y promueve infinitas connotaciones y emociones, según cada quien que lo lea. Eso lo sabía VALLEJO y su intención habría sido más bien relevar el amor a una mujer idealizada en una identidad andina, no necesariamente referida a una persona específica.
En este orden de ideas, resulta innegable en IDILIO MUERTO, un detalle que muchos críticos subrayan, el cual es: el dejo, el acento, el estilo léxico, no solo acendradamente rural, sino particularmente indígena y peruanista, que trasunta la frase con la que VALLEJO decide empezar genialmente este poema: “Que estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita….”; frase en la que VALLEJO se come la “a” que debería tener una construcción formal hispana, después de la palabra haciendo[3]. Cosa muy parecida se puede advertir en la frase: “ha de estarse…” Locuciones que sin duda incluyó Vallejo en forma adrede, para subrayar su identidad andina, habida cuenta que era un hombre muy culto, como pocos de su época, puesto que se había graduado en Letras, con honores, obteniendo la nota de 19 sobre 20 en la Universidad de Trujillo, se encontraba cursando el doctorado (que no llegó a concluir pues tuvo que viajar fuera del Perú); y estaba provisto de una concepción del arte como fuente de cambio y renovación de las conciencias.[4].
IDILIO MUERTO en suma, no solamente es un poema al amor ideal que se ha dejado en un lugar lejano que el poeta añora; también es un poema del desarraigo de aquél que siente y sufre lo que ha tenido que abandonar, al irse a vivir en otros lares; ese desarraigo, que duele profunda y vitalmente.
NOTAS
[1] ESPEJO ASTURRIZAGA, Juan: CESAR VALLEJO – ITINERARIO DEL HOMBRE, Editorial Juan Mejía Baca, Lima, 1965, p. 83. Refiere: “Vallejo llega a Lima en uno de los últimos días del año de 1917. A mediados de 1918 LOS HERALDOS NEGROS están listos para salir de la imprenta. Se espera el prólogo de Valdelomar, que no llega. El libro aparece y se lleva a las librerías de Lima en julio de 1919.”
[2] PAREDES CARBONELL, Juan: DETERMINACIÓN BIOHISTÓRICA DE RITA EN EL POEMA “IDILIO MUERTO” DE CÉSAR VALLEJO. En: PUEBLO CONTINENTE Revista Oficial de la UPAO – ISSN 1991 – 5837 VOL. 26 N1, ENERO – JUNIO, 2015 – TRUJILLO, PERÚ, pp. 317 y sgtes. (Dar click sobre el título resaltado, para descargar el Artículo)
[3] FERNANDEZ COZMAN, Camilo Rubén: LOS ESTILOS DE PENSAMIENTO EN LOS HERALDOS NEGROS de CESAR VALLEJO; en Bakhtiniana. Revista de Estudos do Discurso, São Paulo, 13 (1): 19-32, Ene./Abril 2018; señala: “hay la elisión de la preposición “a” que significa una violenta aparición del castellano andino y se adscribe al régimen confusivo que, desde el punto de vista de la cosmovisión, materializa un cuestionamiento categórico del registro formal modernista y de la ciudad letrada (RAMA, 1998, pp.31-41) porque implica una oralidad amerindia que cuestiona la primacía de la formalidad escrita de la dicción de Darío en Prosas profanas.”– Todo el contenido de Bakhtiniana. Revista de Estudos do Discurso está bajo la licencia de Creative Commons CC BY 3.0 BR
[4] VALLEJO MENDOZA, Cesar Abraham: LOS ARTISTAS ANTE LA POLÍTICA, Revista MUNDIAL, N° 394, Lima, 31 de Diciembre de 1927. En este artículo VALLEJO nos proporciona una de las claves para entender su trabajada producción literaria, cuando nos dice:
El artista es, inevitablemente un sujeto político (… )Pero ¿en que esfera deberá actuar políticamente el artista? El artista no ha reducirse ..a orientar un voto electoral de las multitudes o a reforzar una revolución económica, sino que debe, ante todo, suscitar una nueva sensibilidad política en el hombre, una nueva materia prima política en la naturaleza humana. Su acción no es didáctica, trasmisora o enseñatriz de emociones e ideas cívicas ya cuajadas en el aire. Ella consiste, sobre todo, en remover de modo oscuro, subconsciente y casi animal, la anatomía política del hombre, despertando en él la aptitud de engendrar y aflorar a su piel nuevas inquietudes y emociones cívicas(…) La cosecha de semejante creación política, efectuada por los artistas verdaderos, se ve y se palpa solo después de siglos y no al día siguiente, como acontece en la acción superficial del pseudo artista.