Trabajo de campo del curso de Deontología e Historia 2012-2: balance y perspectivas

En el marco de las actividades realizadas por el grupo Historia para maestros (Instituto Riva Agüero – PUCP), los alumnos del curso de Deontología e Historia, espacio donde los estudiantes de la especialidad de Historia PUCP reflexionan acerca de la ética profesional, realizaron un trabajo de campo en el colegio 3052 El Técnico del distrito de Independencia. La visita, realizada el miércoles 21 de noviembre de 2012, tuvo como objetivo que los estudiantes de la especialidad de Historia conozcan cuál es la percepción de docentes y alumnos de una escuela pública acerca de la historia y la labor del historiador. En un marco más amplio, la finalidad fue sensibilizarlos acerca de la realidad de la enseñanza de la historia escolar y el rol que el historiador puede desempeñar en este ámbito.
En esta línea, el trabajo de campo consistió en la realización de un focus group con cinco estudiantes de distintos años de secundaria y de entrevistas individuales a dos docentes del curso de Historia, Geografía y Economía. En todo esto los estudiantes de Deontología mostraron un gran interés por escuchar y un buen trato que les permitió interactuar bien con los entrevistados. En definitiva, fue una ocasión para que los jóvenes historiadores, quienes están por concluir su formación en el pregrado, se acerquen a otros sentidos y usos de la Historia propios de contextos extra-académicos. A continuación, los estudiantes del curso de Deontología e Historia presentan un balance de esta actividad, el cual recoge sus principales hallazgos y conclusiones.

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Fue particularmente interesante la conversación sostenida con los estudiantes de la escuela, quienes representaban a todos los grados de secundaria. Frente a la pregunta sobre lo que piensan respecto al curso de Historia, como sostuvieron Marcos Alarcón y Alejandra Cuya, “tres conceptos claves fueron asociados en su respuesta: tiempo, cambio (“cómo las cosas van cambiando, ‘evolucionando’”) y hechos (“hechos que marcaron la diferencia”)”. En base a sus comentarios, se puede mencionar que los alumnos comparten una visión evolutiva de la Historia, poseedora ella de una trama de progreso continuo. Por otro lado, si bien el curso de Historia busca que los estudiantes sean capaces de entender procesos históricos antes de memorizar acontecimientos, los alumnos remarcaron la importancia de estos últimos. En sus términos, la historia estaría conformada por una serie de “hechos que marcaron la diferencia”.

Otro aspecto recurrente fue que la enseñanza de la historia era importante porque generaba identidad. Como resaltaron Marcos Alarcón y Alejandra Cuya, de acuerdo con los estudiantes, “las personas y los pueblos encuentran en ella sus orígenes. Esta disciplina permitiría conocer los errores y aciertos de los pueblos, y así extraer lecciones válidas para el presente”. Fernando Contreras y Daniela Hernández insistieron en la misma idea: la historia “ayuda a identificar y reconocer los errores del pasado y corregirlos en el presente para ser mejores”. En otras palabras, la historia funcionaría como una maestra de la vida, que permite formular juicios de valor acerca de las experiencias del pasado y aplicarlos como aprendizajes a las experiencias de la vida cotidiana. Por ejemplo, un estudiante, al referirse a la Conquista del Perú, señaló que los españoles “vinieron al Perú para llevarse nuestro oro” y que eso le llevaba a concluir que “no hay que buscar cosas ambiciosas y ser como los españoles. Hay que buscar ser autosuficientes”.

En la línea de lo dicho, se indicó que la historia calaba mejor cuando se enseñaba como una “experiencia vivida”, por ejemplo, con un docente que “narra apasionadamente los hechos”, un material audiovisual o una visita a un sitio arqueológico. Por ello, los alumnos dieron mucho valor a la historia familiar y a los recuerdos de sus parientes mayores acerca de procesos de la historia peruana del siglo XX. Al respecto Fernando Contreras y Daniela Hernández observaron que “la historia conecta a las personas”, es motivo de debate y conversaciones en el ámbito familiar. No obstante, los estudiantes mencionaron que el recuerdo de sus familiares se contradecía con el discurso de los profesores de la escuela. Esta contradicción, evidentemente, se debe a que la construcción de memorias resulta un proceso subjetivo. En ese sentido, esta dinámica podría aprovecharse mejor si los docentes la incorporaran como una metodología de enseñanza. Para ello, las herramientas de la historia oral (desarrolladas por Rosa Troncoso para fines pedagógicos) son claves, en tanto permiten contextualizar los recuerdos de las personas y confrontarlos con otras fuentes de información.

Igual de provechosas fueron las entrevistas con los docentes escolares, ya que se trataba de personas con amplia experiencia en la enseñanza de historia. En la línea de los avances tecnológicos, los maestros han puesto énfasis en el aprovechamiento de herramientas informáticas como blogs y redes sociales. En ellos comparten con sus alumnos textos escritos, imágenes, documentales, entre otros materiales relacionados con los temas que ven en clase. Sin embargo, en la conversación con los docentes, fueron recurrentes las limitaciones a las que se enfrentan en su labor. La resistencia de los padres a que sus hijos salgan a visitas de campo por el contexto de inseguridad, se une a la falta de materiales pedagógicos y a un texto escolar oficial que no se ha renovado en años.

Los profesores insistieron en que no creían que existiera una carencia de información, pues el Internet ofrecía muchas y nuevas posibilidades de acceso a ella, y los historiadores aportaban nuevos conocimientos con sus investigaciones. Por un lado, para ellos el problema central era cómo transmitían la información para que los alumnos generen aprendizajes significativos. En otras palabras, requerían de métodos que potencien el uso de la información con fines pedagógicos, y de herramientas que les faciliten el trabajo de recopilar materiales en Internet. Este punto confirma la pertinencia del trabajo del grupo Historia para maestros, que pretende recopilar, organizar y difundir recursos útiles para el trabajo del docente escolar de historia.

Por otro lado, los docentes sostuvieron que tienen limitaciones para acceder a las investigaciones recientes de los historiadores, debido a que los libros son costosos y que tienen limitaciones de tiempo por su carga docente. En esa línea, insistieron en que las publicaciones de los historiadores eran muy especializadas cuando, por sus intereses y necesidades, ellos buscaban textos generales de historia. Esta información permite tomar conciencia de la ausencia de textos escolares pensados en función de las necesidades del docente escolar de historia. De acuerdo con lo conversado con los maestros, existe una amplia demanda por textos de síntesis histórica frente a la cual los historiadores tienen la oportunidad de responder.

Haciendo un balance general, la experiencia permitió concluir que los objetivos y metas de la escuela son diferentes a los intereses perseguidos por la historiografía. Si bien no toda la producción historiográfica debe pensarse en función de la enseñanza escolar, como afirmó Alejandra Cuya, sí se trata de un público al que los historiadores deberían prestar atención. En ese sentido, los académicos interesados en la difusión de la historia en el contexto escolar tienen un campo de desarrollo profesional aún por explorar. En consonancia con esta posibilidad, los estudiantes de Deontología e Historia insistieron en la importancia de elaborar materiales que respondan a las necesidades de los docentes. No obstante, no se debe tratar únicamente de elaborar y entregar materiales, sino de hacer un seguimiento y evaluación de su uso que redunde en brindar más y mejores herramientas al trabajo de los docentes. En este proceso, como indicó Fernando Contreras, es clave no tratar a los docentes como objetos de estudio, sino como interlocutores válidos que tienen ideas que aportar. Fue, también, la opinión de uno de los docentes quien invitó a los historiadores a “que ‘bajen’ a las escuelas y entren en diálogo con los alumnos y profesores”.

Agradecimientos: Profesor Juan Carlos Crespo, a los alumnos Marcos Alarcón, Alejandra Cuya, Fernando Contreras y Daniela Hernández, así como a los miembros del grupo Historia para maestros, Christopher Cornelio, Juan Miguel Espinoza y Karen Poulsen

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