POLÍTICAS LOCALES DE FOMENTO DE LA PEQUEÑA EMPRESA Autores: Mg. Roberto Claros Cohaila MBA Braulio Vargas Becerra

POLÍTICAS LOCALES DE FOMENTO DE LA PEQUEÑA EMPRESA
Autores: Mg. Roberto Claros Cohaila
MBA Braulio Vargas Becerra
1. PEQUEÑA EMPRESA, COMPETITIVIDAD Y DESARROLLO ECONÓMICO
En enero de 2003 el Gobierno Peruano emprendió un proceso de descentralización y de transferencia de competencias a los gobiernos subnacionales, con el propósito de impulsar el desarrollo y, a través del crecimiento económico, la generación de empleo y el aprovechamiento de las potencialidades territoriales en el país, incluyendo el espíritu de emprendimiento de los ciudadanos y ciudadanas. Este propósito es de alta complejidad, debido a que los buenos resultados en un periodo no necesariamente garantizan buenos resultados en el siguiente. Por ello, el desafío de cualquier programa o estrategia gubernamental es buscar que los beneficios que se obtengan sean sostenidos; es decir, hallar la fórmula de la competitividad a nivel de la sociedad.
Bajo el marco descrito, se requieren intervenciones en niveles territoriales amplios (a nivel nacional y de departamentos, por ejemplo), pero también a nivel mucho más localizado (en espacios provinciales e interdistritales), desde donde se puedan generar dinámicas recurrentes de emprendimiento e inversión, que cimenten las bases para el despegue de las actividades económicas y sociales que creen bienestar a nivel de empresas, familias e instituciones públicas; es decir un grado de competitividad.
Una de las intervenciones más exitosas en el panorama de países que logran reducir la pobreza, aumentar el bienestar, elevar la calidad de vida de las familias y consolidar un Estado democrático y eficaz, es el fomento de la pequeña empresa. Esto se debe a que la pequeña empresa es un eslabón primordial en la mayoría de relaciones o dinámicas de la sociedad. Esta afirmación es válida en la actualidad, tanto o más que como lo ha sido a lo largo de la historia humana; pues en ésta se registra que el emprendimiento de actividades económicas por parte de las personas ha ocurrido en todos los regímenes de gobierno y en todas las culturas y religiones; principalmente con la motivación de la supervivencia y de la mejora de condiciones de vida.
Para que el empuje de los emprendedores y la influencia de la actividad económica pequeña (pero numerosa, flexible e innovadora) sirvan a los propósitos de la competitividad y el bienestar de una sociedad, es necesario que el actor que representa los intereses colectivos (en este caso los gobiernos central, regionales y locales) disponga de un instrumento para estimular aquellos tipos de emprendimiento local y regional que, por un lado, pongan en marcha el motor del desarrollo económico a nivel territorial, y que, por otro lado, tengan mejores perspectivas de crecimiento en el tiempo (lo que se explica por la necesidad de “mantener” o dar sostenibilidad a las dinámicas que provocan bienestar en la sociedad). Ambos criterios apuntan a la pequeña empresa que crece, crea empleo, adopta o desarrolla innovaciones, tiene una existencia formal en el mercado y participa de un gran número de interrelaciones en el espacio territorial (con la mediana y gran empresa, con el gobierno local, con la población, con los comerciantes y proveedores, con las instituciones públicas, con la juventud, con el espacio ambiental, etc.).
No obstante de los innegables beneficios y oportunidades que supone estimular el desarrollo de la pequeña empresa, en los países de América Latina, el sector gubernamental (especialmente en lo local), no cuenta con instrumentos de política.
Más aún, en las instancias gubernamentales que sí disponen, por ejemplo, de planes de desarrollo económico local, se evidencia que los objetivos son muy vagos, no se hallan articulados a los objetivos de desarrollo local, incluyen acciones que no apuntan al desarrollo de la pequeña empresa (a lo más, incluyen acciones mínimas para acompañar las actividades de la microempresa), tienen grandes limitaciones para la implementación de intervenciones (gestión) y operan en aislamiento de los otros agentes económicos que son relevantes para trabajar en una agenda de desarrollo económico territorial y de competitividad. Este diagnóstico, en el caso Peruano, se apoya en un conjunto de estudios realizados en los últimos años, por universidades, agencias de cooperación (como la cooperación Suiza en su reciente estudio sobre la Gestión Municipal en municipios rurales en el Perú), y el gobierno central (a través de programas apoyados por el BID), entre otros.
Bajo el marco introductorio descrito, en este artículo, el análisis y la propuesta se centran en el fomento de la pequeña empresa, así como en el impulso al desarrollo de nuevos emprendimientos locales, a través de partir con políticas explícitas de fomento. Siendo así, cabe preguntar a los receptores de competencias y prerrogativas en materia de desarrollo económico (las municipalidades, principalmente, sí acaso ¿son las pequeñas empresas consideradas dentro de los programas y proyectos de desarrollo emprendidos por los gobiernos locales? ¿Se han contemplado inversiones públicas que complementen las inversiones de los actores económicos locales?
En el desarrollo del contenido del artículo se abordan tres puntos. El primero se refiere a profundizar algo más la importancia que tiene para el desarrollo socioeconómico y la competitividad el apoyo al desarrollo de la pequeña empresa. El segundo punto advierte sobre la necesidad de considerar que las políticas para la pequeña empresa no son estándar, sino que dependen de la etapa de desarrollo en que se encuentren, así como del estado de sus capacidades de gestión empresarial. Sin considerar este contexto, incluso las políticas correctas pueden tener resultados adversos. En tercer lugar, finalmente, se propone un conjunto de tipos de políticas que pueden ser empleadas por las municipalidades en sus intentos por estimular el surgimiento de emprendimientos locales, así como el desarrollo y crecimiento de la pequeña empresa.
2. PEQUEÑAS EMPRESAS Y EMPRENDIMIENTOS: MOTOR DE DESARROLLO
La literatura sobre el estrato de las pequeñas empresas refiere a éstas como piezas clave para la prosperidad local y regional en virtud de contribuciones tales como (a) creación de empleo; (b) crecimiento económico, particularmente si las pequeñas empresas coadyuvan a la mayor participación en el comercio internacional de empresas locales (medianas y grandes) o si ellas mismas inician operaciones de exportación; y (c) competitividad local asociada a las innovaciones que dinamizan los mercados de oferta y demanda de factores de producción y conocimiento, y que pasan a formar parte de la propiedad intelectual del país (Becker, 2004) .
Estrechamente ligado al campo de la pequeña empresa, el emprendimiento también viene recibiendo gran atención desde el mundo académico, el sector público e incluso el sector empresarial, en virtud que la creación de nuevas empresas contribuye al desarrollo económico. Su capacidad de transformar ideas singulares en oportunidades económicas hace de los emprendimientos un medio efectivo para revitalizar el mercado local, regional, y, eventualmente, global –como lo demuestra el éxito de Apple y Microsoft, en los años 90s, y de Google y Facebook, en años recientes.
Gallo (1996) define al emprendedor como aquel capaz de innovar y aprovechar cualquier oportunidad para producir cambios que conduzcan a nuevos productos, nuevos procesos y nuevos mercados. Ello implica que ser emprendedor es mucho más que iniciar una nueva empresa, y que implica crear ventanas de oportunidad. Desde esta perspectiva, el individuo que inicia una empresa no necesariamente es un emprendedor, si el emprendimiento no va asociado a algún tipo de innovación.
Para el caso concreto de economías en vías de desarrollo, un estudio de la División del Banco Interamericano de Desarrollo para la Pequeña y Mediana Empresa (2002) analizó la relación entre el nivel de actividad emprendedora y aspectos como: (a) El crecimiento económico, (b) el incremento en la productividad, y (c) rejuvenecimiento de las redes sociales y productivas locales en las últimas dos décadas. En cuanto al tercer aspecto, el ingreso de nuevas firmas a nuevos mercados o a nuevos sectores de actividad ayuda a identificar cuáles son las industrias en fase de decline –lo que contribuye a mantener una eficiente asignación de recursos en actividades económicas más sensibles a la innovación y a ganancias en productividad.
En materia social, los nuevos emprendimientos en actividades de producción, como las confecciones, de información, como el desarrollo de software a medida, y los servicios, como la distribución tercerizada e almuerzos o el microcrédito, se han convertido en una fuente principal de nuevas oportunidades de trabajo para un creciente número de jóvenes, así como una fuente de oportunidad de negocios como subcontratistas de otras empresas, instituciones públicas y personas naturales.
Evidentemente, el impacto socioeconómico que provocan estos emprendimientos puede aumentar, en la medida que las unidades económicas que lo causan (las microempresas o los trabajos individuales) aumenten de tamaño y tengan una actividad económico-comercial más diversificada y diseminada en el mercado. Sin embargo, mucha de esta energía potencial se halla desconocida para las entidades gubernamentales, porque no se dispone de información.
3. FUNDAMENTOS PARA POLÍTICAS DE FOMENTO A LA PEQUEÑA EMPRESA
¿Por qué dos sociedades cuya economía depende en alto grado de la existencia del dinamismo de su estrato de pequeñas empresas (cerca del 90% de las unidades económicas, como valor más frecuente a nivel mundial) muestran un desempeño económico tan disímil en su nivel macro y micro?
Además del tamaño y la diversidad de relaciones que las pequeñas empresas y los emprendimientos entablan con su entorno, otras dos variables relevantes parecen ser, por un lado, la localización y el grado de concentración que tienen las pequeñas unidades económicas (clusterización), tal como lo refiere la teoría económica y de competitividad. Estas dos variables, sin embargo, resultan evidentes cuando el objeto de análisis es el espacio local. Por tanto, es de interés explorar que otras variables son relevantes para orientar el diseño de políticas de desarrollo económico local que sean eficaces para fomentar el desarrollo de la pequeña empresa. Al respecto, Reinert (1996) ha propuesto que se trata de “diferencias en la calidad de las actividades económicas”; es decir: “en la medida que la actividad económica se vuelva más sofisticada e intensiva en conocimiento, sus oportunidades para crecer y participar de modo más significativo en la economía nacional, en los mercados y en sus respectivos sectores o industrias son mucho más numerosas y de mayor escala en cuanto al valor económico.” Se ser así, su impacto en la economía local y en el bienestar de la sociedad también deberá ser mayor.
Pero en países en vías de desarrollo y/o en países cuyas economías se consideran “emergentes” (los ejemplos frecuentes se hallan en Asia y América Latina), la calidad de la actividad económica aún depende fuertemente de ser arrastrada por el grado de inversión que efectúan el Estado y las empresas medianas y grandes, así como del mayor consumo interno. Ello significa que tan pronto como algunos de los motores de crecimiento económico “nacional” se detienen o disminuyen su ritmo de expansión (como ocurre en las recesiones o en contextos de inflación, por ejemplo), la calidad de las actividades económicas en la economía en su conjunto también se detiene y podría, incluso, caer. En este nivel macro, las instancias gubernamentales “locales” poco podrían hacer para reactivar el dinamismo económico que influye sobre las unidades económicas y los emprendimientos locales.
Por tanto, surge la pregunta: ¿Qué tipo de variables locales o endógenas influyen en la calidad de la actividad económica?
En una perspectiva de menor dependencia de factores externos al espacio local y de mayor accesibilidad para los decisores de política pública local, se hallan los modelos de emprendedurismo y de competitividad a nivel de la pequeña empresa. Estos factores ya han sido abordados por la literatura especializada en el desarrollo de la pequeña empresa, en el desarrollo económico provocado por la innovación generada por los emprendedores, y, recientemente en estrategias de tipo “sistémico” que tienen el objeto de movilizar los motores de la economía –entre ellos la pequeña empresa.
Evidentemente, para que los aportes de los estudios y la literatura científica puedan ser aplicados en la gestión concreta es necesario definir los fundamentos o criterios principales para que dicha aplicación sea funcional. Tal definición puede partir de otros estudios más aplicados (como los casos o los diagnósticos), de la opinión de expertos, y de la revisión de experiencias (nacionales o foráneas) en un periodo de tiempo suficientemente extenso como para aprender algo de utilidad para hacer gestión orientada al desarrollo económico local. En el caso peruano y latinoamericano, se dispone de acceso a tales tipos de información; lo que permite identificar cuatro fundamentos o principales lineamientos para pensar en políticas de fomento de la pequeña empresa al nivel de la gestión concreta:
3.1. El propósito
El desarrollo de la pequeña empresa no es el objetivo o meta última del rol promotor del gobierno local. Es más bien un medio o instrumento que tiene vital importancia para el desarrollo local desde una perspectiva económica y social. Por consiguiente, la gestión en desarrollo económico local atiende el desafío de hallar y aplicar los mecanismos para aprovechar el desarrollo de la pequeña empresa como el motor que ponga en marcha la economía local.
En términos de gestión municipal, este fundamento sugiere que las política, las estrategias y los proyectos que un gobierno local ponga en marcha pueden ser efectivos si logran hacer de la pequeña empresa una fuente para acelerar la evolución de la economía local y para crear un entorno atractivo para el surgimiento de pequeños emprendimientos (microempresas) que tengan potencial de crecimiento; es decir, que no obedezcan a la lógica de trabajar para sobrevivir.
3.2. La masa crítica
Sin información del estado del emprendedurismo en un espacio local o nacional, es muy difícil, sino imposible, determinar cuál es el potencial de emprendimientos con potencial de dinamizar y potenciar la economía local. En países pobres el emprendimiento es muy alto, pero ello se debe a que las personas buscan sobrevivir; y para ello tratan de identificar cualquier oportunidad de generar ingresos y se aseguran de desarrollar una mínima especialización que les permita aprovecharla, antes que otra persona lo haga. Es un mecanismo intuitivo de supervivencia que en el caso de las personas es bastante sofisticado.
En términos de la gestión municipal el fenómeno descrito es relevante en tanto la medida de eficacia de una gestión también incluye “haber alcanzado la masa crítica de emprendedores y pequeñas empresas” con potencial de dinamizar la economía local, por un lado, y de disparar una ola de emprendimientos creativos. Para el largo quedará una segunda pregunta: ¿En qué medida es posible alcanzar un grado más evolucionado en el conjunto de la economía local o regional? Esta pregunta no la vamos a abordar por el momento, pero sí podemos sugerir que eventualmente es necesario innovar el tipo de actividades económicas; y esto y ano depende de una economía local, sino de economías que se recrean en espacios territoriales mayores, definidos en función de sistemas de innovación (regional o nacional).
En el caso Peruano, los clusters de pequeñas y microempresas de Villa El Salvador, en Lima, y El Porvenir, en La Libertad, corresponden a la primera realidad, pero aún no han dado el salto hacia una economía de mayor innovación. En ambos casos existe un gran número de empresas, pero sólo algunas de ellas siguen la ruta creativa de innovación y desarrollo de mercados que es permite orientar su crecimiento hacia el status de la mediana empresa (con potencial exportador, por ejemplo). El resto de empresas quedan inmovilizadas en la trampa del éxito económico de corto plazo y ello las convierte en altamente vulnerables ante los factores externos (de los que en principio se trataba de reducir la dependencia). En tal situación, el impacto de las intervenciones públicas locales es nulo y ya no produce ningún valor agregado de cara a los objetivos de desarrollo local. En tal sentido, el gran desafío no es contar con “empresarios innovadores”, sino más bien contar con muchos de ellos, en sucesivas olas de emprendimiento – lo que nos lleva al siguiente fundamento.
3.3. El crecimiento y la competitividad en función del liderazgo del emprendedor
En el nivel de la pequeña empresa, el éxito económico y/o empresarial no recae aún en la propia empresa (sobre todo en países en vías de desarrollo, cuyos estándares para medir lo que se entiende por pequeña empresa son relativamente menos exigentes). El éxito es más bien un reflejo de las cualidades del emprendedor; tanto las que posee de modo innato, como las que va desarrollando en la medida que las condiciones del mercado y/o del entorno lo exigen.
En la medida que las cualidades innatas del emprendedor conducen a mejores oportunidades de negocio, la capitalización y la inversión en el crecimiento de la empresa provocan su crecimiento y la necesidad de desarrollar nuevas competencias empresariales para afrontar los retos del crecimiento. En un segundo momento, las nuevas oportunidades ya no sólo se provechan, sino que además se buscan y se provocan, y es en ese instante en que el emprendedor permite que la empresa descanse sobre sus propios méritos para permitirle a él o ella, desarrollar competencias para la estrategia y la negociación. El ciclo continúa y en el trayecto pueden ocurrir grandes transformaciones, las que reflejan el nivel de competitividad que la pequeña empresa alcance, así como el momento en el que ya ha trascendido al status de mediana empresa.
En términos de la gestión sobre la base de políticas la competitividad por si misma no puede ser fomentada, pues sólo depende del desempeño de la empresa; pero puede ser estimulada a través de mecanismos muy específicos que operen a nivel de proyectos o programas de desarrollo empresarial (que, por el momento, quedan fuera del alcance de este artículo, que se centra en lineamientos de política). En términos de política pública, sin embargo, sí es posible crear un entorno favorable para explotar el potencial de los emprendedores, de modo que éstos se hallen en mejor situación para provocar el desarrollo de sus propias empresas –en términos muy simples ello equivale a “ayudar en aprender a pescar” en lugar de “dar pescado”.
Queda la pregunta: ¿Cuáles son entonces los mecanismos de los que las políticas pueden sacar provecho? Para responder a ello, se ha recurrido a dos fuentes. La primera corresponde estudios conducidos por Audet y d’Amoise (1998) para identificar cualidades de pequeñas empresa que crecen sin apoyo del sector gubernamental. Con similar propósito, la segunda fuente se centra en estudios más profundo, pero menos amplio para el contexto peruano, iniciados por Roca y Vargas (2002) . De ambos estudios se desprenden características, útiles para el diseño de políticas de fomento a la pequeña empresa, vía los emprendedores.
3.4. El ciclo de vida de la pequeña empresa
Las pequeñas empresas también siguen un ciclo (el proceso emprendedor). Pueden iniciar pequeñas, pero también pueden ser el estado evolutivo de un emprendimiento individual (como la microempresa) que logró superar las barreras y restricciones de tamaño. Eventualmente, la pequeña empresa crece hasta enfrentar las barreras y restricciones asociadas a la transición hacia la mediana empresa, o a la competencia dispar con firmas que poseen una mayor curva de aprendizaje. En unos casos la transición ocurrirá en el mediano plazo, mientras que en otros casos las firmas podrían permanecer pequeñas e incluso morir.
Para efectos del diseño de políticas de fomento es necesario identificar en qué etapa del ciclo de vida se hallan las empresas. Sin esta información, incluso las mejores políticas podrían desencadenar en programas o proyectos que no tendrán ningún efecto. Por el contrario, si se identifica el ciclo de vida, es posible seleccionar y programar estrategias que resulten efectivas en el momento más conveniente, diferenciando la pequeña empresa de la microempresa (pero trabajando con ambas); lo que tiene el efecto de acelerar el ciclo de vida (lo que en el fondo resulta deseable).
La literatura en materia de nuevas empresas destaca tres fases del ciclo de vida: (a) inicio, donde ocurre la motivación de llevar a la práctica un emprendimiento; (b) arranque o “start-up”, donde se pone en marcha la empresa y se procura obtener financiación y recursos; y (c) desarrollo temprano, donde se aprecia el desarrollo de las diversas manifestaciones de la gestión empresarial. Sin embargo, esta perspectiva es insuficiente para países en vías de desarrollo, donde existen otras motivaciones para emprender (como ocurre al iniciar la actividad y mantenerla incluso en momentos en que se trabaja a pérdida, porque es el medio de subsistencia del emprendedor).
Por ello, resulta más apropiado plantear tres fases algo distintas: (a) arranque o start-up, (b) sobrevivencia, que se entiende como “continuar operaciones” luego de haber superado los tres años de vida; y (c) estabilidad, en cuyo caso las empresas adquieren un perfil más definido, pudiendo algunas ser “innovadoras” y otras “seguidoras”.
4. MARCO DE REFERENCIA PARA EL DISEÑO DE POLÍTICAS
Luego de haber revisado cuatro fundamentos para orientar el desarrollo de políticas públicas de fomento a la pequeña empresa, tomando en cuenta el propósito de la política, la masa crítica necesaria para aplicar políticas, el potencial emprendedor “real” y el ciclo de vida, en esta última sección se introduce un marco general, que combina los cuatro fundamentos para plantear modelos genéricos de política.

Tabla 2. Marco de políticas públicas locales para el fomento a la pequeña empresa

Estadio de la empresa Microempresa Pequeña empresa
Potencial emprendedor / innovador Start-Up > 3 years Seguidor Innovador
Principales desafíos a superar o metas a alcanzar Alta mortandad, acceso al crédito homogeneidad del producto, liquidez, precios bajos, tecnología básica, bajas barreras de entrada, baja productividad Guerra de precios, control de calidad, liquidez, tecnología, capacidad gerencial, poder de negociación, costo de capital, capacidad instalada, producto homogéneo Rendimientos decrecientes, guerra de precios, sustitución de productos, ventas volátiles crédito al cliente, crédito del proveedor, nuevos mercados Rendimientos crecientes, producción diversificada, nuevos mercados Premium, subcontratación, barreras de entrada, cambio tecnológico, mentalidad exportadora.
Factor de éxito (estabilidad en gestión)
– Diversificación y liquidez
– División del trabajo

– Gestión del capital humano
– Compra consolidada y pago puntual
– Innovación de productos y procesos
– Alianzas estratégicas con los clientes

Factor de éxito (potencial endógeno)
– Liderazgo interno y participación en redes de cooperación
– Creación de barreras de entrada y salida a través de la diferenciación y la calidad

– Especialización y curva de aprendizaje
– Flexibilidad en la producción y articulación hacia atrás
– Satisfacción del cliente, lealtad y participación de mercado Lineamientos de política
– Compras estatales
– Énfasis en la producción

– Entrenamiento
– Datos de proveedores
– Transferencia tecnología
– Información de mercados

– Formación emprendedora. Fortalecimiento de gremios
– Desarrollo de línea de productos similares
– Un producto diferenciado
– Capacitación técnica
– Programa de entrenamiento multi-tarea para operarios
– Información del mercado. Cartera inicial de clientes Lineamientos de política
– Compras estatales altas
– Control de calidad en el producto y el proceso
– Condiciones de trabajo
– Cartera de proveedores
– Transferencia tecnológica
– Ferias de exhibición

– Campañas promocionales. Liderazgo. Mejor tecnología
– Desarrollo de línea de productos diversificados
– Evitar guerra de precios
– Control costos, presupuestos
– Clusterización, redes de colaboración. Tecnificación
– Cartera inicial de clientes cautivos. Expansión de planta Lineamientos de política
– Nuevos productos
– Énfasis en la gerencia y la calidad del servicio
– Condiciones de trabajo
– Garantías solidarias
– Servicios de valor agregado
– Pequeños clientes

– Campaña promocional, visibilidad, liderazgo
– Mercados usuales y nuevos nichos
– Mayores costos de cambio de procesos
– Planeación de la producción
– Canales de mercadeo. Bolsa de proveedores
– Publicidad boca a boca. Retención del cliente Lineamientos de política
– Participación en ferias
– Énfasis en la visión a futuro. Gerencia estratégica
– Premios, bonos, incentivos
– Crédito del proveedor
– Garantías, valor agregado
– Clientes corporativos.
– Redes

– Nuevos procesos.
– Compromiso social
– Productos al día con las nuevas tendencias. Nichos
– Versioning. Negociación
– Tecnología, aprendizaje
– Subcontrata. Manufactura celular. Plantas satélite.
– Pedidos a medida. Deleite del cliente.
– Internacionalización
POLÍTICAS LOCALES DE FOMENTO DE LA PEQUEÑA EMPRESA
Autores: Mg. Roberto Claros Cohaila
MBA Braulio Vargas Becerra
1. PEQUEÑA EMPRESA, COMPETITIVIDAD Y DESARROLLO ECONÓMICO
En enero de 2003 el Gobierno Peruano emprendió un proceso de descentralización y de transferencia de competencias a los gobiernos subnacionales, con el propósito de impulsar el desarrollo y, a través del crecimiento económico, la generación de empleo y el aprovechamiento de las potencialidades territoriales en el país, incluyendo el espíritu de emprendimiento de los ciudadanos y ciudadanas. Este propósito es de alta complejidad, debido a que los buenos resultados en un periodo no necesariamente garantizan buenos resultados en el siguiente. Por ello, el desafío de cualquier programa o estrategia gubernamental es buscar que los beneficios que se obtengan sean sostenidos; es decir, hallar la fórmula de la competitividad a nivel de la sociedad.
Bajo el marco descrito, se requieren intervenciones en niveles territoriales amplios (a nivel nacional y de departamentos, por ejemplo), pero también a nivel mucho más localizado (en espacios provinciales e interdistritales), desde donde se puedan generar dinámicas recurrentes de emprendimiento e inversión, que cimenten las bases para el despegue de las actividades económicas y sociales que creen bienestar a nivel de empresas, familias e instituciones públicas; es decir un grado de competitividad.
Una de las intervenciones más exitosas en el panorama de países que logran reducir la pobreza, aumentar el bienestar, elevar la calidad de vida de las familias y consolidar un Estado democrático y eficaz, es el fomento de la pequeña empresa. Esto se debe a que la pequeña empresa es un eslabón primordial en la mayoría de relaciones o dinámicas de la sociedad. Esta afirmación es válida en la actualidad, tanto o más que como lo ha sido a lo largo de la historia humana; pues en ésta se registra que el emprendimiento de actividades económicas por parte de las personas ha ocurrido en todos los regímenes de gobierno y en todas las culturas y religiones; principalmente con la motivación de la supervivencia y de la mejora de condiciones de vida.
Para que el empuje de los emprendedores y la influencia de la actividad económica pequeña (pero numerosa, flexible e innovadora) sirvan a los propósitos de la competitividad y el bienestar de una sociedad, es necesario que el actor que representa los intereses colectivos (en este caso los gobiernos central, regionales y locales) disponga de un instrumento para estimular aquellos tipos de emprendimiento local y regional que, por un lado, pongan en marcha el motor del desarrollo económico a nivel territorial, y que, por otro lado, tengan mejores perspectivas de crecimiento en el tiempo (lo que se explica por la necesidad de “mantener” o dar sostenibilidad a las dinámicas que provocan bienestar en la sociedad). Ambos criterios apuntan a la pequeña empresa que crece, crea empleo, adopta o desarrolla innovaciones, tiene una existencia formal en el mercado y participa de un gran número de interrelaciones en el espacio territorial (con la mediana y gran empresa, con el gobierno local, con la población, con los comerciantes y proveedores, con las instituciones públicas, con la juventud, con el espacio ambiental, etc.).
No obstante de los innegables beneficios y oportunidades que supone estimular el desarrollo de la pequeña empresa, en los países de América Latina, el sector gubernamental (especialmente en lo local), no cuenta con instrumentos de política.
Más aún, en las instancias gubernamentales que sí disponen, por ejemplo, de planes de desarrollo económico local, se evidencia que los objetivos son muy vagos, no se hallan articulados a los objetivos de desarrollo local, incluyen acciones que no apuntan al desarrollo de la pequeña empresa (a lo más, incluyen acciones mínimas para acompañar las actividades de la microempresa), tienen grandes limitaciones para la implementación de intervenciones (gestión) y operan en aislamiento de los otros agentes económicos que son relevantes para trabajar en una agenda de desarrollo económico territorial y de competitividad. Este diagnóstico, en el caso Peruano, se apoya en un conjunto de estudios realizados en los últimos años, por universidades, agencias de cooperación (como la cooperación Suiza en su reciente estudio sobre la Gestión Municipal en municipios rurales en el Perú), y el gobierno central (a través de programas apoyados por el BID), entre otros.
Bajo el marco introductorio descrito, en este artículo, el análisis y la propuesta se centran en el fomento de la pequeña empresa, así como en el impulso al desarrollo de nuevos emprendimientos locales, a través de partir con políticas explícitas de fomento. Siendo así, cabe preguntar a los receptores de competencias y prerrogativas en materia de desarrollo económico (las municipalidades, principalmente, sí acaso ¿son las pequeñas empresas consideradas dentro de los programas y proyectos de desarrollo emprendidos por los gobiernos locales? ¿Se han contemplado inversiones públicas que complementen las inversiones de los actores económicos locales?
En el desarrollo del contenido del artículo se abordan tres puntos. El primero se refiere a profundizar algo más la importancia que tiene para el desarrollo socioeconómico y la competitividad el apoyo al desarrollo de la pequeña empresa. El segundo punto advierte sobre la necesidad de considerar que las políticas para la pequeña empresa no son estándar, sino que dependen de la etapa de desarrollo en que se encuentren, así como del estado de sus capacidades de gestión empresarial. Sin considerar este contexto, incluso las políticas correctas pueden tener resultados adversos. En tercer lugar, finalmente, se propone un conjunto de tipos de políticas que pueden ser empleadas por las municipalidades en sus intentos por estimular el surgimiento de emprendimientos locales, así como el desarrollo y crecimiento de la pequeña empresa.
2. PEQUEÑAS EMPRESAS Y EMPRENDIMIENTOS: MOTOR DE DESARROLLO
La literatura sobre el estrato de las pequeñas empresas refiere a éstas como piezas clave para la prosperidad local y regional en virtud de contribuciones tales como (a) creación de empleo; (b) crecimiento económico, particularmente si las pequeñas empresas coadyuvan a la mayor participación en el comercio internacional de empresas locales (medianas y grandes) o si ellas mismas inician operaciones de exportación; y (c) competitividad local asociada a las innovaciones que dinamizan los mercados de oferta y demanda de factores de producción y conocimiento, y que pasan a formar parte de la propiedad intelectual del país (Becker, 2004) .
Estrechamente ligado al campo de la pequeña empresa, el emprendimiento también viene recibiendo gran atención desde el mundo académico, el sector público e incluso el sector empresarial, en virtud que la creación de nuevas empresas contribuye al desarrollo económico. Su capacidad de transformar ideas singulares en oportunidades económicas hace de los emprendimientos un medio efectivo para revitalizar el mercado local, regional, y, eventualmente, global –como lo demuestra el éxito de Apple y Microsoft, en los años 90s, y de Google y Facebook, en años recientes.
Gallo (1996) define al emprendedor como aquel capaz de innovar y aprovechar cualquier oportunidad para producir cambios que conduzcan a nuevos productos, nuevos procesos y nuevos mercados. Ello implica que ser emprendedor es mucho más que iniciar una nueva empresa, y que implica crear ventanas de oportunidad. Desde esta perspectiva, el individuo que inicia una empresa no necesariamente es un emprendedor, si el emprendimiento no va asociado a algún tipo de innovación.
Para el caso concreto de economías en vías de desarrollo, un estudio de la División del Banco Interamericano de Desarrollo para la Pequeña y Mediana Empresa (2002) analizó la relación entre el nivel de actividad emprendedora y aspectos como: (a) El crecimiento económico, (b) el incremento en la productividad, y (c) rejuvenecimiento de las redes sociales y productivas locales en las últimas dos décadas. En cuanto al tercer aspecto, el ingreso de nuevas firmas a nuevos mercados o a nuevos sectores de actividad ayuda a identificar cuáles son las industrias en fase de decline –lo que contribuye a mantener una eficiente asignación de recursos en actividades económicas más sensibles a la innovación y a ganancias en productividad.
En materia social, los nuevos emprendimientos en actividades de producción, como las confecciones, de información, como el desarrollo de software a medida, y los servicios, como la distribución tercerizada e almuerzos o el microcrédito, se han convertido en una fuente principal de nuevas oportunidades de trabajo para un creciente número de jóvenes, así como una fuente de oportunidad de negocios como subcontratistas de otras empresas, instituciones públicas y personas naturales.
Evidentemente, el impacto socioeconómico que provocan estos emprendimientos puede aumentar, en la medida que las unidades económicas que lo causan (las microempresas o los trabajos individuales) aumenten de tamaño y tengan una actividad económico-comercial más diversificada y diseminada en el mercado. Sin embargo, mucha de esta energía potencial se halla desconocida para las entidades gubernamentales, porque no se dispone de información.
3. FUNDAMENTOS PARA POLÍTICAS DE FOMENTO A LA PEQUEÑA EMPRESA
¿Por qué dos sociedades cuya economía depende en alto grado de la existencia del dinamismo de su estrato de pequeñas empresas (cerca del 90% de las unidades económicas, como valor más frecuente a nivel mundial) muestran un desempeño económico tan disímil en su nivel macro y micro?
Además del tamaño y la diversidad de relaciones que las pequeñas empresas y los emprendimientos entablan con su entorno, otras dos variables relevantes parecen ser, por un lado, la localización y el grado de concentración que tienen las pequeñas unidades económicas (clusterización), tal como lo refiere la teoría económica y de competitividad. Estas dos variables, sin embargo, resultan evidentes cuando el objeto de análisis es el espacio local. Por tanto, es de interés explorar que otras variables son relevantes para orientar el diseño de políticas de desarrollo económico local que sean eficaces para fomentar el desarrollo de la pequeña empresa. Al respecto, Reinert (1996) ha propuesto que se trata de “diferencias en la calidad de las actividades económicas”; es decir: “en la medida que la actividad económica se vuelva más sofisticada e intensiva en conocimiento, sus oportunidades para crecer y participar de modo más significativo en la economía nacional, en los mercados y en sus respectivos sectores o industrias son mucho más numerosas y de mayor escala en cuanto al valor económico.” Se ser así, su impacto en la economía local y en el bienestar de la sociedad también deberá ser mayor.
Pero en países en vías de desarrollo y/o en países cuyas economías se consideran “emergentes” (los ejemplos frecuentes se hallan en Asia y América Latina), la calidad de la actividad económica aún depende fuertemente de ser arrastrada por el grado de inversión que efectúan el Estado y las empresas medianas y grandes, así como del mayor consumo interno. Ello significa que tan pronto como algunos de los motores de crecimiento económico “nacional” se detienen o disminuyen su ritmo de expansión (como ocurre en las recesiones o en contextos de inflación, por ejemplo), la calidad de las actividades económicas en la economía en su conjunto también se detiene y podría, incluso, caer. En este nivel macro, las instancias gubernamentales “locales” poco podrían hacer para reactivar el dinamismo económico que influye sobre las unidades económicas y los emprendimientos locales.
Por tanto, surge la pregunta: ¿Qué tipo de variables locales o endógenas influyen en la calidad de la actividad económica?
En una perspectiva de menor dependencia de factores externos al espacio local y de mayor accesibilidad para los decisores de política pública local, se hallan los modelos de emprendedurismo y de competitividad a nivel de la pequeña empresa. Estos factores ya han sido abordados por la literatura especializada en el desarrollo de la pequeña empresa, en el desarrollo económico provocado por la innovación generada por los emprendedores, y, recientemente en estrategias de tipo “sistémico” que tienen el objeto de movilizar los motores de la economía –entre ellos la pequeña empresa.
Evidentemente, para que los aportes de los estudios y la literatura científica puedan ser aplicados en la gestión concreta es necesario definir los fundamentos o criterios principales para que dicha aplicación sea funcional. Tal definición puede partir de otros estudios más aplicados (como los casos o los diagnósticos), de la opinión de expertos, y de la revisión de experiencias (nacionales o foráneas) en un periodo de tiempo suficientemente extenso como para aprender algo de utilidad para hacer gestión orientada al desarrollo económico local. En el caso peruano y latinoamericano, se dispone de acceso a tales tipos de información; lo que permite identificar cuatro fundamentos o principales lineamientos para pensar en políticas de fomento de la pequeña empresa al nivel de la gestión concreta:
3.1. El propósito
El desarrollo de la pequeña empresa no es el objetivo o meta última del rol promotor del gobierno local. Es más bien un medio o instrumento que tiene vital importancia para el desarrollo local desde una perspectiva económica y social. Por consiguiente, la gestión en desarrollo económico local atiende el desafío de hallar y aplicar los mecanismos para aprovechar el desarrollo de la pequeña empresa como el motor que ponga en marcha la economía local.
En términos de gestión municipal, este fundamento sugiere que las política, las estrategias y los proyectos que un gobierno local ponga en marcha pueden ser efectivos si logran hacer de la pequeña empresa una fuente para acelerar la evolución de la economía local y para crear un entorno atractivo para el surgimiento de pequeños emprendimientos (microempresas) que tengan potencial de crecimiento; es decir, que no obedezcan a la lógica de trabajar para sobrevivir.
3.2. La masa crítica
Sin información del estado del emprendedurismo en un espacio local o nacional, es muy difícil, sino imposible, determinar cuál es el potencial de emprendimientos con potencial de dinamizar y potenciar la economía local. En países pobres el emprendimiento es muy alto, pero ello se debe a que las personas buscan sobrevivir; y para ello tratan de identificar cualquier oportunidad de generar ingresos y se aseguran de desarrollar una mínima especialización que les permita aprovecharla, antes que otra persona lo haga. Es un mecanismo intuitivo de supervivencia que en el caso de las personas es bastante sofisticado.
En términos de la gestión municipal el fenómeno descrito es relevante en tanto la medida de eficacia de una gestión también incluye “haber alcanzado la masa crítica de emprendedores y pequeñas empresas” con potencial de dinamizar la economía local, por un lado, y de disparar una ola de emprendimientos creativos. Para el largo quedará una segunda pregunta: ¿En qué medida es posible alcanzar un grado más evolucionado en el conjunto de la economía local o regional? Esta pregunta no la vamos a abordar por el momento, pero sí podemos sugerir que eventualmente es necesario innovar el tipo de actividades económicas; y esto y ano depende de una economía local, sino de economías que se recrean en espacios territoriales mayores, definidos en función de sistemas de innovación (regional o nacional).
En el caso Peruano, los clusters de pequeñas y microempresas de Villa El Salvador, en Lima, y El Porvenir, en La Libertad, corresponden a la primera realidad, pero aún no han dado el salto hacia una economía de mayor innovación. En ambos casos existe un gran número de empresas, pero sólo algunas de ellas siguen la ruta creativa de innovación y desarrollo de mercados que es permite orientar su crecimiento hacia el status de la mediana empresa (con potencial exportador, por ejemplo). El resto de empresas quedan inmovilizadas en la trampa del éxito económico de corto plazo y ello las convierte en altamente vulnerables ante los factores externos (de los que en principio se trataba de reducir la dependencia). En tal situación, el impacto de las intervenciones públicas locales es nulo y ya no produce ningún valor agregado de cara a los objetivos de desarrollo local. En tal sentido, el gran desafío no es contar con “empresarios innovadores”, sino más bien contar con muchos de ellos, en sucesivas olas de emprendimiento – lo que nos lleva al siguiente fundamento.
3.3. El crecimiento y la competitividad en función del liderazgo del emprendedor
En el nivel de la pequeña empresa, el éxito económico y/o empresarial no recae aún en la propia empresa (sobre todo en países en vías de desarrollo, cuyos estándares para medir lo que se entiende por pequeña empresa son relativamente menos exigentes). El éxito es más bien un reflejo de las cualidades del emprendedor; tanto las que posee de modo innato, como las que va desarrollando en la medida que las condiciones del mercado y/o del entorno lo exigen.
En la medida que las cualidades innatas del emprendedor conducen a mejores oportunidades de negocio, la capitalización y la inversión en el crecimiento de la empresa provocan su crecimiento y la necesidad de desarrollar nuevas competencias empresariales para afrontar los retos del crecimiento. En un segundo momento, las nuevas oportunidades ya no sólo se provechan, sino que además se buscan y se provocan, y es en ese instante en que el emprendedor permite que la empresa descanse sobre sus propios méritos para permitirle a él o ella, desarrollar competencias para la estrategia y la negociación. El ciclo continúa y en el trayecto pueden ocurrir grandes transformaciones, las que reflejan el nivel de competitividad que la pequeña empresa alcance, así como el momento en el que ya ha trascendido al status de mediana empresa.
En términos de la gestión sobre la base de políticas la competitividad por si misma no puede ser fomentada, pues sólo depende del desempeño de la empresa; pero puede ser estimulada a través de mecanismos muy específicos que operen a nivel de proyectos o programas de desarrollo empresarial (que, por el momento, quedan fuera del alcance de este artículo, que se centra en lineamientos de política). En términos de política pública, sin embargo, sí es posible crear un entorno favorable para explotar el potencial de los emprendedores, de modo que éstos se hallen en mejor situación para provocar el desarrollo de sus propias empresas –en términos muy simples ello equivale a “ayudar en aprender a pescar” en lugar de “dar pescado”.
Queda la pregunta: ¿Cuáles son entonces los mecanismos de los que las políticas pueden sacar provecho? Para responder a ello, se ha recurrido a dos fuentes. La primera corresponde estudios conducidos por Audet y d’Amoise (1998) para identificar cualidades de pequeñas empresa que crecen sin apoyo del sector gubernamental. Con similar propósito, la segunda fuente se centra en estudios más profundo, pero menos amplio para el contexto peruano, iniciados por Roca y Vargas (2002) . De ambos estudios se desprenden características, útiles para el diseño de políticas de fomento a la pequeña empresa, vía los emprendedores.
3.4. El ciclo de vida de la pequeña empresa
Las pequeñas empresas también siguen un ciclo (el proceso emprendedor). Pueden iniciar pequeñas, pero también pueden ser el estado evolutivo de un emprendimiento individual (como la microempresa) que logró superar las barreras y restricciones de tamaño. Eventualmente, la pequeña empresa crece hasta enfrentar las barreras y restricciones asociadas a la transición hacia la mediana empresa, o a la competencia dispar con firmas que poseen una mayor curva de aprendizaje. En unos casos la transición ocurrirá en el mediano plazo, mientras que en otros casos las firmas podrían permanecer pequeñas e incluso morir.
Para efectos del diseño de políticas de fomento es necesario identificar en qué etapa del ciclo de vida se hallan las empresas. Sin esta información, incluso las mejores políticas podrían desencadenar en programas o proyectos que no tendrán ningún efecto. Por el contrario, si se identifica el ciclo de vida, es posible seleccionar y programar estrategias que resulten efectivas en el momento más conveniente, diferenciando la pequeña empresa de la microempresa (pero trabajando con ambas); lo que tiene el efecto de acelerar el ciclo de vida (lo que en el fondo resulta deseable).
La literatura en materia de nuevas empresas destaca tres fases del ciclo de vida: (a) inicio, donde ocurre la motivación de llevar a la práctica un emprendimiento; (b) arranque o “start-up”, donde se pone en marcha la empresa y se procura obtener financiación y recursos; y (c) desarrollo temprano, donde se aprecia el desarrollo de las diversas manifestaciones de la gestión empresarial. Sin embargo, esta perspectiva es insuficiente para países en vías de desarrollo, donde existen otras motivaciones para emprender (como ocurre al iniciar la actividad y mantenerla incluso en momentos en que se trabaja a pérdida, porque es el medio de subsistencia del emprendedor).
Por ello, resulta más apropiado plantear tres fases algo distintas: (a) arranque o start-up, (b) sobrevivencia, que se entiende como “continuar operaciones” luego de haber superado los tres años de vida; y (c) estabilidad, en cuyo caso las empresas adquieren un perfil más definido, pudiendo algunas ser “innovadoras” y otras “seguidoras”.
4. MARCO DE REFERENCIA PARA EL DISEÑO DE POLÍTICAS
Luego de haber revisado cuatro fundamentos para orientar el desarrollo de políticas públicas de fomento a la pequeña empresa, tomando en cuenta el propósito de la política, la masa crítica necesaria para aplicar políticas, el potencial emprendedor “real” y el ciclo de vida, en esta última sección se introduce un marco general, que combina los cuatro fundamentos para plantear modelos genéricos de política.

Tabla 2. Marco de políticas públicas locales para el fomento a la pequeña empresa

Estadio de la empresa Microempresa Pequeña empresa
Potencial emprendedor / innovador Start-Up > 3 years Seguidor Innovador
Principales desafíos a superar o metas a alcanzar Alta mortandad, acceso al crédito homogeneidad del producto, liquidez, precios bajos, tecnología básica, bajas barreras de entrada, baja productividad Guerra de precios, control de calidad, liquidez, tecnología, capacidad gerencial, poder de negociación, costo de capital, capacidad instalada, producto homogéneo Rendimientos decrecientes, guerra de precios, sustitución de productos, ventas volátiles crédito al cliente, crédito del proveedor, nuevos mercados Rendimientos crecientes, producción diversificada, nuevos mercados Premium, subcontratación, barreras de entrada, cambio tecnológico, mentalidad exportadora.
Factor de éxito (estabilidad en gestión)
– Diversificación y liquidez
– División del trabajo

– Gestión del capital humano
– Compra consolidada y pago puntual
– Innovación de productos y procesos
– Alianzas estratégicas con los clientes

Factor de éxito (potencial endógeno)
– Liderazgo interno y participación en redes de cooperación
– Creación de barreras de entrada y salida a través de la diferenciación y la calidad

– Especialización y curva de aprendizaje
– Flexibilidad en la producción y articulación hacia atrás
– Satisfacción del cliente, lealtad y participación de mercado Lineamientos de política
– Compras estatales
– Énfasis en la producción

– Entrenamiento
– Datos de proveedores
– Transferencia tecnología
– Información de mercados

– Formación emprendedora. Fortalecimiento de gremios
– Desarrollo de línea de productos similares
– Un producto diferenciado
– Capacitación técnica
– Programa de entrenamiento multi-tarea para operarios
– Información del mercado. Cartera inicial de clientes Lineamientos de política
– Compras estatales altas
– Control de calidad en el producto y el proceso
– Condiciones de trabajo
– Cartera de proveedores
– Transferencia tecnológica
– Ferias de exhibición

– Campañas promocionales. Liderazgo. Mejor tecnología
– Desarrollo de línea de productos diversificados
– Evitar guerra de precios
– Control costos, presupuestos
– Clusterización, redes de colaboración. Tecnificación
– Cartera inicial de clientes cautivos. Expansión de planta Lineamientos de política
– Nuevos productos
– Énfasis en la gerencia y la calidad del servicio
– Condiciones de trabajo
– Garantías solidarias
– Servicios de valor agregado
– Pequeños clientes

– Campaña promocional, visibilidad, liderazgo
– Mercados usuales y nuevos nichos
– Mayores costos de cambio de procesos
– Planeación de la producción
– Canales de mercadeo. Bolsa de proveedores
– Publicidad boca a boca. Retención del cliente Lineamientos de política
– Participación en ferias
– Énfasis en la visión a futuro. Gerencia estratégica
– Premios, bonos, incentivos
– Crédito del proveedor
– Garantías, valor agregado
– Clientes corporativos.
– Redes

– Nuevos procesos.
– Compromiso social
– Productos al día con las nuevas tendencias. Nichos
– Versioning. Negociación
– Tecnología, aprendizaje
– Subcontrata. Manufactura celular. Plantas satélite.
– Pedidos a medida. Deleite del cliente.
– Internacionalización

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