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The Conversation (02/10/2014): Los rankings de universidades son simplemente un ejemplo de ciencia social; cuando se hacen correctamente, siguiendo los adecuados procedimientos metodológicos, constituyen un medio válido para la cuantificación de categorías indefinidas como “excelencia” o “clase mundial”. Algunos llegan más allá y argumentan que los rankings sirven también a propósitos morales y políticos, sobre todo en estos tiempos neoliberales de austeridad y de presupuestos gubernamentales ajustados. Al final, crean una “soberanía del consumidor” ya que estudiantes y profesores los utilizan para ponderar cuidadosamente en qué universidad estudiar o trabajar, pero ocultan todo el esfuerzo y los fines políticos detrás de sus indicadores.