…. LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (II) Seguimos con la aproximación.

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Con fines pedagógicos usamos una esquematización y dijimos que la gestión pública podía clasificarse en enfoques TRADICIONAL (donde la autoridad electa es quien define “interés público”, y el funcionario público trata de seguir la normativa y reglamentación para alcanzar dicha definición, cumpliendo para ello los límites que restringen su idiosincrasia, subjetividad, ideología o uso de los recursos públicos para beneficio propio), y MODERNO (donde la autoridad electa define “interés público”, pero el funcionario público es un estratega pues debe ver para arriba, abajo, afuera y adentro de su propia institución, a fin de coordinar todo ello y generar valor), pero ambos estaban empeñados en generar VALOR PÚBLICO (que es diferente del valor privado, que se resume en generar rentabilidad económica o patrimonial, pues eso es lo valioso para la empresa), difiriendo cada uno de nosotros al dar la respuesta a ¿Qué entiendes por “valor público”?.
A continuación seguiremos profundizando en algunos conceptos que son imprescindibles para entender correctamente la teoría del valor público, lo que nos permitirá luego, aplicarla a nuestras labores cotidianas, con herramientas concretas, para beneficio de nuestros compatriotas.

D.- ¿CÓMO MEDIR EL VALOR?
Lo único cierto que todo gestor tiene una obligación: hacer que los recursos que utiliza, generen el máximo valor posible. Eso se le exigirá a todo gestor público o privado, y esa es la regla implícita en toda organización pública o privada.
Y ¿cómo saber que los recursos utilizados han sido bien aprovechados o desperdiciados?. Para responder esto, toda organización (sea pública o privada), necesita realizar medición y control. ¿Y cómo medir? ¡Con reglas, con instrumentos!

d.1.- Los gestores privados tienen un conjunto de herramientas (cuantitativas principalmente) que han sido diseñadas para alcanzar su objetivo empresarial: rentabilidad. Y para ello, cuando uno estudia una maestría en administración de negocios – MBA, aprende un conjunto de dichas herramientas financieras y empresariales, tales como el ROI (return on investment o retorno de la inversión realizada, por cada unidad monetaria, en cada proyecto) y otras más sobre la cuales no profundizaremos.

d.2.- En la gestión pública no existe uniformidad ni claridad sobre cuáles son las herramientas para medir el valor que nos interesa.
.- En el enfoque tradicional, los directivos públicos buscaban conseguir los objetivos normativos o determinado jurídicamente como valiosos por las autoridades democráticas (elegidas o designadas constitucionalmente), lo cual es coherente con la democracia donde el Parlamento representa “la voluntad popular”. Así, su un gestor acredita que ha cumplido los objetivos que aparecen en la ley orgánica de su institución, o en las normas de gestión de su institución (ROF, MOF, etc.), puede decir que ha cumplido su función y hasta sentirse orgulloso de haber generado valor (aunque ello implique corrupción técnica en lo que debe ser un objetivo, o aunque su labor no se traduzca en ningún beneficio al ciudadano).
.- En el enfoque moderno la determinación de lo valioso trasciende lo normativo y quiere recoger la complejidad que existe en la vida, por eso quiere sostenerse en la investigación económica, estadística, etc. Se trata de averiguar ex ante lo que es valioso y aprender ex post lo que es valioso. Para ello, como cualquier medición, lo primero que necesitamos es una regla, un instrumento, una teoría o un marco conceptual que nos permita dotar de sentido al concepto “valor público”. Y así tenemos para escoger entre diversas propuestas:
.- La Teoría de la democracia, que nos dice que hay valor público si encontramos satisfacción de los políticos con los resultados alcanzados (El grado de satisfacción que manifiesten los políticos es equivalente al grado de valor público logrado).
.- La evaluación de programas o políticas, nos permite señalar si se alcanzó los propósitos definidos políticamente como sustantivos. Si hay eficacia en ello, hay valor público.
.- La evaluación coste-efectividad, que supone una valoración colectiva del éxito alcanzado, o no.
.- La Técnica coste-beneficio. Inspirado en la economía del bienestar (que es muy individualista) nos señala que cada uno debe de analizar si las consecuencias de un actuar público le es beneficioso, adverso o indiferente, y a partir de ello señala que requerimos comparar la valoración que le brindan los beneficiarios con el costo financiero de haber alcanzado ello. Es muy difícil lograr dicha relación.
.- Gobierno orientado al cliente. Tomando el símil de la actividad privada nos dice que debemos medir el grado de satisfacción de quienes son los usuarios de nuestros bienes y servicios.
.- Y así existen otros mecanismos para medir el valor público, cada uno con una respuesta acorde a sus propias necesidades, concepciones y percepciones. Como los instrumentos deben de estar en función a las preferencias que queremos medir, se dificulta que todos lleguemos a una definición universal de “valor público”.

A modo de resumen: mientras los gestores privados tienen un cierto consenso sobre el conjunto de herramientas que han sido diseñadas para medir el logro de su objetivo empresarial (que se concentra en conceptos como Economía, Eficiencia, Eficacia), los gestores públicos debemos buscamos lograr un “valor” fijado por el legislador (quien no es un técnico) en una realidad que muchas veces es compleja (diversos actores sociales reclamando atención, diversas unidades organizacionales reclamando mayor presupuesto, etc.) y más: sin un consenso ni uniformidad sobre las herramientas que son propias “de” y “para” la naturaleza de la gestión pública! Por todo ello, actualmente, en nuestro país, mientras las organizaciones privadas se concentran en conceptos como Economía, Eficiencia y Eficacia para base para medir el valor que han generado, las organizaciones públicas debemos recurrir al uso de indicadores de los organismos internacionales , y así hablamos de “Índice de Desarrollo Humano” y hablamos de comparaciones, contrastes y crecimientos en el nivel de ingreso por persona (que mide el acceso a bienes y servicios), en el nivel educativo (que mide el potencial humano), en la distribución de ingreso (la oportunidad de acceso a la riqueza), en la esperanza de vida actual, o disminución en la taza de mortandad infantil, disminución de la desnutrición crónica, etc.
Siendo que el management moderno y la gestión pública moderna se orienta a una gestión por resultados, encontramos que, por lo menos, los funcionarios públicos de todo nivel, deberían de conocer –como mínimo- la técnica y el arte de la gestión por indicadores, para acreditar su labor en la creación del valor público.

E.- ¿QUÉ VALOR BUSCAMOS?:
e.1.- El valor privado en la sociedad de consumo y en la lógica de mercado donde nos desarrollamos en la actualidad, se basa en la “soberanía del consumidor (individual)” que nos dice que se valora mucho la individualidad del comprador, pues con su compra él decide que es valioso y que no, y con ello controla y define que es lo que se produce y que no (Esto es compatible con un Estado Liberal, donde el individuo, mediante la actividad privada es la que genera valor). Por ello, el valor privado que se busca es siempre fácil de adivinar y conceptualizar: Es la rentabilidad económica, es el dinero.
e.2.- El valor público, cualquiera sea este, se hace mediante el uso d recursos públicos, propios del erario nacional. Pero el dinero que conforma el erario nacional y se reparte en el Presupuesto Público, ¿es del Estado o de los ciudadanos?
Primero debemos decir que el Presupuesto Público se nutre mayoritariamente de los impuestos: El ciudadano (persona natural o jurídica, como son las empresas) está obligado a pagar impuestos y al monopolio de bienes y servicios que el Estado le brinda. (Esta coerción a cargo de SUNAT elimina la “soberanía del consumidor” en cuanto al pago de los impuestos, y como el ciudadano queda obligado a hacer pagos que no quiere, deja de hacer compras que sí quiere.
El usar el dinero para pagar sus impuestos en otra cosa más provechosa para él ciudadano, o recurrir a otros bienes y servicios prestados en mejores condiciones por terceros, supone una afectación o perdidas de oportunidades provechosas para dicho ciudadano, lo que le genera perjuicios económicos, afectivos, etc, o como se dice técnicamente: le generan costos de oportunidad.
Justamente por la afectación a la soberanía del consumidor y la generación de costos de oportunidad en el ciudadano, el funcionario o gestor público está obligado ética y funcionalmente a decidir y mostrar los resultados valiosos obtenidos con su trabajo, de forma tal que acrediten y compensen dichas afectaciones. (La teoría nos dice que, así el ciudadano sentirá que valió la pena dejar de hacer algo bueno para él, pues se compensa ya que el dinero con que pagó sus impuestos estuvo muy bien utilizado). Así, es por mantener esta lógica que, el valor público que buscamos tiene diversas redacciones , aunque el mismo contenido sustancial: satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc.

F.- EL VALOR PÚBLICO EN LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO:
El valor que buscamos los funcionarios públicos no es la rentabilidad económica o patrimonial, es una que compense las restricciones a la libertad del ciudadano y al costo de oportunidades que le generamos por el cobro de los impuestos, y por ello el valor público solo puede ser algo muy valioso, sea llamado: “satisfacción de necesidades básicas”, “bienestar general”, “beneficio social”, etc. Así, no importará que un gestor público alcance los objetivos trazados en la Ley o en los reglamentos, pues si ello no se traduce real y efectivamente en satisfacción de necesidades básicas de los ciudadanos, ¡no habrá generado ningún valor público!

Ahora debemos precisar que el “valor público” tiene tres (3) dimensiones:
F.1.- Dimensión Política: Aquí el gestor público debe tener bien en claro que apoyo político y legal obtendrá su propuesta de acción. Efectivamente, de nada sirve que el gestor trabajo más de las 8 horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el momento político, o las creencias ideológicas de su jefe. Por ello debe preguntarse ¿Qué expectativas hay?
F.2.- Dimensión sustantiva: Aquí el gestor público deberá verificar si al alcanzar su objetivo generará valor. Muchas veces nos esforzamos por alcanzar el objetivo que nos han dado nuestros jefes, y no nos preocupamos de verificar que ese es el objetivo que necesitamos para satisfacer una necesidad. Por ello, el gestor debe preguntarse si alcanzar este objetivo ¿es valioso, es eficaz?
F.3.- Dimensión administrativa: Aquí el gestor público debe hacer un análisis administrativo u operativo y verá si su gestión es sostenible. Deberá preguntarse ¿es viable técnicamente?
Si el funcionario o gestor público considera que, al evaluar el desempeño de sus labores, ha respondido afirmativamente las tres dimensiones, estará encaminado a la generación de valor público.

Creo que estas tres (3) dimensiones son esenciales, sin embargo me llama mucho más una propuesta metodológica que hiciera el maestro chileno Carlos Matus para una metodología de acción denominó Ciencias y Técnicas de Gobierno, y que considero totalmente compatible con lo expuesto líneas arriba.

Y dice así: Matus señala que no es cierto que exista esa dualidad entre ser un técnico o un político, que el gestor público debe de hacer análisis técnico-político. Y el ANÁLISIS TÉCNICO debe privilegiar el logro de la eficacia y eficiencia de los objetivos organizacionales, entendiendo “eficacia” y “eficiencia” en los conceptos que el management nos refiere, y el ANÁLISIS POLÍTICO debe también privilegiar la viabilidad política de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores, y también la aceptabilidad social que la misma tenga en quienes son los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo.
Solo sí nuestras propuestas de acción y gestión superan positivamente los cuatro elementos (eficacia, eficiencia, viabilidad política, aceptabilidad social) estaremos encaminados a realizar una gestión exitosa y reconocida.

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