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Parte II: El institucionalismo, las instituciones, las organizaciones, las agencias, los agentes, actores y lideres en la gestión pública peruana (Parte II)

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El “agente” es una figura que forma parte de la Teoría de la Agencia o de la Teoría principal-agente, y es entendido como la persona (natural o jurídica) que debe cumplir cierta tarea o encargo, previamente acordada, que le ha sido asignada por otra persona, que es conocida como el “principal”. La figura del “agente” es parte de estas teorías, que son de carácter privatista, empresarial industrial, y por ello tiene un énfasis con tufillo financiero, pues busca establecer los mejores mecanismos, estructuras, información para abaratar costos “de control”, “de fianza” y de “perdida residual”, en el afán de lograr un mejor control del citado agente.

Estas teorías, aplicadas a la gestión pública entienden que el ciudadano-elector-contribuyente es el “principal”, y que el político electo, el funcionario nombrado o designado es el “agente”, pues en el fondo es un mandatario de la voluntad popular (recordemos que “mandatario” no es “el que manda”, sino el que recibe un encargo de otro por medio de un contrato de mandato. Este otro es el mandante).

Matus , cuando elabora sus propuestas realiza una distinción conceptual entre agente y actores. Los actores son personas activas en la vida social, imaginativas, guiadas por motivaciones personales y sociales, capaces de tener conductas impredecibles, y ser protagonistas reflexivos e innovadores en el proceso o juego social: “Un actor es alguien que representa, que encarna un papel dentro de una trama. Un determinado individuo es un actor social cuando representa algo para la sociedad, para el grupo, la clases o el país; encarna una idea, una reivindicación, un proyecto, una promesa, una denuncia. Una clase social, una categoría social, un grupo pueden ser actores sociales” Por ello, se entiende que, según Matus, los agentes no solo son los que cumplen los mandatos, sino y sobre todo, son seres apáticos para el juego social, que pueden ser conducidos por otros.

Matus nos dice que el dinamismo y movilidad del cambio se manifiesta en el “Juego Social” gracias al actor, mientra North precisa que “por consiguiente el énfasis está marcado en la interacción entre instituciones y organismos” . De algún modo, las teorías reseñadas líneas arriba (teoría de la agencia, institucionalismo, PES) desde sus propias propuestas coinciden en que, en la interacción que surge en el “agente” en comparación con el “principal” o el “actor”, estos últimos son más dinámicos: son “lideres”.

¿Quién es un líder? ¡El que ejerce el liderazgo! Según la definición que me gusta (Harold Koontz parafraseando a Harry S. Truman) “liderazgo es la capacidad para conseguir que hombres (y mujeres) hagan lo que no les guste y que les guste”. Y agregaba: “Para nosotros, liderazgo es influencia, esto es, el arte o proceso de influir en las personas para que se esfuercen voluntaria y entusiastamente en el cumplimiento de metas grupales”. Así, cuando analizamos el discurso político efectista vemos las exigencias de que el gestor asuma un liderazgo en su organización, sin embargo, cuando analizamos el marco normativo y reglamentario que existe en las organizaciones públicas reales, se constata que, muchísimas veces, a los funcionarios públicos solo les permiten ser meros administradores, simples guardianes de la misión institucional y del mantenimiento de sus funciones organizacionales, es decir: ser responsables administrativos de la organización, sin ningún presupuesto ni apoyo para lograr cambio e innovación que se les exige pública y socialmente. Para constatar lo anterior, solo falta analizar los documentos de gestión de diversas organizaciones públicas (Yo lo hice con respecto al ROF y MOF del JNE y la AMAG, donde –sumados- trabajé casi diez años) y veremos que mientras al directivo o gerente público les pedimos públicamente que sea un líder, legalmente, reglamentariamente le pedimos que cumpla el perfil de un enfoque weberiano que privilegia al “burócrata ilustrado” que muchos consideran fracasado y en franca retirada de las administraciones públicas que se consideran modernas. Sigue leyendo

El institucionalismo, las instituciones, las organizaciones, las agencias, los agentes, actores y líderes en la gestión pública peruana (Parte I)

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En los más de 15 años que vengo laborando para el Estado peruano he encontrado que, más veces de las que quisieran contar, algunos colegas y funcionarios públicos han confundido los términos que rotulan este artículo. Por ello, hoy que querido sentarme un momento a tratar de esclarecer conceptos muy utilizados en la gestión pública, y así ayudar a entendernos mejor para lograr nuestros fines (Y para quien quiera ampliar, abajo aparecen las principales referencias bibliográficas).

Hace más de veinte años que Douglass North publicó su libro Teoría de las Instituciones y del Cambio Institucional (1), buscando constituir un nuevo marco analítico que integre el análisis de la economía política y de la historia económica. En dicha teoría “LAS INSTITUCIONES son las reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana (…) Las instituciones incluyen todo tipo delimitaciones que los humanos crean para dar forma a la interacción humana. ¿Son formales o informales las instituciones? Pueden ser una u otra cosa (…) Las instituciones pueden ser creadas como lo son las constituciones políticas de los Estados; o bien evolucionar simplemente a lo largo del tiempo, cómo evoluciona el derecho consuetudinario (…)” (2).

Así, en las Ciencias Sociales quien se autotitula de “institucionalista” no está declarando su gran compromiso o identificación con la organización pública donde labora (como muchos funcionarios públicos, erróneamente, parecen entender), sino están reconociéndose epígonos del enfoque que estudia a la sociedad a partir de sus instituciones: del conjunto de reglas de juego formales e informales que regulan la interacción humana.

North luego señalo que la distinción fundamental entre las instituciones y los ORGANISMOS u ORGANIZACIONES es que estos “son grupos de individuos enlazados por alguna identidad común hacia ciertos objetivos. Modelar los organismos es analizar las estructuras de gobernación, las capacidades, y la forma de aprender haciendo, determinará el éxito de la organización a lo largo del tiempo” (3). Siguiendo a Maintz (4), lo anterior sólo sería una descripción de los tres elementos mínimos, que deben estar presentes en diversas formas en cualquier tipo de organización humana:
a. Un determinado número de miembros, cada uno con diferenciación de funciones o roles dentro de la agrupación que forman.
b. Metas u objetivos, explícita o implícitamente establecidos por los miembros, para su formación social.
c. Conductas racionales, estructuradas o reguladas de los miembros, para el mejor cumplimiento de los objetivos organizacionales.

Existe ya un consenso en la percepción de que la organización es el espacio donde se desarrollan o hacen posible o viable (o imposibles o inviables), los diversos modelos de gestión que buscan aplicarse, conforme lo corrobora la bibliografía genérica de las ciencias sociales (6) también, a la nueva gestión pública (7) y a la gestión estratégica (8): “Las organizaciones son un constructo social de la modernidad donde las acciones de los actores y grupos adquieren sentido; donde los recursos se movilizan y se aplican; donde las políticas se generan y luego se aplican; donde las reglas, leyes y normas operan en la práctica; donde los marcos de interacción y de regulación dan sentido y cierto nivel de certidumbre para la interpretación de las personas; donde la sociedad se relaciona con sus representantes e instituciones”. Sigue leyendo

¿TEORIA DE LA AGENCIA, APLICADA A LA GESTION PÚBLICA PERUANA? SI, PERO NO.

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Conversando con un amigo economista me hablaba mucho de esta teoría que la vimos en clases de la maestría, e incluso en diversas charlas sobre Gestión Pública, y me la presentaba como una gran solución a todo. Así que me puse a revisar mis apuntes y otra bibliografía y contrastarla con la experiencia que tengo en temas de administración en organizaciones estatales, y aquí quiero comentarles mi parecer.

Dentro del rotulo general de “Teoría de las organizaciones” existe una, denominada Teoría de la Agencia, que en su versión clásica es netamente corporativista, empresarial.

En la bibliografía de la Teoría de la Agencia podemos encontrar algunas derivaciones conocidas, como son la “Teoría positiva de la agencia” y la “Teoría principal-agente”, por nombrar algunas, cada una de ellas con sus variaciones y sutilezas, pero como método en general su existencia data de los años 70`s con los trabajos de Jensen y Meckling, quienes combinan la economía de los costes de transacción y el enfoque contractual.

Así, la versión genérica de la Teoría de Agencia estudia las conexiones entre los “principales” y los “agentes”, y sostiene que la denominada “relación de agencia” surge cuando una o más personas (el principal) encarga a otra persona (el agente) realizar un determinado cometido en su nombre mediante un contrato, y lo que se busca es un sistema de contratación o subcontratación de diversas tareas que sea optimo (que una empresa alcance la eficiencia cuando contrata a otra empresa, eliminando o disminuyendo para ello costos que se generan como consecuencia de la formalización de contratos, de la supervisión de cumplimiento del contrato, de la garantía de que el agente cumplirá lo mandado, etc.)

Siendo epígonos de Jensen y Meckling, podemos decir que los costes asociados a una relación de agencia son 3:
1) Costes de control en que incurre el principal para regular la conducta del agente, con la finalidad de que las divergencias entre lo que realiza por el agente corresponda a lo deseado (o se acerque a lo esperado por el principal);
2) Costes de fianza en que incurre el agente para garantizar al principal que en su actuación no va a desviarse de lo contratado;
3) Perdida residual es el detrimento que el agente puede causar al principal, al tomar decisiones que el principal no tomaría si estuviera en su lugar.

Así, en el mundo empresarial se entiende que, el objetivo básico de la relación de agencia que se forma entre “el principal” (en el caso de las empresas, el propietario o el directorio, y por ello se le entiende como PRINCIPAL) y el “agente” (los administradores o los gerentes que deben desarrollar lo acordado) es encontrar la organización, la estructura, la información por el cual el principal puede controlar, motivar el comportamiento del agente. Siendo evidente que cada uno de los sujetos de dicha relación tiene sus propios intereses y ambos buscan maximizar su utilidad, establecer una relación de agencia optima supone alinear los intereses de los principales con los agentes, para lo cual el principal debe invertir en establecer resultados que exigir al agente, en tener sistemas de organización, información, etc. para viabilizar dicho control y motivación con buenos salarios, con ascensos, medallas, etc.

Como las teorías económicas tienen naturaleza interdisciplinaria y gozan de mucho prestigio en la administración pública peruana por su carácter “objetivo”, los cientistas políticos y politólogos han querido transpolar los parámetros de la Teoría de la Agencia para sus análisis de las labores políticas y funcionales, lo que consideramos que es forzado. Veamos por qué:
Los ciudadanos somos –en la adaptación de esta teoría- los “principales”, porqué elegimos con nuestros votos a quienes serán nuestros representantes, y porqué financiamos con nuestros impuestos la gran empresa llamada: Estado.

Los “agentes” son aquellas personas elegidas por votación o designadas por los elegidos democráticamente, para que administren nuestra gran empresa llamada Estado Peruano; ergo, son todos: Presidente, Ministros, Congresistas, Presidentes y Consejeros Regionales, Alcaldes y Regidores, así como los funcionarios nombrados por ellos. Por eso, el Presidente de la República es llamado “primera mandatario”, y como mandatario es quien recibe un mandato que debe atender, debe de entenderse que el Presidente es “el primer servidor”.

Pero la realidad nos enseña que la elección del ciudadano como “agente” lo muta, lo transforma en un ser privilegiado, pues el agente obtiene poder político y administrativo de los recursos del Estado, y por ello desarrolla conductas que le permiten minimizar costes y perjuicios no contemplados legalmente, y se permiten obtener beneficios para el y sus familiares, tales como uso de vehículos y bienes organizacionales, compra y venta de activos por acceso a información privilegiada; nombramientos de familiares en la organización pública o nepotismo, utilización de bienes y servicios como oficinas grandes y lujosas, promoción de conocidos por razones subalternas, etc. Estas ventajas no solo son inmorales, sino también ilegales, pues no responden a los términos de la labor encomendada por el principal, con lo cual disminuye la eficiencia para este (disminuye la eficiencia, en general).
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