La Teoría del Valor Público. Una aproximación (I)

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LA TEORIA DEL VALOR PÚBLICO. Una primera aproximación.

Con el nuevo gobierno se ha puesto de moda la frase “inclusión social” y en un legítimo afán de reciclarse laboralmente, algunos académicos y funcionarios públicos han empezado a hablar de “generar valor” de forma tal que se beneficien todos los ciudadanos y ciudadanas. Como más que un discurso, la generación del valor es una teoría poco difundida en el Perú, quiero escribir una serie de artículos en afán de divulgación, por lo que no profundizaré en tecnicismos, los que dejo para cuando debamos profundizar en un plano más académico.
En esta primera entrega, resumiremos los enfoques de gestión pública que podemos encontrar en nuestro país, y como ellos se van relacionando con el concepto de “valor” para así entender a que nos referimos cuando hablamos de “valor público”.


Las esquematizaciones y contrastes siempre son útiles porque nos permiten generar estructuras mentales que ayuden a la comprensión de diversos temas. Así, por fines pedagógicos podemos decir que hay dos formas de entender el trabajo que realiza o debe realizar el gestor público: la tradicional y la moderna.

a) El enfoque tradicional de la gestión pública:
El enfoque tradicional parte de que el debate público se da de modo previo a las elecciones, pero luego de que el ciudadano escoge su forma de gobierno, son las autoridades electas las que tienen la responsabilidad de definir y responder a las siguientes preguntas: ¿Qué es el interés público?. Y son los funcionarios públicos los técnicos que deben materializar dichas definiciones, pero –se precisa- no de modo libérrimo o discrecional.
La autoridad política electa, al regular como el funcionario debe entender y hacer su trabajo está diciéndole cómo debe de actuar para realizar mejoras organizacionales, cómo debe de actuar para perfeccionar procesos, cómo debe administrar los recursos humanos, y cómo con ello deberá lograr la eficacia y eficiencia. Justamente es allí donde la reglamentación busca precisar cómo se debe entender y hacer el trabajo del funcionario público, pues busca evitar que el funcionario o gestor público pueda aplicar su idiosincrasia, su ideología o creencias subjetiva en temas de interés público, pero también busca evitar el uso indebido o subjetivo de los recursos públicos para intereses propios.
En el fondo, la autoridad política sólo se le está diciendo al funcionario público cómo perfeccionar su labor cotidiana, pero no le dice como innovar, ni como cambiar la organización, ni como aumentar el valor público en un entorno político-social cambiante como es la vida social en la actualidad. Esta negación de discrecionalidad es una negación a la posibilidad de que el funcionario público logre adaptabilidad y eficiencia en nuevas situaciones sociales.
Este afán regulatorio se da tanto en el modo administrativo (Descendente: hacia el logro de resultados; Ascendente: Atender el mandato político) como en el modo sustantivo (lograr el fin o misión).
¿Por qué esta regulación? ¡Porqué se tiene desconfianza en el actuar del funcionario público!

b) El enfoque moderno de la gestión pública:
El enfoque moderno nos dice que luego de las elecciones, son las autoridades electas que conforman el gobierno las que tienen la responsabilidad de definir y responder a las siguientes preguntas: ¿Qué es el interés público?.
El directivo, gestor o funcionario público es un actor, un estratega, y por ello tiene la responsabilidad de descubrir, definir y crear “valor público” (previamente definido por las autoridades electas) en cada una de sus actuaciones.
Reiteramos que es un “estratega” pues el funcionario p debe de mirar hacia arriba, hacia abajo, hacia afuera y hacia adentro de la organización para evaluar su actuar y ver en qué medida podrá alcanzar los objetivos fijados colectivamente o por las autoridades competentes. Así, no puede ser un funcionario que se limite a cumplir la reglamentación que le ha sido dada por autoridades políticas u otras legitimadas, pero lejanas a su labor organizacional cotidiana.
No es un retorica cuando decimos que el gestor público debe ver hacia arriba/abajo/adentro/afuera de la organización, pues efectivamente el debe ver:
.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”
.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.
.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).
.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus colaboradores).

A nosotros nos interesa este enfoque moderno, pues a partir de él desarrollaremos la noción de “valor público” que es de nuestro interés.


c.- Algunos tips esenciales para comprender la noción de “Valor”:

¿Qué es un “valor”? Es aquello que consideramos valioso, entendiendo esto como una cualidad de las cosas u acciones, que permite apreciarlas o considerarlas útiles, aptas para satisfacer necesidades o producir deleite en las personas.
¿Qué es “valor” para mi? Es aquello que yo considero valioso. Y lo que yo considero valioso, puede no serlo para otra persona. Así, el valor es algo subjetivo, y cada uno determina la valía de una cosa, acción o palabra.
Si el concepto “valor” es un concepto indeterminado, que cada persona debe de llenarlo de contenido según sus creencias, apetencias, necesidades, etc., ¿de qué “valor” hablamos? Eso también depende: Depende de si hablamos de valor privado o valor público.
c.1.- En la gestión privada el empresario busca un valor y tiene un objetivo: ganar dinero. ¿Cómo? ¡Produciendo bienes y servicios! La medición es sencilla: “Produzco algo a un costo determinado, y si lo vendo a un precio mayor, la diferencia que obtengo es la ganancia” Esto se sustenta en la “soberanía del consumidor (individual), es decir, él es el soberano, el rey, el que manda, pues con su compra nos dice que un producto es valioso, y que se debe producir (o que no).
c.2.- En la gestión y en el aparato público la cosa no es tan clara. Si en el gobierno hay sectores nacionalistas o de “izquierda”, creen que el Estado debe generar todo valor. Al otro extremo, los liberales creen que el valor lo debe generar la iniciativa privada, y que el Estado no debe intervenir, y por consiguiente los funcionarios o gestores públicos no pueden ni deben competir con la empresa privada en generar valor alguno.
c.3.- En la lógica imperante se está en una posición cercana la de los liberales: La actividad privada debe encargarse de generar valor, el Estado debe de redistribuir la riqueza generada por la actividad privada, pero si pese a todo lo expuesto es necesario que el funcionario debe de generar algún valor, entonces, debe hacerlo subsidiariamente.
Así, actualmente la lógica política imperante nos dice que, el Estado tiene dinero mediante la coerción tributaria que ejerce sobre el ciudadano para que pague sus impuestos. Con ello:
.- El ciudadano sufre un costo de oportunidad: El pagar (obligado) mis impuestos, hace que yo no destine ese dinero a algo que sí quiero o me gusta más, y
.- Se afecta mi soberanía del consumidor: Con mi compra voluntaria yo determino que es bueno y valioso para mí.
Para ejercer esta presión tributaria, el funcionario público hace uso de dos recursos escasos: autoridad estatal, y dinero. Y justamente debe hacer un muy buen uso de ello, pues son recursos que ¡se generan en los ciudadanos para seguir coaccionando a los ciudadanos!. Pero, y ¿Cómo sé que el funcionario público hizo buen uso de su autoridad y del dinero recaudado a los ciudadanos? ¡Solo contrastando el uso de dichos recursos y el valor generado con ellos!

En la siguiente entrega continuaremos…

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