Por: Sebastián Peredo Cárdenas
A lo largo de la obra de Jacques Derrida, el concepto de “regalo” o de “dar” algo –en el sentido de obsequiarlo– se expone como una paradoja. En efecto, el regalo constituye para este pensador una aporía, una contradicción lógica insoluble. Pero ¿qué hay en el regalo que lo hace imposible? En primer lugar, Derrida nota que, de manera implícita en nuestra noción de regalo, se encuentra el supuesto indispensable de que existe algún tipo de intercambio (“A” le quiere dar algo a “B”). En segundo lugar, la manera en la que entendemos el concepto de regalo incluye la característica de que este rompe con el ciclo de intercambio económico. Vale decir, se da de forma gratuita, sin esperarse nada a cambio.
Estas dos características constitutivas del concepto están, para Derrida, en tensión. En la medida en que un regalo entra en la dinámica del intercambio se anula lo gratuito del regalo. Esto es así porque quien da un regalo siempre lo hace esperando obtener algo a cambio (por ejemplo: buscando reconocimiento simbólico). A su vez, quien recibe un regalo siempre desea retribuir el obsequio (por ejemplo: dando sus agradecimientos). Esta condición paradójica del regalo ha generado mucho debate en la discusión teórica de la fenomenología francesa, sin haberse alcanzado un consenso.
En It´s not About the Gift (2018), A. Steinbock rápidamente da cuenta de que la discusión que sostiene la fenomenología francesa (principalmente sostenida por Derrida y Jean-Luc Marion) en torno al regalo, no es realmente sobre el regalo. Este debate no se encuentra centrado en la práctica concreta de darle un regalo a otro, sino que gira en torno a otras cuestiones relevantes para la tradición fenomenológica, pero que no son sustantivas para el análisis de este fenómeno.
Abordando conscientemente la discusión teórica previamente existente sobre el regalo –desde Heidegger hasta la disputa entre Derrida y Marion–, Steinbock señala que el elemento ausente en todo este debate es el contexto en el que se da esta práctica. Para él, el elemento que constituye al regalo como tal es la presencia del amor interpersonal, que funciona como condición de posibilidad para el acto de obsequiar algo. A lo largo del libro, y con el propósito de desarrollar este argumento, Steinbock incurre en un análisis fenomenológico del acto de regalar atribuyéndole al regalo ciertas características como la sorpresa, la puesta en cuestión, la humildad y la apertura, entre otras.
El argumento final, sin embargo, señala que el regalo se constituye como tal por el contexto de amor interpersonal en el que surge, que no depende de ninguna característica intrínseca del regalo mismo. Este amor, sugiere, está orientado a la liberación de la otra persona. Así, se propone que es posible superar la aporía señalada por Derrida, dado que dicha aporía tiene lugar en el peligro de reapropiación narcisista del regalo. Peligro, que es superado por la relación de amor altruista.
Como lo señala Simon Thornton en su reseña a este libro, este argumento promete, a primera vista, una revisión refrescante e iluminadora de una discusión que parece encontrarse entrampada. Sin embargo, y aun cuando el texto cumple el propósito de aproximarse críticamente al debate de la tradición fenomenológica, la reconfiguración del concepto de regalo no parece superar completamente la paradoja identificada por Derrida. En la medida en que el amor interpersonal también podría presentar elementos de reapropiación narcisista, el debate sobre la posibilidad o imposibilidad del regalo parece desplazarse a un nuevo escenario, sin quedar definitivamente resuelto.
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Pues existen fenómenos de altruismo que no requieren de una reapropiación narcisista del regalo y obsequio. Hay muchas asociaciones que trabajan sin fines de lucro e inclusive tienen donadores anónimos que no requieren del reconocimiento externo, ya sea de los beneficiadios ni los intermediarios.
La ayuda y/o el auxilio, que no presenta un bien materializado, también se presenta hacia el otro muchas veces con la sola finalidad de sacar a una persona de una situación adversa (a veces hasta como reacción empática instantánea, ante el peligro por ejemplo), más que para ser reconocido (necesidad narcisista).
El amor o la empatía pueden no ser una moneda de cambio, ni una relación utilitaria. Fromm decía que el amor permite que quien ama no “pierda” (en la lógica de las relaciones entendidas como una relación económica de intercambio) sino que el que ama da más de lo que tiene porque la fuerza del amor potencializa al humano, lo hace crecer y ser más.