La pantalla como medio de expresión filosófico

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Por: Victoria Petho

 

¿Qué es lo primero que piensas cuando se habla de “pantallas”? Intuitivamente uno piensa en la pantalla del celular, de la televisión o de la computadora, pero las pantallas son mucho más que eso. En el libro de Mauro Carbone Philosophy-Screens: From Cinema to the Digital Revolution (2019) veremos la filosofía que hay detrás de la pantalla, así como las pantallas que hay detrás de la filosofía.

El libro comienza definiendo la pantalla como muro especular en general, una superficie que tiene el doble papel de ventana (reveladora) y al mismo tiempo cortina (ocultación). Ejemplo de esto son: la piel, el papel, la pared de la cueva y pantallas de dispositivos electrónicos.

Carbone comenta que en Francia se encuentra la cueva Chauvet, hogar de las pinturas rupestres mejor conservadas del mundo. Esta cueva es un ejemplo de lo que Carbone llama la “pantalla de arco”, la cual define como un todo transhistórico que reúne las condiciones fundamentales de posibilidad de mostrar y ocultar imágenes en cualquier superficie.

La pantalla no es solo un aparato tecnológico, incluso el cuerpo es una pantalla

La cueva nombrada en la alegoría de Platón es una pantalla de arco pues muestra y oculta cosas. Por un lado, la pantalla más obvia es la pared de la cueva que se opone a las fuentes de luz donde aparecen las sombras. Esta superficie es reveladora, ya que es una condición necesaria para la aparición de las sombras. Su función reveladora, sin embargo, está ligada a otra pantalla, el “muro bajo” que funciona para ocultar las misteriosas figuras que constituyen el espectáculo mientras llevan las “cosas artificiales”. Las dos pantallas están sumamente relacionadas, con lo cual resulta inútil intentar separarlas o compararlas, y parece que solo juntas se constituye la instancia de la cueva de la pantalla de arco.

Por otro lado, si un prisionero sale de la cueva y ve la luz del sol y las cosas como “realmente son”, sin ningún tipo de ocultación, entonces ya no nos encontraríamos con una pantalla de arco, sino con una pantalla de origen, condición fundamental inicial para que existan las otras pantallas de arco.

Pero ¿podemos asegurar que este espacio a plena luz del sol no oculta nada y es absolutamente todo revelación? La respuesta es no. La presencia de la revelación conlleva necesariamente una ocultación; “la visibilidad de las cosas siempre se basa en la invisibilidad de la luz”.

Esta relectura de la alegoría de la cueva, nos muestra que, lo que Platón entiende como la verdad en un más allá suprasensible, lo que siempre es y nunca de otra manera, está en cada caso implicado por su reverso sensible. Cada superficie es a la vez una pantalla y una cortina, revelando y ocultando.

Replanteando la relación entre sentido e idea y la manera en que estos dos operan como los dos polos de la arco-pantalla, Carbone lo articula bajo el concepto de la “idea sensible”, es decir, ideas inseparables de su presentación sensible o incluso aquellas que están instituidas por estas mismas imágenes (es decir, de sus imágenes visuales o musicales) y no pueden reducirse a conceptos.

El autor hace hincapié en un pasaje de En busca del tiempo perdido de Marcel Proust que puede ayudarnos a dilucidar mejor el concepto de “idea sensible” donde se ve la desaparición del amor entre dos personajes ligado a la “pequeña frase” y no se puede separar la melodía del significado de un amor que ya pasó.

Volviendo al concepto de pantalla, queda entendido que no es solo un aparato tecnológico, de hecho, incluso el cuerpo es una pantalla, un tatuaje sobre ella puede revelar y ocultar información. Teniendo en cuenta esto podemos darnos cuenta que las pantallas existieron desde el inicio de los tiempos. Y la filosofía detrás de ellas se nombra “filosofía-cine”, la cual lleva a pensar de una nueva manera que ya no toma la forma de la escritura. Filosofar científicamente es el esfuerzo de dejar escapar: la fuga del pensamiento en su auto-ocultación y olvido, el paso de la vida y la experiencia que el cine siempre ha intentado hacer visible.

Keith Whitmoyer, quien escribió la reseña de este libro, opina que Mauro Carbone hizo un gran trabajo al hacer una contribución completamente original a la historia de la filosofía. Lo cual es totalmente cierto ya que, tomando conceptos de grandes pensadores como Proust, Merleau-Ponty y Deleuze crea un trabajo nuevo donde podemos entender el verdadero significado y significancias del concepto “pantalla” y dejar en claro que la tan aclamada “realidad” siempre tiene un lado oculto.

 

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