El retorno de la ética: hombre, comunidad y valores en la ontología social

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Por: María Eugenia Rey

 

La fascinación por la objetividad que se instaló en los fundamentos del pensamiento moderno rebajó las preocupaciones en torno a lo que solemos identificar como problemas del espíritu, vale decir, aquellas cuestiones que son más próximas a la realidad que se forja desde el interior no-tangible del sujeto, tales como las correspondientes al terreno de la ética. Se olvida, con frecuencia, que los valores son parte constitutiva de la acción del hombre y que ellos mismos se hayan en los cimientos de la comunidad política –ese espacio en el que se desarrolla una genuina relación entre-los-hombres-. En efecto, la realidad social se instituye y se conserva sobre la base de poderes deontológicos en la medida en que se reconocen deberes, demandas y compromisos; a su vez, dado que los valores se despliegan en la forma de “deber ser”, se ha de admitir que lo que motiva y justifica el accionar de los hombres –que es siempre un accionar deontológico- son los valores.

 

Por otro lado, un enfoque fenomenológico de los valores pone en evidencia la capacidad unificadora de los mismos, dado que éstos se experimentan como códigos compartidos que condicionan el modo de ser de los hombres. Así, un valor específicamente colectivo –es decir, un tipo de valor que para poder existir ha de ser realizado y compartido en comunidad- como lo es la justicia o la solidaridad, establecen construcciones intersubjetivas de significados del lenguaje que se expresan en el devenir individual, pero que tienen su núcleo en la biografía colectiva. De ahí que lo que une a los hombres en una comunidad no es un cierto principio de utilidad, sino una auténtica forma de ser-con-otros, una auténtica forma de actuar según las convenciones comunes. Se trata, en consecuencia, de una relación no-contingente entre los valores y la manifestación del ser individual y del ser social, relación que se encuentra presente en las reflexiones de los ontologistas sociales Dietrich von Hildebrand, Roman Ingarden, Wilhelm Schapp, Felix Kaufmann y Tomoo Otaka. Sobre sus consideraciones en este tema ahondan los autores de la tercera parte del texto editado por Alessandro Salice y Hans Bernhard Schmid, The Phenomenical Approach to Social Reality: History, Concepts, Problems (2016), tal como es reseñado por el profesor Sean Petranovich.

En el caso de von Hildebrand el acento se pone sobre su noción de virtus unitive como fuerza capaz de reunir individuos en una comunidad, mientras que en el apartado dedicado a Schapp se enfatiza sobre la relación existencial entre los valores y la ley a partir de la noción de a priori presente tanto en el pensamiento de Reinach como en el de Schapp. Por su parte, Sonja Rinofner-Kreidl conjetura en torno a los posibles supuestos que Kaufmann hubiese concluido de haber hecho un tratamiento doble de los valores al sumar la perspectiva fenomenológica de Husserl a su análisis del positivismo lógico de Kelsen. En cuanto a Ingarden, Edward Świderski examina su literatura y la ética que ella sugiere y, finalmente, Genki Uemura y Toru Yaegashi analizan el estudio de Otaka acerca de la naturaleza de los Estados. Los cinco artículos que componen esta tercera parte constituyen importantes aportes dentro de la discusión sobre el significado de los valores en la realidad social.

 

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