Lévinas y el compromiso contemporáneo con la otredad

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Por: María Eugenia Rey

 

Ya se comentaba anteriormente sobre la urgencia que demanda el mundo actual en torno a la pregunta por el otro (dígase en mayúscula: el Otro); una interrogante que exige, de entrada, una perspectiva simpatizante de la hetero-topia: sugiere la indagación por lo distinto, y desde tradiciones olvidadas, para acordar un auténtico compromiso con todo aquello que el mainstream contemporáneo margina y excluye. En este marco, volver sobre la obra de Emmanuel Lévinas (1906 – 1995), cuyo punto de partida (y de llegada) contiene la relación que une y separa al Mismo del Otro, se perfila como un camino ineludible en el tratamiento de la Otredad. Lévinas, hay que decirlo, no es un autor secundario en el estudio de la filosofía occidental; no obstante, su pensamiento recoge un discurso poco transitado: el filósofo francés nos habla desde el lenguaje hebreo y no tanto desde el logos helénico. Esto es crucial por dos sentidos. En primer lugar, porque los judíos, a diferencia de los griegos, dan predominio a la audición por sobre la imagen, estableciendo de esta forma un ethos dialogante; como se sabe, en el dia-logo nunca se está solo (no es casualidad que uno de los más brillantes teóricos políticos actualmente vivo, Javier Roiz, construya sus postulados a partir de la recuperación sistemática de la tradición rabínica). Y en segundo, porque cumple con aquella exigencia de pensar la Otredad desde lo otro.

 

Si bien toda la obra de Lévinas es resultado de su inquietud por la Otredad, es posible convenir que en su texto Totalité et Infini: essai sur l’extériorité (1964) se encuentra anunciada buena parte de su reflexión en torno a este tópico. Un texto de difícil lectura (en especial si se está iniciando en el estudio sobre Lévinas), y que por tal motivo se hace mucho más digerible si se le acompaña de una adecuada guía que explique sus argumentos a la luz de las referencias filosóficas con las que dicho texto dialoga, tales como Heidegger, Husserl y Derrida. Esta tarea es la que intenta realizar el profesor James R. Mensch en Levinas’s Existential Analytic: A Commentary on Totality and Infinity (2015); aunque si bien, de acuerdo a la reseña de Esteban Beltrán Ulate, el objetivo es parcialmente logrado debido a que Heidegger es quien se lleva todo el protagonismo en los comentarios de Mensch.

¿Pero acaso Heidegger no es el principal adversario de Totalidad e Infinito, hasta el punto de decirse que este texto puede ser leído como el anti Ser y Tiempo? No hay que restarle legitimidad al reclamo de Beltrán Ulate, pero sí hay que hacer notar que, en relación con el tema que aquí concierne, la relación que mayor interés suscita es la que surge entre el autor francés y Heidegger. La pregunta en Heidegger es sobre el ente –filosofía en tanto ontología-, mientras que para Lévinas la cuestión fundamental es la alteridad –una preocupación de índole más ética-. Claro está que la ontología heideggeriana no excluye el Otro como constitutivo de la mismidad, pero su Dasein no está lo suficientemente liberado del pensamiento occidental totalizante como para celebrar la epifanía del extranjero. Y este punto, el de la noción de la Otredad presente en Heidegger y en Lévinas, es el que permite reflexionar sobre los desafíos actuales para construir un ethos basado en la fraternidad.

 

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Un pensamiento en “Lévinas y el compromiso contemporáneo con la otredad

  1. Santiago

    Sería largo explicar el “qué” del tema.
    Apuntaré a favor de Lévinas. Hay más verdad que “la máscara”.
    Una vez rota esta es necesario saber qué hay “detrás”. ¿Vale la pena? ¿Merece Misericordia?
    Sus apuntes sobre “lo absolutamente otro” y la relación con el Mismo. Precisamente un “Dios” sin rostro conocido, inalcanzable, ausente en la presencia.
    Un Dios, que se desvela en la presencia, el cara a cara, el yo-tu. De esta forma no “admite sobornos”.

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