Por: María Eugenia Rey
El texto de Andrew Shepherd, The Gift of the Other: Levinas, Derrida, and a Theology of Hospitality (2014), es una lectura obligada no solo para los especialistas en Lévinas, Derrida y la teología cristiana sino también, y especialmente, para aquellos comprometidos a pensar y transformar la realidad del presente.
Hoy, mucho más que hace tres años, el momento político de buena parte del mundo occidental está marcado por problemas de migración masiva, refugiados, asilados políticos, terrorismo, así como desigualdad y exclusión de carácter no solo socio-económico sino también de orden tecnológico. La respuesta ante estas problemáticas, lejos de coincidir con lo que se espera de “las sociedades abiertas” que celebran la diferencia y la hiperconectividad, ha retrotraído a Occidente hacia las formas más atávicas de conservadurismo, resurgiendo aquí y allá los movimientos de corte nacionalista y la política identitaria del “nosotros/ellos”. En este contexto, el aporte de Shepherd sobre la concepción de la otredad presente tanto en la filosofía occidental como en la teología cristiana, a partir de la reflexión en torno a la hospitalidad, constituye una referencia necesaria para transitar del otro-que-amenaza-mi-seguridad-y-por-tanto-lo-excluyo al otro-que-complementa-mi-existencia-y-por-tanto-me-constituye.
Por otro lado, y apoyándonos en las observaciones que desarrolla la reseña de Esteban J. Beltrán Ulate, el texto de Shepherd es también de interés para los especialista en Lévinas y Derrida, sobre todo por la serie de críticas que realiza el autor a la teoría de la hospitalidad de ambos pensadores; del mismo modo, resulta relevante para quienes se propongan aproximarse a distintas fuentes de la teología cristiana. En efecto, el libro de Shepherd se compone de dos partes principales: la primera que abarca los tres primeros capítulos y en la que aborda el pensamiento de Lévinas así como el de Derrida con relación a la hospitalidad; y la segunda que se aproxima a la rehabilitación de la noción de hospitalidad que realiza el mismo autor sobre bases teológicas, extendiéndose por cuatro capítulos. El tratamiento de Lévinas y Derrida responde a que ambos se distancian de la filosofía occidental cartesiana, al afirmar que el sujeto no es puro cogito sino que también está constituido por la otredad. Este reconocimiento, sin embargo, no es llevado hasta sus últimas consecuencias debido a que, para ambos, la tensión y la hostilidad son igualmente ontológicos al hombre; de este modo, Shepherd se ve obligado a recuperar la tradición de la teología cristiana para plantear una noción de hospitalidad basada en el amor y la libertad.
Desde esta perspectiva, Shepherd va trazando una teoría de la hospitalidad que nada tiene que ver con sus asociaciones de orden consumista. En su lugar, propone un (re)descubrimiento del concepto genuino de aquella, próximo a lo que los griegos entendían en su vocablo original -esto es, amor a los extraños-. Una teoría que bien puede servir de antídoto hacia los movimientos populistas que actualmente tienen cabida en Europa y en EE.UU.; así como para los que se avecinen en el continente latinoamericano, pues si bien por estas latitudes el populismo parece haber retrocedido, éste permanece como una amenaza siempre latente.
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