Por: Victoria Petho
En estos tiempos de cancelación y críticas excesivamente rápidas se suelen mirar los hechos desde un solo punto de vista sin dedicarse a analizar por completo la situación, provocando así conclusiones precipitadas y erróneas. Elliot R. Wolfson en The Duplicity of Philosophy’s Shadow (2018) se propone todo lo contrario al situarse desde una perspectiva objetiva que le ofrece una amplia visión para poder estudiar los Cuadernos negros del filósofo Martin Heidegger; una serie de 34 cuadernillos donde se expone su pensamiento político y su controversial antisemitismo.
Wolfson logra ubicarse en una posición incómoda pero necesaria, un término medio donde no excusa ni castiga a Heidegger pues, por un lado, no se puede olvidar la tragedia del Holocausto o su afiliación al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán ya que se eliminaría la relación entre el contexto histórico y el pensamiento político y, por otro lado, debemos recordar que a pesar de sus evidentes errores este fue un gran pensador al que vale la pena leer antes de criticar.
Heidegger criticó y apoyó las manifestaciones del nazismo. Quería purificar la filosofía que rodeaba al partido nazi tratando de eliminar el racismo que los caracterizaba y a su vez pensaba que Alemania lograría llegar a consumar su destino si reconocía que eran una nación de filósofos; pensamiento visto como una expresión de patriotismo o nacionalismo.
A pesar de las ideas que él mismo expone, simultáneamente mostraba sentimientos de remordimiento y vergüenza reflejados en su incapacidad para visitar algunos de sus antiguos amigos.
Una de las más importantes críticas ejercidas contra el pensador alemán, es el hecho de haber guardado silencio y no haber denunciado públicamente el genocidio perpetrado hacia los judíos durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial.
Wolfson toma el concepto de Jacques Derrida “hipótesis arriesgada” para explicar que quizás Heidegger cavó su propia tumba al no hablar pues eso generó una serie de relaciones que establecieron otros autores entre él y el nazismo porque se estudia y piensa tanto lo dicho como lo no dicho. Aunque a su vez esto mismo también es una hipótesis que no podemos afirmar. Según opina Peter Pangarov en la reseña de este libro, quizás las disculpas no mejoraban su reputación o incluso la empeoraban.
Generalmente el silencio se ve como un signo vacío carente de significado, pero la realidad está muy lejos de esa creencia. El silencio es una de las tantas formas de comunicación e incluso puede llegar a significar mucho más que mil palabras. En este caso puede representar algo tan indescriptible y perverso que el lenguaje queda corto y la única salida posible es el silencio. Como se afirma en Las notas privadas de Heidegger: ¿El silencio como resistencia?, al hacer un uso consciente del silencio, se genera una resistencia a usar el lenguaje cuando este no es apropiado o no es posible emplearlo por motivos históricos o contextuales. A su vez este hecho representa la introversión y soledad interior que acarrea este filósofo ante un acontecimiento tan maligno que fue el Holocausto.
Este análisis de las obras de Heidegger no busca justificar sus acciones, pero sí trata de interpretarlas e incluso explicarlas.
Al finalizar el libro, Wolfson propone que la verdad se suele encontrar en un lugar medio donde extremos opuestos pueden coexistir sin la necesidad de aniquilarse mutuamente. De esta manera concluye señalando que Heidegger fue tanto un humano que cometió enormes errores como un pensador sublime.
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