Por: Sebastián Peredo Cárdenas
Hannah Arendt fue una de las más famosas y reconocidas pensadoras políticas del siglo XX. A pesar de ello, nunca se consideró a sí misma como filósofa porque, a lo largo de su obra, sugiere que existe una distinción entre filosofía y política que las hace incompatibles. Arendt posiciona a la filosofía en la categoría de “vida teórica”, mientras que coloca a la política en la categoría de “vida activa”. Distingue, por tanto, el pensamiento y la acción como dos formas distintas de desenvolverse en el mundo. Mientras que una es contemplativa, la otra es eminentemente práctica.
Sin embargo, y más allá de la resistencia de Arendt a ser etiquetada de una u otra forma, no puede negarse la influencia que la tradición filosófica, en particular la fenomenología, ha tenido sobre su obra. Es necesario, por tanto, analizar la influencia que la fenomenología tiene en el trabajo de esta prolífica autora. Esta es la tarea que se propone Sophie Loidolt en Phenomenology of Plurality (2018). En este libro se identifica la influencia que ha tenido en Arendt el pensamiento de fenomenólogos como Heidegger, Merlau-Ponty, Husserl, Lévinas, entre otros. El propósito es demostrar que se puede leer a Arendt desde la fenomenología. De la misma forma, se muestra que la fenomenología puede nutrirse del pensamiento político de Arendt. Particularmente, de su teoría de la pluralidad y la intersubjetividad que podemos encontrar en las acciones políticas.
El objetivo es, como señala Maria Robaszkiewicz en su reseña, vincular el concepto de pluralidad a la fenomenología e iluminar las consecuencias que tiene un enfoque político. El resultado es una versión actualizada del concepto de pluralidad de Arendt, que redescubre la dimensión filosófica de su trabajo sin despolitizarlo. Así, Loidolt propone lo que puede ser descrito como una “nueva filosofía política”.
Los elementos clave de esta nueva filosofía política serán la dimensión intersubjetiva de la existencia, la resistencia al proyecto del dominio de sí, y la fragilidad subyacente al reino de los asuntos humanos. Estos elementos son centrales en el análisis político de Arendt y ponen de relieve la importancia del fenómeno de la pluralidad en su obra. Pero ¿qué podemos entender por “pluralidad”? Según esta nueva versión fenomenológica del pensamiento de Arendt, la pluralidad debe ser comprendida como la condición ontológica de una existencia plural, vivida en primera persona. Vale decir, el reconocimiento de que nuestra existencia se encuentra constituida y condicionada por la existencia de otros seres semejantes a uno. Esta es la condición que posibilita la emergencia de un espacio público en el que es posible la acción humana y, en último término, la política.
Aun así, la pluralidad no debe tomarse como dada de forma fija y estable. Por el contrario, tiene un estatus de fragilidad, en la medida en que puede ser o no actualizada por los seres humanos. Así, la acción política es más bien un evento extraño, que no caracteriza a todas las formas de interacción humana. Para que ocurra una acción debe darse un espacio de significación específico que permita la actualización de la condición de pluralidad.
Es cierto que afirmar que Arendt fue una filósofa política y una fenomenóloga puede llegar a ser polémico y despertar escepticismo por parte de sus intérpretes más tradicionales. Pese a ello, es innegable que el trabajo de esta pensadora puede ser observado desde múltiples enfoques y, en efecto, es difícil pasar por alto la influencia que la fenomenología tiene en sus trabajos más prominentes.
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