Por: Sebastián Peredo Cárdenas
En el libro Paul Ricoeur´s Moral Anthropology (2017), Geoffrey Dierckxsens se propone aclarar el término “antropología moral” en el marco de la obra de Paul Ricoeur. De forma inmediata, se advierte que el tema principal del texto —la conjunción de estos dos términos en uno solo— se encuentra con un número considerable de dificultades y obstáculos. La delimitación del significado de este concepto no será empresa fácil, dado que no solo comprende la articulación entre “moral” y “antropología”, sino que supone el acoplamiento de estos dos términos con un tercero: la hermenéutica.
La propuesta de Dierckxsens es, en efecto, que el concepto de antropología moral de Ricoeur solo puede encontrar su verdadero significado cuando se comprende desde una perspectiva hermenéutica. Para poder comprender las consecuencias de esta interpretación para la obra de Ricoeur, primero debemos aclarar cómo debemos comprender estos conceptos fundamentales, y cómo se encuentran articulados entre sí. Por “antropología moral”, se puede entender el enfoque filosófico y hermenéutico hacia las condiciones ontológicas de la existencia moral de los seres humanos. Por el otro lado, por “hermenéutica”, el autor entiende una teoría de interpretación de una existencia concreta en relación con una narrativa.
El objetivo principal de acoplar estos tres términos (moral, antropología, hermenéutica) será dar cuenta de las acciones humanas, la responsabilidad y la justicia desde un enfoque más cohesivo. Un enfoque que permite actualizar las discusiones contemporáneas de la filosofía analítica respecto de la naturaleza de la moral. El objetivo final del autor, al incorporar el elemento hermenéutico, será comprender mejor qué significa ser humano y qué significa ser capaz de tener responsabilidad e impartir justicia.
En lugar de explicar la moral en términos de procesos mecánicos o por medio de concepciones naturalistas, el enfoque de la antropología moral de Ricoeur llama a una comprensión unificada de las capacidades humanas que constituyen su vida ética y moral. Sin embargo, estas capacidades deben ser comprendidas, en primer lugar, desde una interpretación hermenéutica de las narrativas en las que las vidas concretas de los seres humanos se enmarcan.
Así, el primer gran aporte de la reflexión de Dierckxsens es que revela una nueva faceta del pensamiento de Ricoeur que, hasta el momento, no se encuentra explorada. Al articular el pensamiento de Ricoeur en torno a estos tres términos ofrece una perspectiva de análisis original que permite “refrescar” los actuales conflictos en torno a las discusiones sobre la moral. Dicho esto, Dierckxsens logra exitosamente establecer una triada conceptual cuyos elementos clave se vuelven inseparables, y cuyas implicancias son de gran profundidad y complejidad.
Sin embargo, y acorde con la reseña escrita a este libro por Alex de Campos, lo más novedoso de toda esta discusión es, justamente, la elección que hace el autor respecto al filósofo que sostiene su análisis teórico. Por supuesto, la lectura que Dierckxsens hace de Ricoeur se encuentra bastante alejada de las interpretaciones más aceptadas de la obra de dicho filósofo. Es más, el enfoque aquí adoptado acerca a Ricoeur al pensamiento analítico de una manera en la que se abre la posibilidad de una reinterpretación mutua. Vale decir, se presenta a Ricoeur en los términos del pensamiento analítico y, a la vez, se abordan las discusiones analíticas contemporáneas en los términos de Ricoeur. Sin lugar a duda esta mutua penetración es muy peculiar. Es por esta misma razón, sin embargo, que ofrece un valioso enfoque de análisis para los problemas éticos, jurídicos y políticos contemporáneos.
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