La moralidad existente en los combatientes de guerra

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Por: María Eugenia Rey

 

¿De qué sirve la filosofía en general, y la fenomenología en particular, para entender el significado de las experiencias de guerra? Es verdad que la noción de conflicto como algo intrínseco a la vida humana ha sido una constante dentro de la reflexión filosófica, pero también es cierto que los avances actuales comúnmente califican al costo humano de la guerra dentro de las categorías de traumas, neurosis y psicosis, todo lo cual remite a patologías de orden psicológico. Entonces, ¿cuál enfoque, el psicológico o el filosófico, se aproxima con mayor fidelidad a la percepción de vida que se les despliega a aquellos que han sido transformados por la acción de guerra?

 

Para Nolen Gertz y su texto The Philosophy of War and Exile: From the Humanity of War to the Inhumanity of Peace (2014), el sufrimiento que padecen los combatientes se entiende mejor a través de la explicación filosófica que la psicológica, apelando no al trauma –patología psicológica- sino al exilio –categoría política que sugiere expulsión, en este caso, la exclusión que realiza la sociedad con respecto a aquellos que regresan de la guerra-. A través de la crítica al enfoque del PTSD (Post-traumatic stress disorder), de la teoría de la guerra justa –en particular los trabajos de Michael Walzer y Jeff McMahan- y de la moral occidental, así como del estudio empírico de las experiencias de los veteranos, torturadores, operadores de drones y ciberguerreros, Gertz argumenta que las herramientas filosóficas legadas por la fenomenología y el existencialismo deben reemplazar nuestra forma actual de aproximarnos a la interioridad de los combatientes.

En específico, las inconsistencias que señala Gertz por medio de su crítica fenomenológica al PTSD y a la teoría de la guerra justa tienen que ver, tal como reseña Dena Hurst, con la concepción moral con la que se juzga a los combatientes. Según esto, ambas teorías son incapaces de distinguir dos diferencias importantes: una referida a la transformación propia del combatiente, donde se confronta su experiencia retrospectiva con la experiencia que desarrolla durante la guerra; y otra concerniente a la moral relativa a los combatientes en oposición a la moral relativa a los civiles, resultando en el exilio de la sociedad hacia quienes intentan reintegrarse al mundo de la paz.

Por su parte, en el primer caso los soldados enfrentan un dilema interno en la medida en que las acciones que ellos cometen o de las que son testigos bajo órdenes militares durante un conflicto armado cuestionan sus creencias previas; es decir, surge una tensión ineludible entre lo que está moralmente bien según los cánones pre-guerra y lo que debe hacerse para tener éxito en un escenario de violencia. Este punto es, por mucho, la reflexión más interesante del texto y que mayor alcance interpretativo tiene, permitiendo establecer paralelos con otras experiencias y extenderlo a nuevas consideraciones; por ejemplo, en sociedades totalitarias, donde no parece haber alternativa y cada ciudadano termina siendo cómplice y colaborador del régimen, ¿qué tipo de responsabilidad y/o culpabilidad debe atribuírsele a estos hombres?, ¿es lícito considerarles como hombres que hacen “el mal”?, ¿cómo esta experiencia representa un conflicto existencial, un desgarramiento interno? No se trata, por cierto, de lo que Hannah Arendt ya identificó como “la banalidad del mal”, pues aquí no hay ausencia de juicio sobre lo que se hace, sino que aun sabiendo que se está haciendo algo injusto, se hace de todas formas porque hay coacción –de la necesidad, de una orden, etc.-. Lo que está en juego, entonces, es el sentido mismo de libertad: ¿cómo me transforma y/o me daña el hecho de realizar acciones que no quiero hacer pero que debo hacerlas de todas formas –para sobrevivir, por mandato, etc.-?, y volviendo al tema de los combatientes, ¿cuál es la noción de libertad presente en el mundo militar –un orden inherente a las relaciones de poder-? Sin duda, son preguntas que nos exhortan a considerar también las lesiones morales de los soldados en su despliegue post-guerra, y no a detenernos únicamente en las cuestiones de tipo psicológicas.

 

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