Symonds .
Los sistemas educativos están en revisión en todas partes. En particular los sistemas de Educación Superior debido a su conexión con las nuevas demandas de la economía del conocimiento (Piech y Radosevic 2006), la sociedad de la información y el conocimiento (Cyranek 2005), o era de la información (Castells 2001). Estados Unidos de Norteamérica no es la excepción.
En los dos primeros post de este blog hemos registrado cómo existe un proceso de universalización de la Educación Superior en curso, anticipado en los 70s por Trow y documentado en el reporte estadístico preparatorio de la convención de la UNESCO sobre el tema en 2009 (el enlace para bajar, en inglés, el reporte 2010 que puso énfasis en la situación de género es accesible aquí).
En este contexto, una de las tendencias es borrar la diferencia entre educación superior universitaria y no universitaria. Por un lado, las instituciones de formación no universitaria, alentadas por la creciente vigencia de los modelos de formación modular por competencias, pugnan por establecer mecanismos de reconocimiento que permitan “convalidar” parte de sus estudios para el logro de acreditaciones universitarias, por otro lado la educación universitaria incorpora crecientemente carreras de perfil profesional a su oferta de carreras y va construyendo perfiles de pregrado más profesionalizantes (en el sentido al menos de mejor ajustados a las demandas del mercado laboral). Ejemplos del primer tipo de procesos pueden encontrarse en los mecanismos para obtener título universitario habiendo cursado estudios en un instituto de formación pedagógica en el Perú o en las vinculaciones entre “ingeniería de ejecución” e ingeniería tradicional profesionales en Chile/UK/Alemania. Ejemplo del segundo tipo de procesos son las novedosas carreras universitarias de gastronomía, fotografía, o turismo.
Otra idea que acompaña este proceso es que las habilidades académicas, amplias, generales, y de mayor nivel cognitivo serán más capaces de preparar a los individuos para enfrentar los retos del futuro. A este movimiento se le denominaría “College for all”.
En la práctica resulta que en el informe de UNESCO 2010, Finlandia y Cuba ya no reportan Educación Superior no universitaria (ISCED 5B), sino que solo reportan las categorías que corresponden a educación universitaria de pregrado (ISCED 5A) y posgrado (ISCED 6). Como mencionamos en el post sobre el Censo Nacional Universitario 2010 en el que esto no es posible, al menos todavía, las tablas del informe UNESCO 2010 se pueden bajar (acceder desde aquí).
Otras voces sin embargo, apuntan en la dirección de que la universalización de la Educación Superior será motivo de una diversificación y diferenciación en la los modelos formativos. Entre ellas nosotros hemos reseñados las de los ejercicios de prospectiva de la OECD, la de Jamil Salmi y las de la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de UNESCO 2009. A estas voces se viene a sumar la de Pathways to Prosperity, reciente informe de la prestigiosa Harvard Graduate School of Education que pone acento en:
a) La necesidad de ampliar oferta de educación superior: “El mensaje es claro: en el siglo 21 en EE.UU., la educación más allá de la escuela secundaria es el pasaporte para el sueño americano. Pero, ¿cuánto y qué tipo de post-secundaria es la que realmente se necesita para que la economía estadounidense vuelva a tener éxito ?”.
b) La necesidad de diversificar la oferta de educación superior para incluir el desarrollo de competencias específicas del ámbito técnico: La educación estadounidense tiene un modelo de “talla única”: el sistema estimula a los estudiantes a realizar estudios de College (4 años) para obtener una licenciatura (bachelor degree o B.A.). Sin embargo, para millones de puestos de trabajo “de habilidad media” se requiere algo menos que un título de licenciatura. Esto sugiere que es necesario cambiar la manera en que pensamos la educación:“Universidad para Todos no debe significar un B.A. para todos”.
El Secretario de Educación Arne Duncan resume la propuesta así: “Las carreras y la educación técnica de alta calidad crean múltiples vías para que los estudiantes tengan éxito en High school (escuela secundaria) y más allá, aumentando las tasas de logro de College (pregrado), mejorando sus ingresos y elevando la posición de Estados Unidos en ranking mundial de educación”.
La propuesta ha sido formulada por el Harvard’s Achievement Gap Initiative, grupo preocupado precisamente por las brechas de logro entre los adolescentes norteamericanos y entre sus coautores están varias de las autoridades en el tema: Robert B. Schwartz, defensor prominente de fomentar altas expectativas académicas respecto de todos los estudiantes y Ronald Ferguson, director del Harvard’s Achievement Gap Initiative y experto en la mejora de las oportunidades de aprendizaje para niños desfavorecidos.
La propuesta, que declara inspirarse en el sistema de educación vocacional europeo, no está exenta de riesgos. Anthony P. Carnevale, director del Georgetown University Center on Education and the Workforce, cuya información ha sido usada para el estudio, indica que aunque el objetivo de que los jóvenes vayan al College en el que se concentró la política desde el año 1983 -y el informe A Nation at Risk– puede resultar muy estrecho, hay que tener en cuenta que “Diversificar las rutas de formación implica peligros políticos debido al riesgo de que se lleve a algunos estudiantes a reducir sus expectativas de logro”.
Más sobre esta discusión aquí
ENLACES A LOS TEXTOS
– Pathways to Prosperity: Meeting the Challenge of Preparing Young Americans for the 21st Century. Harvard Graduate School of Education, 2011. 52 páginas.
– Global Education Digest 2010. Comparing Education Statistics Across the World. UNESCO, 2010. 277 páginas. Informe. Tablas.
– Help Wanted: Projections for Jobs and Educational Requirements through 2018. Executive Summary. Anthony Carnevale, Nicole Smith, and Jeff Stroll. Georgetown University Center on Education and the Workforce. 12 páginas.