Universidades como conejos VI, una universidad en Huanta

Según señala un comunicado en los principales diarios, y una nota de El Comercio de hoy, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, como en su oportunidad lo hizo la Universidad Nacional del Centro, se inclina ante la creación de una nueva universidad nacional en San Juan de Lurigancho preguntando cómo se ha de reparar el daño que produce a su patrimonio, y a su misión de formar estudiantes de Ingeniería Agroindustrial, además de los centros de idiomas y preuniversitario. Y pregunta además qué pasará con la “… construcción [de] aulas y laboratorios para [los alumnos de] Ingeniería Textil, la planta piloto de fármacos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, y la planta piloto de productos lácteos de la Facultad de Química e Ingeniería Química”.

En fin, esta norma limita –o por lo menos posterga- las posibilidades de mejoramiento en San Marcos, a cambio de la promesa de que algún día en ese terreno habrá una universidad, cuando la verdad es que ya hay una, San Marcos. Pobre San Juan de Lurigancho que se quedará sin soga y sin cabra. Pobres estudiantes sanmarquinos que se quedarán sin sede. Por ahora los estudiantes se oponen y las autoridades están alborotadas con este asunto, esperemos a ver qué pasa.

Con el caso de Huanta pasa algo similar. El congresista Urquizo, presenta un proyecto de ley (PL 2050/2007-CR) en el que se “Declara de necesidad e interés nacional prioritario la creación de la universidad nacional de Huanta – UNAHUA”. Indicando que no ocasiona gasto al Estado, por el contrario, con aprobación del presente Proyecto se demostrará el interés y preocupación del Estado…, como forma de reparación colectiva y de combatir mediante la educación los flagelos del narcotráfico y el terrorismo”

Este proyecto, dormido por tres años despierta a iniciativa del Ejecutivo que sostiene que su creación constituye “…un soporte fundamental al desarrollo productivo y social del país … porque significa una inversión con enorme rentabilidad … en términos de mejoras en el empleo y en los ingresos laborales de sus egresados” Más delante se agrega “Es vital … contar con universidades capaces de asimilar el saber científico…” Uno podría preguntarse si la Universidad San Cristóbal de Huamanga-o las 100 que ya existen- no cumple este cometido, pero este no es un tema porque en realidad si ya mejor es tener una universidad provincial que una regional, y una distrital que una provincial, y una por barrio, que una por distrito., etc.

En el caso de Huanta lo que se cercena es el espacio de los institutos. Por si no fuera poco, sin un sol de por medio, se considera que la nueva universidad debe formar: Biotecnólogos (probablemente la primera en el país), Administradores de turismo, y de negocios agronómicos (llamada pomposamente Ingenierías de negocios agronómicos); ingeniería y gestión ambiental (uno sale con dos carreras en lugar de una), y zootecnia (Art.3).

Inicialmente cuenta esta universidad con la infraestructura y “recursos logísticos” del IST y el ISP de Huanta, a quienes debemos entender les sobra capacidad y recursos para hacerse cargo de esta tarea. Este uno de esos casos en los que el remedio es peor que la enfermedad.

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Comentarios

  1. Taulichusco escribió:

    Los daños colaterales de la Ley N° 29659 hecha con “buena fe” pero poco criterio siguen apareciendo. En La República (http://www.larepublica.pe/a…) el Decano de la facultad de química de la UNMSM estimó que 200 alumnos se quedarían sin local para seguir sus estudios de Ingeniería Agroindustrial. Razón por la cual las autoridades de San Marcos acudirán al parlamento para solicitar su modificación. Y al parecer hay cuatro escenarios de solución: a) dejar sin efecto la Ley (inviable); b) no tocar el local de San Marcos y convertir en universidad al Instituto Manuel Seoane ubicado en el terreno adyacente; c) incorporar al Instituto Tecnológico Manuel Seoane a la UNMSM, de modo que pueda ofrecer carreras técnicas y universitarias; y d) que la municipalidad de SJL provea de otro terreno a la nueva universidad.
    Queda, además siempre la posibilidad de soluciones más imaginativas en las que se use el buen criterio, y no solo la buena fe.

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